
Desde hace quince años (a excepción del 2020, por la pandemia) lo mejor del cine del Festival de Cannes se puede ver en Buenos Aires, y a precios increíbles: se mantiene el valor de las localidades del Gaumont, Espacio INCAA KM 0 (ahora es de $ 400, y las entradas ya se agotaron). Siempre Thierry Frémaux, director del festival, llega para presentar su propia elección de filmes.
Si en otras oportunidades el que fuera periodista y crítico de cine, hoy de 63 años, trajo un muestreo variopinto, esta vez la selección es excepcional. Desde la ganadora de la Palma de Oro, Anatomy of a Fall, a The Zone of Interest -sobre un jerarca nazi que lleva a su familia a vivir a una casona pegada al campo de concentración de Auschwitz-, a lo nuevo de Wim Wenders, Aki Kaurismäki, Hirokazu Kore-eda y Nuri Bilge Ceylan. Frémaux entiende que esta Semana de cine del Festival de Cannes es el punto final a la edición que sucedió en mayo.
-Fuiste delegado artístico del Festival de Cannes desde la edición 2001 y ahora sos el director. ¿Qué cambios hubo en el cine?
-El cine no cambia tanto. Es lo que hay alrededor del cine lo que cambia. Por supuesto que la irrupción de las plataformas, de Internet, todo eso aporta formas. Cuando empecé con Cannes, la costumbre era ver películas en 35 milímetros, en salas, o en VHS. El cine mismo es una recreación, pero no cambia. Lo que cambia es la posibilidad tecnológica. Yo tengo Netflix, Apple, Prime. Si estoy esperando el tren, puedo ver diez minutos de una película. Y lo hago. Y eso es una buena noticia. Porque es cine. Hay plata: Apple da plata para hacer películas, como la de Martin Scorsese (Los asesinos de la luna) o de Ridley Scott (Napoleón). Está bien. Pero debemos cuidar la cultura de ir al cine. En Francia tenemos el privilegio de mantener esa cultura, pero porque tenemos una voluntad política y un sistema económico industrial, el deseo y también una lucha de cada día de los actores, de los sindicatos, de los intelectuales, para decir hay que proteger la cultura y, sobre todo, el cine. Pero claro que la situación de Francia no es la situación de los argentinos.
-¿Cómo ves el escenario argentino con el cambio de gobierno?
-¿Qué va a suceder con el INCAA? Hay que mantener el INCAA vivo, fuerte, porque también la cultura es parte de la bandera de un país. No puedo hablar de la política argentina ni de la francesa, pero sí puedo decir que la cultura y los directores de cine hicieron la fama del país. Mirá Corea: empezó con el cine y ahora también su música la llega a todo el mundo. Si hay políticos hablando de la patria y la bandera, tienen que ayudar a la cultura, porque la cultura hace también a lo que es una patria, una bandera.
-Venís desde hace quince años, con todos los gobiernos…
-Lo bueno de Cannes es la permanencia. Soy el cuarto delegado general del festival, después de Gilles Jacob. Cada uno se fue, pero tenía el tiempo para hacer cosas. Y en nuestras visitas de estos quince años es lo mismo: está la permanencia de una idea. Estamos orgullosos de venir acá, de ser recibidos de una manera tan fuerte, de encontrar un público increíble: en un día se vendieron todas las entradas.
-La Semana de Cine de Cannes, ¿se hace con continuidad en alguna otra ciudad del mundo?
-A veces la hicimos en Hong Kong. Y aquí también lo importante es que la hacemos juntos con los cinéfilos y los periodistas. Es algo colectivo. Cuando regreso a Francia, pienso: en Buenos Aires hay un público, y una calidad cultural que tenemos que pensar que está en todas partes del mundo. Pero seguro que lo que hacemos aquí es único.
-¿De qué va a tratar la Masterclass que vas a dar el martes?
-Estamos en 2023, tres años después de la pandemia. Y en ese momento muchos hablaban -yo no- de la muerte del cine. Ahora podemos decir que el cine sobrevivió. Que el cine va a sobrevivir cambiando. ¿Sabés qué le voy a decir al público? “Bienvenidos”. Perfect Days, de Wim Wenders, es la película de un hombre “motor”. Es decir, la idea de alguien que se despertó una mañana para narrar esta historia: no es una idea de una productora. Y las películas que trajimos, como las de Nuri Bilge Ceylan y Aki Kaurismäki, son todo cine.
-De las películas que trajiste a Buenos Aires, cuatro son de directores ya consagrados en Cannes. ¿Por qué las seleccionaste?
-En el caso de Hojas de otoño, por ejemplo, hay que recordar que las dos películas anteriores de Aki Kaurismäki no estuvieron en Cannes: fueron a Berlín. Así que no es verdad que en Cannes siempre están los mismos directores, como argumentan algunos. Aki es amigo mío, y su vuelta al festival era una debilidad grande. También por el estilo, que es tan propio de él.
-Es como el cine Wes Anderson, que ves un fotograma y reconocés que es una película suya.
-Claro. La selección fue también la cohabitación entre los veteranos y las nuevas generaciones. Tanto la película de Nani Moretti (El sol del futuro, que compitió en mayo, pero no fue seleccionada para la Semana en Buenos Aires), que también es una película con él como autor, como escritor y es su propio personaje, como la película de Nuri (About Dry Grasses), son dos películas sociales muy contemporáneas. Para decir “este es nuestro mundo”. La de Kaurismäki es una historia de amor, como Anatomy of a Fall, la Palma de Oro, que es un puro objeto de cine. La de Nuri habla sobre Turquía, pero también sobre nosotros. Los grandes directores saben filmar la lluvia y la nieve, porque la lluvia y la nieve son parte de la belleza visual de las películas. En el cine francés hay una ausencia demasiado grande de la lluvia y de la nieve. Y con Nuri pasa todo lo contrario, y por eso te envuelve. Hablamos de cine de autor: la discusión que hay en Francia es universal. Como en los años ’50, ’60, que llegó Bergman y era muy, muy, muy sueco. Y sus películas eran muy hermosas. Con Kore-eda, lo mismo. ¿Quién es él? Uno de los mejores directores que habla sobre la infancia y los sentimientos del momento donde se hace el pasaje de la infancia a la edad adulta. Monster es una vuelta que hace a la sociedad japonesa. Es un nuevo Rashomon, de Kurosawa, con distintos puntos de vista sobre un mismo hecho.
-¿Y la ganadora de la Palma de Oro?
-Fue una sorpresa increíble. Por supuesto que a ella (la directora francesa Justine Triet) la hemos tenido en competencia anteriormente. Es una directora muy muy buena. Pero con Anatomy of a Fall se superó como autora y conductora de actores. Es una película dentro de algunas tradiciones de la historia del cine: suspenso, misterio. Y también habla sobre los hombres y las mujeres, porque hay algo increíble, que es la historia de una pareja de artistas con una rivalidad. Y la película fue escrita por ella y por su marido, que es también un actor y director.
-The Zone of Interest es otra gran película.
-Martin Amis, autor de la novela, es uno de mis escritores favoritos. Y la película es increíble. Fuerte, porque es muy fiel a la novela, pero también te lleva a otra manera de entender lo que pasó en los años ‘40. El hijo de Saúl, otra ficción sobre el Holocausto, también causó revuelo, sobre todo con el público francés. Parece que no nos podemos poner a hacer ficción sobre la realidad. ¿Debemos prohibir ficcionalizar?. Podemos tener ficciones sobre lo que pasó. Hay que cuidar cómo hacerlo.
Pablo O. Scholz/Clarín-Espectáculos