Diluvia en el Monumental y los hinchas saltan y gritan con la misma fuerza con la que cae el agua al campo de juego. Empuja la gente a pesar de que el equipo de Marcelo Gallardo no encuentra la manera de hacerle un gol a Barracas Central. Promedia el segundo tiempo y nadie imagina que tras la tormenta se avecina una lluvia de goles. Hasta que Maxi Meza aparece como un rayo por el medio del área y cabecea un centro de Franco Mastantuono para que el alivio llegue a Núñez y se destrabe un partido que al conjunto de Núñez se le había complicado demasiado. Después llegan dos goles más, uno de Miguel Borja y otro de Paulo Díaz, tras otras estupenda jugada del pibe de 17 años, cuyo ingreso cambió el partido. Así, River consiguió una victoria por la que tuvo que trabajar bastante. Y con la goleada por 3 a 0 no solo se confirma en posición de clasificación para la Copa Libertadores 2025, sino que no se baja de la pelea por el campeonato.
Los goles trajeron aplausos al final del partido e hicieron olvidar el flojo arbitraje de Fernando Echenique, quien fue muy permisivo con las continuas artimañas de Barracas Central, el equipo del presidente de la AFA, Claudio Tapia y que antes de que comenzara el segundo tiempo desataron la furia de los hinchas de River contra “Chiqui”, a quien insultaron desde las cuatro tribunas.
No todo era culpa del arbitraje, claro. Porque a River, más allá de un arranque furioso, en el que buscó llevarse por delante a Barracas Central y contó con tres chances en 10 minutos como para convertir, se fue diluyendo con el correr de los minutos. El fuego del inicio se fue apagando y no precisamente por la lluvia, sino por la merma en el nivel de juego.
Si bien River pudo haber abierto el marcador en los primeros 45 minutos, le faltó puntería y más potencia. Chocó contra un frontón. Las manos de Miño lo impidieron en algunos momentos y en otros la falta de lucidez para penetrar a la línea de cinco defensores que puso Ruben Darío Insua.
El local tuvo las mejores chances por el lado de Solari, que cada vez que se lo proponía encaraba y pasaba con facilidad al hijo del entrenador rival. En lo primeros diez minutos, hubo tres jugadas que lo tuvieron al puntano como protagonista, ya sea desbordando y enviando un centro a Colidio, asociándose con Echeverri o pateando al arco.
La participación de sus compañeros de ataque no fue tan continua, de todos modos, como la de Solari, quien igual se la rebuscó para crear peligro. Como en esa jugada en la que se fue derecho al arco, cruzó el remate, Miño la desvió y Echeverri no llegó a empujarla bajo el arco. River, de todos modos, más allá de la paciencia que tuvo por momentos, no supo cómo encontrar los espacios para vulnerar a su rival. Meza volvió a desprenderse como lo hizo con Instituto aunque fue más desde el empuje.
No corrió peligros atrás el equipo del Muñeco porque su rival apenas cruzaba la mitad de la cancha. Solo con un centro peligroso de Tapia que exigió a Armani y un remate y un cabezazo en el segundo tiempo. Es un equipo muy limitado Barracas Central. La tabla lo indica: va último. Entonces, se dedicó a aguantar y a encomendarse a las manos de Miño. También apelaron a las artimañas de cortar, demorar y ensuciar el juego, con la complicidad de Echenique.
A pesar de ello, no pudo resistir. Y los cambios (con los ingresos de Mastantuono, Borja y Pity Martínez) de Gallardo le trajeron frescura a River y justicia al marcador. La clave para abrir el partido y desencadenar un festival de goles en la parte final estuvo en Mastantuono. El pibe de Azul entró enchufado y con la llave para destrabar el cerrojo. Con su talento, modificó la escena. Participó de las jugadas de los tres goles; asistió, recuperó, pateó al arco y hasta tiró una rabona. En menos de media hora, tuvo una actuación de lujo e hizo delirar al Monumental.
Maximiliano Benozzi/Clarín-Deportes
Y un día Boca volvió a ganar lejos de la Bombonera. Casi seis meses después y de la mano de Fernando Gago, el conjunto de La Ribera, que venía de conseguir el primer festejo de este nuevo ciclo, hilvanó el segundo triunfo consecutivo. Fue en Junín ante Sarmiento y por 2 a 0. Así rompió con la racha negativa como visitante, que duró un total de 11 partidos, con seis derrotas y cinco empates. Su última victoria en esa condición había sido el 19 de mayo, un 4 a 2 sobre Central Córdoba en Santiago del Estero.
Después de una primera parte sufrida, en la que hasta mereció perder, Boca aprovechó el cansancio del rival en el complemento y se quedó justificadamente con otros tres puntos de oro en la carrera para entrar a la Libertadores.
Hay dos Boca. Distintos. Uno es el que juega en la Bombonera, que exige, que late y que obliga a no aflojar nunca. Y si nota cierto relajo, como en el arranque esquivo de la semana pasada ante Godoy Cruz, ruge y hace sentir su empuje. Pero hay otro Boca, desconocido, cuando le toca ir de visitante. La pasa mal. En cualquier escenario. Le cuesta mucho lejos de su estadio.
En el Eva Perón, pasó un primer tiempo para el olvido que, extrañamente, pudo haberlo terminado tanto en ventaja como abajo en el marcador. Estuvo más cerca de que ocurriera la segunda opción, pero el VAR lo salvó cuando Sarmiento al fin acertó al arco después de haber desperdiciado varias chances claras, incluidas un tiro en el palo de Gabriel Gudiño (pareció levemente adelantado) y una tapada mano a mano de Leandro Brey con el pecho a Iván Morales.
Se iba esa etapa inicial en la que Boca había empezado como dominador, aunque no supo sostener el control por más de 10 minutos. Por el costado derecho, el lugar por donde el Verde más lastimó, siempre a la espalda de Marcelo Saracchi, se escapó Nicolás Gaitán, que tiró el centro y en el segundo palo definió al gol Joaquín Gho.
Leandro Rey Hilfer, el árbitro del encuentro, debió ir a ver al monitor la jugada ya que existió una posición adelantada puramente de interpretación. Es que Elías López, quien estaba en offside, no quiso intervenir, pero se interpuso al paso de Saracchi. El uruguayo no llegó a cubrir a Gaitán y de ahí llegó el envío del gol, que fue correctamente anulado pese a la bronca del banco local.
Boca había desperdiciado dos posibilidades muy claras por errores del rival. Primero Miguel Merentiel y luego Edinson Cavani fallaron en la definición mano a mano ante Lucas Acosta. Los delanteros charrúas estuvieron en una posición inmejorable para facturar y a los dos les salió un tiro débil y centrado, al cuerpo del arquero, que en ambos casos se aferró a la pelota como si fuera un tesoro.
La noche apuntaba a un dominio boquense porque el 4-1-4-1 de Gago ocupaba bien el ancho del campo y hacía que el equipo porteño manejara a su gusto. Sin embargo, Boca se fue quedando y sacó a relucir ese costado negativo que siempre exhibe fuera de la Bombonera. Se dejó superar en el medio, Tomás Belmonte quedó muy solitario en la marca y los costados fueron a su vez una invitación para Sarmiento, que contó con un Morales picante que al no quedarse estático generaba espacios constantemente.
Pero Sarmiento no le sacó jugo a su momento y perdonar a un grande se termina pagando caro. El elenco de Pintita cambió el semblante en el complemento. El dueño de casa se cansó. La barra de energía se le vació a los del interino Martín Funes y perdieron la intensidad. Boca pasó a monopolizar las acciones y a meterse en el área ajena. Merentiel puso el 1 a 0 tras un mal despeje de López. Y Kevin Zenón, de gran ingreso en su retorno, liquidó la cuestión.
Volvió a ganar Boca de visitante. y es noticia. Gago lo hizo.
Clarín/Deportes