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River lo dio vuelta en Córdoba y se prendió. Boca goleó a Godoy Cruz

River lo dio vuelta en Córdoba y se prendió. Boca goleó a Godoy Cruz

Este partido en Alta Córdoba que hasta hace pocos días no hubiera alterado los ánimos de nadie en el Mundo River, que el Muñeco Gallardo lo hubiera desestimado poniendo de titulares a Gattoni, Enzo Díaz y Bareiro, y los hinchas lo habrían desdeñado con la altivez de quien anda en asuntos más importantes, se convirtió en una final tras lo sucedido ante el Mineiro en Belo Horizonte y, una semana después, en un Monumental tan imponente como impotente.

Y así se jugó este miércoles en la noche cordobesa, como una final. Y así lo sufrió, lo vivió y lo gozó, este River. A puro corazón, tensión, desesperación, indignación también, emoción y, sobre todo, ilusión tras este 3-2 que lo deja expectante, a seis del líder Vélez (juega este jueves ante Tigre).

River es un equipo que no da garantías, ninguna garantía, que juega a cara descubierta, que a los 23′ del PT (¡23′ del PT!) queda regaladísimo en el fondo, mano a mano, que peca de ingenuo, que por momentos da la sensación de que juega bien, de que fluye, de que triangula, de que tiene circulación de pelota, de puede incluso ilusionarse con pelear el torneo hasta el final y por momentos da la sensación de que pierde solo, frente al espejo. De que no importa si enfrente están Batallini, Nacho Russo, Gregorio Rodríguez, Deyverson, Hulk o Linterna Verde. Sufre contra cualquiera que le meta pelotazos frontales.

Repitió la misma formación que ante Banfield, el Muñeco, y lo que repitió, su River, fueron ciertos problemas que ya parecen sintomáticos: otra vez regalado atrás, otra vez González Pirez saliendo lejos y mal, otra vez Paulo Díaz perdiendo por arriba, otra vez todo el fondo durmiendo la siesta en una lateral rival, otra vez Acuña lesionado, otra vez pagando caro cada error atrás y sufriendo adelante cuando no la mete.

Más allá de esto, como contrapartida, dio en estos dos últimos partidos buenas señales: la principal, quizás, es que, tras comprarlo en febrero, finalmente Villagra es refuerzo de River. Por fin, llegó ese volante central de presencia, despliegue, quite, buena entrega y criterio que fue a buscar. Este es un notición, tras los intentos -fallidos y repetidos- de Kranevitter Fonseca. Y no solo esto; otra gran noticia es el nivel de Meza. Encontró su posición en el campo y encontró su fútbol. Más retrasado, se lo ve cada vez más determinante, con más peso, más cómodo en el campo. Además, Solari sigue metiéndola en esa relación tan particular -a veces tóxica- que tiene con el gol, Colidio sigue enchufado y el Pity entra y juega y -cuándo no- hace delirar a los hinchas con el tercero. Así, con todos estos «peros», con todos estos claroscuros, este River va. Y no es poco.

Lo cierto es que, si quiere pelear en serio, además de esperar que Vélez y los de arriba pierdan puntos, deberá dejar de ser un equipo candoroso, tan inocente. Este miércoles, el partido se le complicó porque enfrente tuvo a un Instituto que mostró entrega, empuje y músculo, un equipo que en Córdoba se hace fuerte (había perdido solo una vez), pero se le puso cuesta arriba, sobre todo, por pecar de verde.

River está algo lejos de Vélez todavía, es la realidad, pero, eso sí, está cada vez más cerca de lo que sus hinchas y, sobre todo, Marcelo Gallardo quieren. No es poco. Habrá que ver si le alcanza.

Mariano Murphy/ole.com.ar

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La buena noticia, la obvia, es el triunfo en sí mismo, es el cambio de ánimo, de ambiente, también de energía. Es salir de la seguidilla de derrotas vergonzantes y empates deslucidos, es por fin ver a Boca salir del grupo del fondo de la tabla y es, por encima de todo, haber evitado una pueblada en La Bombonera que se llevara puesta no ya sólo a los jugadores, sino también a la dirigencia y al ciclo de Gago, que poco -o menos- tenía que ver en la debacle. En lugar de eso, el triunfo vino de la mano de una actuación convincente -categoría goleada- y de un público que terminó allá arriba, reconciliado (y emocionado) con el mismo equipo al que había deshauciado 10 días atrás.

La otra buena noticia, la que subyace después del cambio de contexto evidente, es las muy buenas señales futbolísticas que empezaron a notarse en el Boca del nuevo entrenador, que aparecieron por oleadas, mechadas por momentos de incertidumbre, de desconexión entre líneas, de desacoples individuales que se dieron sobre todo al comienzo. Totalmente lógico que en esta etapa convivan los dos modelos, el anterior que fracasó estrepitosamente y el que, en medio de la tormenta, Gago intenta implementar, hasta aquí con un contexto muy negativo por la falta de confianza general del plantel y por la incertidumbre de un clima de tensión permanente por un 2024 para el olvido.

En cambio, ante Godoy Cruz se vio un Boca cambiado desde la intensidad y la voracidad, que dejó atrás esa postura pasiva de quien mira todo como desde afuera, que se comprometió con la búsqueda constante del arco de enfrente a través de asociaciones, triangulaciones y llegadas al arco rival de laterales y mediocampistas. Tuvo conducción desde Rojo, desbodes en Saracchi, combinacón de los internos (Pol y un muy cambiado para bien Miramón) con los otros puntas (Aguirre y Zeballos) y que además encontró la contundencia que no tuvo en los anteriores partidos. Sí, por momentos la espalda de Barinaga fue un colador; sí, en ocasiones Godoy Cruz impuso el manejo del balón y desbordó la línea de volantes. Pero el entusiasmo, la energía que el equipo tuvo superó cualquier dificultad. Boca entendió que había que salir del mal momento, y que había que salir con el plan de Gago. El ciclo de Pintita, finalmente, comenzó esta noche con una valiosísima primera victoria.

Y eso que al minuto Boca iba perdiendo, después de un desborde de Andino por izquierda, un zapatazo de Salomón Rodríguez que devolvió el caño y la tremenda definicón de Nicolás Fernández que le rompió el arco a Brey. Aquí, una medalla para la gente, que en lugar de pudrirla y cantar en contra de los jugadores, sacó al equipo del panic attack a puro aliento. Después de un impaciente «movete Boca movete», la Bombonera sacó la play list de las canciones que sabemos todos y así Boca pudo empatar rápido en un centro de Saracchi que rebotó en un Cavani rodeado por tres, hasta que apareció Aguirre para definir.

Ahí empezó otro partido. Con un Boca más repuesto, la tranquilidad general jugó a favor. La construcción del segundo gol es hija de una jugada de entrenamiento, que por fin vio la luz en un partido. Andino se apuró para salir, Pol cortó y a partir de ahí se armó una jugada a tres bandas entre Barinaga, Zeballos y Miramón. Lateral, punta y mediocampista puestos a tocar en el área rival. La combinación puso a Miramón a correr, el ex Gimnasia metió un lindo centro envenenado que Barrios no pudo sacar, una papita para Cavani que leyó toda la jugada y anotó el segundo.

Después, sí, el rival hizo lo suyo. Si hubo mala praxis relativa en los dos primeros goles, en el tercero ya fue regalo entre Arce y Petroli: Anselmino tiró un pase largo para Saracchi, y ni el defensor ni el arquero de Godoy Cruz le pusieron intensidad a la jugada, se durmieron y aprovechó el lateral uruguayo para anotar el tercero. Y si es cierto que estos errores le dieron otro volumen al triunfo de Boca, no le quita peso a la actuación del equipo de Gago, que se recompuso de una derrota inicial y con argumentos encarriló el partido y lo ganó bien, ante un equipo serio que venía con un invicto de seis partidos. El resto es paisaje.

En adelante, Boca aflojó un ratito el pie, y durante algunos pasajes apareció el viejo Boca. Godoy Cruz no descontó porque Salomón Rodríguez estaba medio paso adelantado y porque el travesaño le dijo que no a Fernández y Brey salvó ante Abrego. El final del partido le quedó un poco largo al Xeneize, pero se entiende dadas las circunstancias, aunque cuando se enchufaba seguía llegando a fondo, con Saracchi lanzado cada vez que podía, con mediocampistas desafiando la prudencia para ir a buscar más goles. Reaccionó bien Gago al refrescar el ataque (Merentiel y Giménez adentro) y ahí encontró una segunda oleada de ataques. Milton estrelló un tiro en el palo y la Bestia asistió a Zeballos para que el Changuito volviera al gol un año y medio después. Fue, en definitiva, el cierre perfecto para una noche de refundación, que habrá que ratificar con muchos partidos así de aquí al futuro.

Pablo Ramon/ole.com.ar

OTROS RESULTADOS

Barracas Central 0 – Racing 2

Banfield 1 – Belgrano 1

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