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Se estrenó Ametralladora, de Laura Sbdar, con Nicolás Goldschmidt

Goldschmidt, el actor de Chiquititas y Rincón de Luz, interpreta en el unipersonal un rol femenino.

Cuando se le pide a Nicolás Goldschmidt una definición de Ametralladora –unipersonal escrito y dirigido por Laura Sbdar que acaba de estrenar en Espacio Callejón– asegura que es “un salto al vacío, una prueba inaudita no sólo para mí sino también para el espectador, una locomotora de imágenes con diferentes destinos”. La pieza tiene una impronta fuertemente poética y está construida a partir de la mirada de una niña: la protagonista viaja en micro con su hermana. Sufren un accidente en la ruta; a partir de ese episodio se desata la cadena de imágenes que refiere Goldschmidt.

— ¿Recordás cuáles fueron tus primeras impresiones al leer la obra?

— Cuando Laura me acercó el texto mi idea era hojearlo un poco para ver si me pintaba hacerlo o no, pero ese poquito me hizo querer leer todo de una. No pude frenar. Sentí que no era posible hacerlo, que era una aventura muy difícil de abordar. Y, al mismo tiempo, el texto me fue tragando y me sentí convocado porque ciertas imágenes también formaban parte de mi mundo. Con la actriz Milva Leonardi teníamos un proyecto que se llamaba La ternura de ser mortal: me gusta mucho ese choque entre la ternura y la muerte. Ahí nosotros queríamos recuperar lo tierno como valor y como arma, y en Ametralladora se habla del “motín de la ternura”. Esas dos palabras juntas para mí construyen mucho sentido.

— Varias creaciones están atravesadas hoy por cuestiones de género. En obras como Petróleo o Un tiro cada uno las actrices de Piel de Lava y el grupo Cabeza interpretan a hombres. En Ametralladora vos llevaste a cabo la operación inversa. ¿Cómo fue?

— De alguna manera ya me había vinculado en otros trabajos con el mundo de lo femenino, pero en este caso no sólo se trata de una mujer sino también de una niña; eso para mí le suma un elemento muy particular porque la infancia es un terreno fértil, el lugar donde todo es posible. Eso te permite más libertad a la hora de actuar. Siempre me interesó mucho la dualidad entre lo masculino y lo femenino: esos límites me rompían la cabeza porque nunca fui un hombre que hiciera las cosas que un hombre tenía que hacer, entonces me sentía un poco en falta por tener otros intereses. Al principio no podía ponerle nombre a eso que yo sentía, hasta que me di cuenta de que en algún punto tenía que ver con esas energías masculinas y femeninas, e incluso pude teorizarlo desde otro lugar.

Nicolás empezó su recorrido actoral a los 9 años en la película Sol de otoño, donde compartía escenas con actores de la talla de Norma Aleandro y Federico Luppi. Después, el azar quiso que Romina Yan lo viera y decidiera convocarlo para un casting de Chiquititas, programa con el que se abrió paso en exitosas producciones televisivas. Pero en su fuero interno sentía que no era suficiente, así que decidió dar un golpe de timón y se apartó de la masividad para emprender una búsqueda en la escena del teatro independiente. Goldschmidt tomó clases con Cristina Banegas y Graciela Camino en el Excéntrico de la 18, y también con Ricardo Bartis en el Sportivo Teatral.

— ¿Qué buscabas en esos espacios y qué encontraste finalmente?

— En ese momento yo buscaba que me pasara algo. Después entendí que esa idea tal vez suponía tener que fracasar una y otra vez. No esperaba eso, pero evidentemente era lo que necesitaba: entender que no sabía y que era malo actuando. Me acuerdo de la primera vez que me encontré con Cristina Banegas: fue tremendo. Me fui de ahí seguro de que era un desastre. Nunca me había pasado algo así. Por lo general me tiraban flores, siempre cosas lindas, y de repente entendí que había una puerta que jamás había abierto y que me llevaba a otra galaxia. En El excéntrico se trabajaba desde una femineidad muy potente, con Cristina y Graciela a la cabeza. Y en el Sportivo fue mi segunda etapa de la mano de Bartis: ahí me puse en contacto con la idea de una teatralidad en sentido amplio, un lenguaje y una estética.

— El texto de Sbdar tiene una gran potencia poética. ¿Qué recursos tomaste de esa formación a la hora de abordarlo y cómo fue el proceso?

— Para mí una de las mayores proezas fue aprender el texto: el proceso fue muy divertido y me sirvió para ir entendiéndolo. Le dije a Laura que no iba a poder aprendérmelo solo en mi casa, así que utilizábamos el tiempo de ensayos para eso y terminó siendo una especie de carrera con postas, un ejercicio aeróbico, textual y mental. También fue fundamental poder molestar un poco ese texto, bromear. Y fue posible porque Laura no se vincula con la obra desde un lugar de propiedad.

Entre los numerosos proyectos de los que participó, La liebre y la tortuga y La máquina idiota fueron dos hitos: la primera obra surgió en el Laboratorio de Creación del Teatro Nacional Argentino – Teatro Cervantes (TNA-TC), a cargo de Bartis; la segunda se gestó en el seno del Sportivo Teatral. “Pasé de trabajar con treinta personas en La liebre a ser uno solo en Ametralladora, pero siento que me los llevé a todos: ahí había muchísimas maneras de actuar. Entiendo que no puedo ser el otro, pero sí llevarme algo de eso y resignificarlo. Entonces, en determinados momentos hablo como uno o miro como otro. Siento que aprendí muchísimo de mis compañeros”, relata Goldschmidt.

Hace algunos años, el actor rionegrino decidió alejarse de la masividad que otorgaban tiras como ChiquititasRincón de Luz ½ Falta para explorar los terrenos del circuito teatral independiente y el mundo audiovisual. Actualmente está filmando una película con Pablo Agüero –con quien ya había trabajado en Eva no duerme– y a propósito de eso cuenta: “Después del estreno de Ametralladora tuve que viajar a Bariloche para filmar unas cosas y me di cuenta de que estaba totalmente teatralizado; el director me lo marcaba y pedía que baje el registro porque para la cámara era un montón. Me parece que el actor tiene que entender ese cambio de chip porque son lenguajes totalmente distintos. En ese sentido, cuando conocí a Ailín Salas zafé muchísimo y pensé: ‘Listo, ya está, voy a hacer lo que ella haga’. La conocí cuando tenía 25 años haciendo una película que se llamaba La vida nueva y para mí fue un despertar en el mundo audiovisual”. En breve el actor se reencontrará con el público masivo, pero después de haber recorrido un largo camino de autoconocimiento.

Ametralladora, de Laura Sbdar. Viernes a las 22.30 en Espacio Callejón, Humahuaca 3759.

Laura Gómez/Página 12

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