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Noelia Moncada estrena Ramona y la romántica espera en el Belisario Teatro

Noelia Moncada estrena Ramona y la romántica espera en el Belisario Teatro

Ramona aguarda su amor, el que la salve. ¿De la soledad? ¿De sí misma? ¿De la mirada de los demás? A través del personaje Ramona, la cantante y actriz Noelia Moncada recorre los derroteros del amor romántico –sobre todo en las canciones, que ella misma interpreta- y, advierte, no es una idea tan fácil de romper como querría la deconstrucción presente. “La idea original de la obra nació algunos años antes de la pandemia y la construcción fue al regreso de una gira muy inspiradora por Europa, en ese espectáculo yo intentaba contar en mi modesto inglés algunas historias alrededor del repertorio y me di cuenta de que esas historias conformaban algo mayor. Al regreso no pude parar de escribir en un arrebato de inspiración concentrada, todo medio hecho entre sueños y desvelos”, recuerda Moncada. La obra se llama Ramona y la romántica espera y estrenará su nueva temporada en el Belisario Teatro (Av. Corrientes 1624) a partir de este viernes a las 22 y con la música en vivo del guitarrista Pedro Cecchi.

La cantora es una de las tantas figuras que Rosario ofreció al tango, pero en sus shows suele haber algo más que canto. Toquecitos de actuación, stand up, y hasta ventriloquismo. Coqueteos con el teatro que ahora se plasman en Ramona y la romántica espera. “Sonará cursi pero creo que es el amor lo que nos sostiene como humanidad y siento que reflexionar sobre el amor en todas sus formas es algo necesario. Es una forma de conocernos. Me interesa la deconstrucción del amor romántico porque detrás de los mandatos que este mismo conlleva hay frustraciones y encasillamientos que hasta que no desarticulemos no podemos ser quienes verdaderamente somos”, reflexiona. “Se requieren una fuerza y unos duelos para dicha deconstrucción que yo deseo desnudar en la obra, porque al estar un poco de modo el tema, termina siendo superficial el abordaje”.

-Jugás mucho con los lugares comunes de las separaciones, bromeás con los registros akáshicos, las constelaciones… ¿cómo los encaraste?

-Yo siento que son las charlas con mis amigas desde hace mucho tiempo. Amigas y amigos. El tema vincular es un tema que se piensa, que está en boga y que se está reconstruyendo, está cambiando. Entonces es un tema constante en los vínculos en general, se reflexiona y se piensa. Tomé escenas propias, escenas de amistades, escenas que conozco, que nos están pasando a las personas hoy en día. Y justamente lo que me divertía era entretejer esas escenas del presente con cierto discurso que obviamente podemos encontrar en el amor romántico que estaba inmerso en los textos de los tangos de los años 40, por ejemplo. Me encantaba que después ese mismo discurso fuera el que se mete en las conversaciones de Ramona con sus amigas o con su terapeuta porque es una manera de dejar explícito que esa narrativa está intacta desde hace muchísimos años y que romperla no es tan fácil. Y no idealizar esto de la deconstrucción porque implica unos procesos que son grandes e interesantes pero también muy movilizantes.

-Para vos significa pasar de tu rol de cantante, que ya tenés bien establecido, a un rol de cantante+actriz. ¿Cómo fue eso?

-Esta pregunta me encanta porque tiene dos miradas. Por un lado, es como uno lo siente internamente. Yo no siento una fuerte identificación con las áreas del arte con las que me voy metiendo. O sea, si bien me he dedicado fuertemente al canto, no me restrinjo a sentirme exclusivamente cantante. Siempre sentí que si no pudiera cantar, tendría a la mano otras expresiones artísticas e iría por ellas inmediatamente. De hecho, el canto tomó gran parte de mi vida y demoró este otro abordaje artístico que es la actuación y que siempre formó parte de mi vida desde muy chica, desde mis estudios en secundario, desde mi formación constante con diferentes maestros de teatro, pero que no se había plasmado de manera tan explícita como en una obra teatral, sino que se entremezclaba entre mis conciertos. Esta vez es distinto porque siento que me metí con la palabra, con el texto y esta obra está sostenida desde el texto, no desde las canciones.

¿Y la otra mirada?

-La otra mirada es justamente la externa, la sociedad. Un artista tiene exposición porque es la manera en que su arte se va a mover. Bueno, de alguna manera necesita que se lo identifique con lo que ha hecho hasta el momento, pero a la vez eso podría llegar a funcionar como una atadura porque el público de pronto podría no elegir esa otra veta artística. Entonces correrse de ahí siempre para el artista es una apuesta de cierto riesgo. Creo que es interesante trabajar esa desidentificación porque entonces una puede ser fiel a una misma y me parece que es lo más importante, aunque a veces paguemos ese precio de quizás desilusionar un poco a alguien que quiera que una haga una sola cosa.

Metiste en la obra dos composiciones nuevas de colegas. ¿Por qué te interesaba sumarlas?

-Sentí necesario sumarlas porque hablan de lo que quiere contar Ramona. De hecho, en la primer versión de Ramona todavía no estaba la canción de “La caricia perdida” de Vero Bellini y Alfonsina Storni, pero me pareció súper necesaria incluirla, y ya que la íbamos a re-versionar con guitarra, era la oportunidad de incorporarla. Me parece una pieza fundamental porque habla un poco de cómo siente Ramona en el comienzo. Y después el tema de Patricia Malanca y Mariano Heller, “Mujer nueva”, también me parece fundamental porque al final justamente esa canción nombra algo que no podría encontrar en otros tangos. Dice “A mí no me han escrito un tango” y justamente la obra de lo que habla es de eso, de animarse a existir por fuera de los relatos hasta ahora existentes. Le da palabras a eso que es lo que necesitamos, ponerle palabras a una nueva identidad que se construya a partir de una nueva forma de amar.

Andrés Valenzuela/Página 12-Espectáculos

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