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Los Caballeros de la Quema regresan hoy en el Luna Park

La banda festejará los 25 años de La Paciencia de la Araña.

En la intensa y muy creativa década del ‘90, Los Caballeros de la Quema fueron una de las bandas clave, dentro de una generación que incluyó artistas como Los Piojos, La Renga y Babasónicos.

Tuvieron su pico de popularidad con el hit Avanti morocha y se separaron poco después, en 2002. Ahora se juntaron para una gira y el concierto de hoy en el Luna Park.

No es su primera reunión: en 2017 llenaron el Estadio Único de La Plata, dentro del festival Provincia Emergente. Desde entonces sólo hubo un puñado de shows, pero no salieron de gira ni dieron un concierto de esta magnitud en Capital.

Dice Iván Noble: “Estoy esperando el Luna con emoción y felicidad, que no es poco. Porque cada vez que nos hemos juntado en estos años, que fueron tres o cuatro pero muy esporádicas, siempre terminó siendo una celebración”.

-Fuiste el primer sorprendido por la gran respuesta de la gente en el concierto que dieron en Zapala.

-Sí. Y la pasé muy bien. Porque yo, entre mis neurosis y mi mirada escéptica, nunca sabía del todo si tenía ganas de hacerlo o si juntarnos era una buena idea. Sobre todo al ser una banda que había salido 20 años de la escena. Pero lo que siempre pasó, desde el estadio Único de hasta lo de este año en el Día de la Memoria, Verdad y Justicia, fue ver a padres e hijos mancomunados. Eso fue lo que más me flasheó.

-¿Pensabas que se podían haberse olvidado del grupo?

-Fueron muchos años de ausencia, y si bien había hits como Avanti morocha, Sapo de otro pozo y Oxidado, no sabía cuánto se habían atesorado y cuánto traccionaban. Y me sorprendió y conmovió. Tocamos el último 23 de marzo en el Espacio de la Memoria, ex ESMA, para el Foro Mundial de Derechos Humanos, y pasó lo mismo, lo cual me da cierto pudor porque veía a contemporáneos míos llorando. Quería decirles: “¡Señores, no es para tanto, y estamos grandes!” (risas). Hay algo en nuestras canciones que le arañaron el corazón a bastante gente, más de la que pensaba.

-Casi todas las bandas que se separan dicen que en un momento creen que la gente se olvidó de ellos.

-O que tal vez no se hayan olvidado, pero no que fuera tan fácil traccionar la emoción de vuelta. Hay un anclaje emocional que va más allá de las canciones, porque no es solo un disfrute musical. Hay remembranzas. Me parece que hay mucho de esa palabra intraducible: saudade. O sea que excede a la banda, que en un punto es como la coartada para que la gente tenga ese vínculo.

-Toda una responsabilidad.

-Sí. Las bandas tienen que estar a la altura de esa emoción. Las canciones tienen que estar bien ejecutadas y lo que pasa en el escenario no puede ser desangelado. Y eso solo ocurre si a nosotros también nos emociona. Y la verdad que sigue pasando. Yo tenía dudas que a mí me pasara, porque mi carrera solista no tiene que ver musicalmente con Caballeros. No sabía cómo iba a ser ponerme esa pilcha de vuelta. No sabía si iba a tener que actuar eso. Fue una buena enseñanza personal, porque me ayudó a encontrarme con un lado mío en desuso.

-¿Cómo surgió este regreso?

-A fines del año pasado caí en la cuenta de que se iban a cumplir 25 años de La paciencia de la araña. Me pareció un número simbólico, con lo mucho y poco que significan esas cosas. Ahí nos comunicamos y pregunté si hacíamos algo. Y a diferencia de otras veces, parecía que en vez de hacer un evento podíamos hacer cinco o seis shows a modo de gira. Ahora estamos embarcados en esa, los ensayos están saliendo buenísimos y hay camaradería.

-¿El Luna Park era una asignatura pendiente, un viejo antojo?

-Para mí el Luna era una espina. Quería presentar La paciencia en el Luna, porque ya habíamos hecho Obras y porque era un lugar legendario donde vi a Titanes en el Ring, Ray Charles, Charly, James Brown y los Chili Peppers. Pero estaba cerrado y tuvimos que ir a Parque Sarmiento. Así que es un berretín.

-¿Los temas son casi los mismos que la reunión anterior?

-Hay una columna vertebral de quince canciones inamovibles, y hay otras diez que pueden tocarse o no, de acuerdo al evento. Al ser un lugar cerrado y lindo, vamos a hacer un set acústico con canciones que tal vez no podés tocar al aire libre, en un festival. Porque también nos dimos cuenta de eso: hay canciones que son el ADN de la banda y es inimaginable no tocarlas.

-¿Cómo fue el primer reencuentro, antes del estadio Único?

-¡Nunca más nos habíamos visto! Eventualmente alguno se encontraba con otro en un cumpleaños, pero nunca nos habíamos juntado los cinco miembros originales. Recién ocurrió 15 años después, antes del Único, en un encuentro con empanadas, vino y rencores por limar, que tampoco fueron muchos. La madurez te apacigua el veneno.

-Y se puede hablar del tema o simplemente ignorar al elefante que está en la habitación.

-Claro. Además, somos otra gente después de quince años. Siempre dije lo mismo: “Los Caballeros se separaron sin trompadas ni abogados”, aunque por supuesto que hubo momentos donde varios nos odiábamos o despreciábamos mutuamente. En ese momento cada uno tenía sus razones, pero ya no. ¿Qué tiene de raro que una banda se separe? Basta con ver Get back o el documental de Metallica. En realidad lo notable son las bandas que siguen juntas después de diez años, y por eso admiro mucho a Babasónicos y Los Auténticos Decadentes.

-Es raro ignorar un pasado que fue tan importante y que duró tanto.

-Uno es lo que hizo con su vida, y en el caso nuestro fue la mitad de la vida. Profesionalmente, a los 18 fui cadete, luego estudié Sociología e inmediatamente empecé a cantar. Es el oficio de mi vida, y en ese sentido Caballeros fue Jardín de Infantes, Primaria y Secundaria. Entonces la situación de seis personas encontrándose en el oficio, más viejas y más tolerantes, es para agradecer y celebrar. Sobre todo si las cosas se hacen con respeto a la historia. Estoy absolutamente seguro de que es mejor banda ahora que antes. Sonamos mejor ahora, porque las condiciones de audio y ensayo eran muy precarias hace 25 años, pero además se maceran las personalidades. Hay un ensamble de pasión y cosa añeja. No sé cuánto más va a durar, ¡quizás llegue el momento donde sea más añejo que pasional! (risas)

-¿Qué viene después del Luna?

-Toda la gira: Rosario, Mar del Plata, Córdoba, Mendoza y Santa Fe. Dijimos de hacer un primer semestre de Caballeros. Después veremos qué pasa durante el periplo.

-¿Influyó en algún regreso querer mostrarle la banda a sus hijos?

-Dudaba mucho de juntarnos. Cuando salió lo del Único, lo que me terminó de decidir fue que Benito comenzó a escuchar mucho a Caballeros, y tenía unos 12-13 años. Es una forma de mostrar tu historia, así como nuestros abuelos contaban sus hazañas de la guerra. Hay un momento de la vida, cuando estás en búsqueda de serenidad, que empezás a hacer un inventario, y no es tanto lo que uno hizo en la vida. Y de esas cosas que uno hizo, las que te convirtieron en lo que sos ahora, son dos o tres: las mujeres que amaste, los amigos que conservaste y lo que hiciste con tu oficio.

-¿Los regresos de las bandas sirven para volver a disfrutar lo que en un momento se dejó de disfrutar?

-Sí. Es como volver a Itaca, a la tierra natal, más viejo. La maldición de Ulises era que iba a volver pero tarde, mal, sin mapas y sin compañeros. Volver tarde y mal para una banda es lo peor. Sin mapas no está mal. Y sin compañeros es imposible. Las bandas tienen que volver antes de que sea tarde, lo más bien que se pueda, dignamente, haciendo honor a la historia y con los compañeros, porque eso es innegociable. Volver por dinero no alcanza, y la gente se daría cuenta.

Marcelo Fernández Bitar/Clarín-Espectáculos

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