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Respira: ocho capítulos atrapantes en Netflix

Respira: ocho capítulos atrapantes en Netflix

Los que vimos Grey’s Anatomy -algo así como la biblia de las serie médicas- encontraremos en Respira a una prima hermana, no por copia despiadada, sino por inspiración narrativa. Y los que no vieron a una de las series más longevas y mas exitosas del cable descubrirán a en la flamante ficción española un producto que atrapa. Entretiene, sí, pero la conjugación verbal que más la define indica que, sencillamente, atrapa. De no ser por la intensidad de sus escenas, es claramente maratoneable.

Y recién estrenada la primera temporada, uno ya está palpitando la segunda, de la que ni siquiera están los palotes, pero uno imagina que ya debe haber un trazado en la cabeza de Carlos Montero, el mismo creador de Élite, un éxito juvenil de la misma plataforma.

Respira tiene varios puntos a favor y sólo algunos en contra. Pero, de movida, se presenta en el streaming con un dream team de actores más a modo de protagónico coral que de estrella que pica en punta, como era la Ellen Pompeo de Grey’s Anatomy en la piel de la docda tora Meredith Grey.

Aquí hay un equipo que juega parejo, desde los distintos roles de un escenario sanitario: los directivos, los jefes de áreas, los residentes, las enfermeras, los camilleros y los pacientes. Y los familiares.

De todos modos, más allá del planteo de El desorden crea -la productora de Montero- el talento sobresaliente de Najwa Nimri la hace dueña de la pelota. Cara conocipara los argentinos, la mujer nacida en Pamplona hace 52 años era la villana Zulema de Vis a Vis y la Alicia Sierra de La casa de papel. También la vimos en Sagrada familia y en Berlín. Cuesta pronunciar su nombre, por eso ella -de descendencia jordana- tira siempre un tip: “Di Nayua y estará bien”.

Y Nayua, entonces, la rompe en Respira como Patricia Segura, una paciente especial: ella llega al Joaquín Sorolla -el hospital público que oficia de escenario principal del relato- para ser tratada por las consecuencias de un accidente de tránsito. Pero una vez en la sala, le descubren una patología que la obliga a decidir si sigue atendiéndose ahí o en una clínica privada. No es una decisión más para el guion, ya que Segura es la presidenta de la comunidad de Valencia, y viene propiciando la privatización de la salud pública.

Desde la primera escena, en la que se la ve en quirófano, hasta el viaje al pasado para entender de dónde viene cada uno, y retomando luego el devenir de cada quien, Respira no da respiro, literalmente. No es vértigo, es saber manejar los hilos de la tensión, sin concesiones ni finales previsibles. Cuando uno juega a adivinar finales y dice este se salva, este se muere, esta se enamora, esta se la juega, en este caso pierde en casi todas las apuestas , en caso de ir por los carriles de los clichés..

Entre las notables actuaciones de Nimri y de Aitana Sánchez-Gijón -ahora como Pilar Amaro, la jefa de cirugía- y la cantidad de situaciones que pone en carne viva al espectador, tiene un lugar clave lo coyuntural en relación a la salud pública: una huelga sanitaria zarandea a una comunidad, divide las aguas entre los médicos que no olvidan el juramento hipocrático y los que creen que hay que arriesgarse por el bien de todos. El oncólogo maneja el liderazgo sindical.

La cámara no para: de la agitación de la sala de urgencia -llegan casos de incendio, de intoxicación masiva, de accidente vial- a los quirófanos, pasando por los descansos y los offices, y por algunas postales por fuera del hospital.

De a poco uno va conociendo a la cirujana Jésica Donosso, a Néstor Moa, el oncólogo más prestigioso de España, a Lluis Jornet (el director del Joaquín Sorolla) y al galán de este cuento, Manu Ríos: uno de los protagonistas de Élite aquí también tiene un rol importante como Biel de Felipe, el residente más querido. El que más cámara tiene.

Cada uno de los ocho episodios tiene espacio para todos, para sus salvaciones, sus talentos, sus sombras, sus mezquindades, su solidaridad, sus deseos, sus miedos.

Respira tiene cierto capricho en abusar de la sirena para que no olvidemos que estamos en un hospital, y toma el atajo cuestionable de que varios personajes estén cruzados en sí, pero nadie le quita el “muy buena” que se merece. Está para ser dada de alta (sin salir de catálogo, claro).

Silvina Lamazares/Clarín-Espectáculos

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