l grito desaforado de Vaccari reflejó el peso de un triunfo que vale oro para un Independiente que comenzó el año con puntaje ideal. El Rojo cosechó ante Talleres una victoria agónica, heroica, de esas que cotizan en bolsa y alimentan la ilusión. El golazo de Cabral, iniciado con un pase magistral de un Ignacio que fue más Maestro que Puch, reflejó de forma fiel el fútbol que le gusta al técnico del equipo de Avellaneda. Un juego que no se vio mucho en Córdoba: a la visita le costó generar y además mostró grietas, pero lo ganó a pura eficacia.
La contundencia fue el único argumento que explicó la diferencia a favor del Rojo en una primera etapa con un arranque inusual: los dos primeros goles fueron en contra, uno para cada equipo. El conjunto de Julio Vaccari tuvo el mérito de la eficacia para dar vuelta un partido en el que comenzó abajo casi desde el vestuario. Pero más allá de lo que reflejó el marcador fue superado en el trámite porque cometió un error estratégico que le permitió a la T generar seis situaciones claras, además del gol. A los cordobeses les faltó puntería y chocaron en dos ocasiones con los guantes de un muy buen arquero como Rey. Y la fortuna jugó para los de Avellaneda tras un bombazo de Botta al palo.
Sin embargo, y más allá de haberse ido al vestuario en ventaja, se advirtió fastidio en el técnico de la visita: sus dirigidos evidenciaron problemas en el retroceso ante un rival veloz en las transiciones. Un error que pudo haber sido fatal contra un adversario que apostó a los pelotazos cruzados a espaldas de los centrales y laterales, que tuvo en Botta a un arma eficaz para ponerle pelotas al vacío a un jugador rápido como Bustos.
Así, Independiente fue un conjunto largo e inconexo. Marcone quedó muy solo, Loyola no se cerró bien, a Galdames se lo notó incómodo en una función extraña, Millán estuvo perdido, a Tarzia no le llegaba la pelota y Ávalos tuvo que salir demasiado del área para entrar en juego. Partido, el Rojo no tuvo generación, aunque convirtió las dos veces que pisó el área.
Una vez en ventaja, Independiente se abroqueló, achicó espacios hacia atrás y se dedicó a hacer correr el reloj mientras encendía velas en cada contragolpe. La idea central fue tratar de conservar el orden y aferrarse con tesón a la ventaja conseguida en la primera etapa. Talleres nunca se rindió, pero encontró menos grietas para filtrar pases. Y ya sin la posibilidad de apostar a las pelotas al vacío, le faltó precisión en velocidad para romper. La T llegó con menos frecuencia, pero el Rojo, enamorado del resultado, se ubicó de forma muy peligrosa demasiado cerca del arco de Rey. Y caminó por la cornisa hasta que resbaló y Depietri lo empató.
Lo que vino después fue magia. Cerca del final, Cabral desparramó a todos en el área. E Independiente, que sin dudas tiene fuego arriba, desparramó ilusión en Córdoba. No jugó un gran partido y tendrá mucho por corregir, pero siempre es mejor construir desde las bases de una victoria.
Favio Verona/ole.com.ar
Ni el más optimistas de los hinchas se hubiera imaginado este inicio de año. Luego de un 2024 en el que dejó muchísimo que desear, se fueron dos ídolos del banco de suplente como Ruben Darío Insua y Leandro Romagnoli, estuvo lejos de los puestos de pelea y ni siquiera logró clasificase a alguna copa internacional, San Lorenzo hizo borrón y cuenta nueva.
Cambió el chip durante la pretemporada y es la gran sorpresa del comienzo del Torneo Apertura de la Liga Profesional: le ganó 2-0 a Gimnasia, logró su segunda victoria consecutiva y se mantiene invicto y sin que le conviertan en este 2025.
En Boedo estalló el verano. La Bomba no se desató en el mercado de pases, no fue la llegada de una super estrella para reforzar el equipo de Miguel Ángel Russo. Para nada. Andrés Vombergar fue la mejor aparición que tuvo el Ciclón.
Porque tras un flojo campeonato pasado, en el que apenas metió un tanto en 20 encuentros, el delantero demostró en apenas un puñado de minutos todo el potencial que tiene: ingresó en el segundo tiempo contra Talleres de Córdoba y emergió para darle la victoria; ingresó en el complemento ante Gimnasia y abrió el camino a un nuevo triunfo para ilusionarse con dar pelea.
Está claro que a San Lorenzo no le sobra nada. Está claro que es un puñado de buenas intenciones. Está claro que es puro empuje, determinación y solidez defensiva. Así se puede explicar el cambio de semblante que hubo en unas semanas.
A pesar de la gran cantidad de bajas y las pocas incorporaciones que hubo hasta el momento (Emanuel Cecchini y Nery Domínguez, quien debutó hoy), el equipo entendió cuáles son sus limitaciones, los puntos positivos que puede explotar y dónde tiene que tener cuidado.
Luego de un primer tiempo parejo, en el que la visita tuvo más situaciones de peligro pero que el Lobo contó con un remate de Briasco en el travesaño, el desequilibrio estuvo en el complemento. Ahí, cuando parecía que todo se encaminaba al 0-0, Miguelo metió a Vombergar y él volvió a prender la mecha: cabezazo para el 1-0 y formó parte del 2-0 de Cecchini.
¿Gimnasia? Volvió a defraudar y Méndez quedó en la cuerda floja.
Matías Arena/ole.com.ar
OTRO RESULTADO
Huracán 0 – Estudiantes 0
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