Dardo Dozo es actor, director, autor teatral y docente. Se formó en actuación y pedagogía en lo que hoy es la Universidad Nacional de las Artes (UNA) y actualmente se desempeña allí como profesor de Realización y Montaje de Espectáculos. Daniel Pennac, dramaturgo y pedagogo francés nacido en Marruecos, es un autor que siempre le interesó por libros como Mal de escuela o El 6° continente (Random House). Este último –una obra creada a partir de las improvisaciones de un grupo de actores dirigido por la francesa Lilo Baur– está precedido por un monólogo: Ex enfermo en los hospitales de París. Dozo tradujo ese texto junto a Edgardo Rosquín y hoy dirige al actor Mario Campodónico en el rol protagónico. Puede verse los miércoles a las 20 en Beckett (Guardia Vieja 3556).
«Esta obra me interpeló profundamente desde varios lugares. Cuando uno se encuentra con un texto, ese texto te pide ciertas cosas. En este caso me pedía un espacio vacío donde se fueran construyendo las imágenes y las circunstancias a partir de un trabajo artesanal con el actor», explica Dozo a Página/12, y asegura que se trata de «un texto profundo, con mucha hondura» que aborda la cuestión de la banalidad. «Es un hombre que intenta ser médico. La obra cuenta con ironía y mucho humor una noche de guardia en un hospital parisino. Él quiere ser médico para tener una tarjeta personal que lo identifique como ‘médico clínico’. Eso fue lo que más me interesó: lo que cada sujeto muestra para decir quién es».
–¿Por qué convocaste a Campodónico para este rol y cómo describirías a Gerard Galván?
–Mario es un actor que ya había trabajado conmigo, lo he dirigido en cuatro obras anteriores y era el indicado para este papel. Su trabajo es verdaderamente conmovedor, con él nos entendemos profundamente para poder construir este discurso. Nuestro primer encuentro fue el 28 de febrero e hicimos un gran análisis antes de colocar el cuerpo en los ensayos. Ahí comprendimos que Gerard Galván es un hombre con una vida muy carente, tiene ciertas dificultades por un padre que lo ha censurado, le cuesta llegar a ser una persona reflexiva y por eso pasa lo que pasa en la obra.
–Decías que trabajaron a partir del espacio vacío para construir la acción. ¿Cómo fue ese proceso?
–La hondura es una idea que marcó muchísimo nuestro trabajo. Investigamos y probamos mucho durante los ensayos. Yo creo en la dirección desde un lugar pedagógico y eso tiene que ver con mi formación. No me coloco en el lugar de quien muestra lo que hay que hacer sino más bien quien da consignas, diagnostica, evalúa y reflexiona sobre lo que se está haciendo para que sea una construcción. En un ensayo sucede lo mismo que en un espacio áulico. Con Mario entendimos que cualquier objeto físico que se colocara como escenografía o utilería le quitaba valor a esa construcción porque íbamos a conducir una lectura determinada, y la idea es que el espectador pueda hacer múltiples lecturas a partir de su imaginación.
–El director muchas veces tiende a convertirse en una figura autoritaria. ¿Cómo pensás el rol desde tu formación pedagógica?
–Esto para mí es crucial. Tanto en la dirección como en la pedagogía puede haber cierto autoritarismo porque se coloca en el centro de la escena al director o al pedagogo cuando, en realidad, son los actores o los estudiantes. Nuestro trabajo debe tener una constante incomodidad. Si nos estancamos en un lugar cómodo, no podemos ir más allá. El desafío es mayor porque no se trata de sentarse a dar órdenes o decir cómo deben ser las cosas. En mi función de pedagogo siempre evito dar ejemplos a la hora de explicar una consigna para que cada uno encuentre su camino.
Dozo señala que Campodónico compone a Gerard Galván y Gerard Galván, a su vez, imita a otros personajes. Cuando se le pregunta por su mirada sobre la cuestión de la banalidad que problematiza la obra, el director reflexiona: «Si hoy no estás en las redes mostrando quién sos o diciendo que sos el mejor, no existís. La velocidad con la que se vive hoy también resuena acá. En su novela La lentitud, Kundera dice que la velocidad es directamente proporcional a la intensidad del olvido. Hoy se trata de mostrarle a todo el mundo quién soy para existir, hay un fervor por la fama y por trascender. Desde lo artístico hay que pensar muy bien qué estamos construyendo. Esto es algo que me preocupa muchísimo».
–¿Cuáles son los desafíos actuales a la hora de producir una obra independiente?
–Los desafíos son altísimos y cada vez más. Hay momentos de preocupación y muchísima angustia. Lo que está sucediendo es trágico. No quiero decir esa palabra pero casi casi porque hay un gran desfinanciamiento, se cierran lugares donde la cultura está presente. Pienso en el INCAA: se quiere cerrar porque el discurso es que una película no convoca gran cantidad de gente y el hecho artístico pasa por otro lado. Tito Cossa dijo que hasta en los momentos más complejos el teatro ha sido un lugar de resistencia. El arte es un lugar de resistencia y es mucho más importante, no nos van a vencer. Estos contextos que pretenden hacernos flaquear, en realidad nos hacen mucho más fuertes. Yo trabajé como actor en la época de Teatro Abierto y venimos con eso en el cuerpo.
–Hace poco los estudiantes de la UNA realizaron un flashmob en la estación Once en defensa de la educación pública. Sos docente de esa institución. ¿Cuál es la importancia de estos espacios?
–Bueno, hace poco estábamos en una clase presencial y casi se me quiebra la voz cuando les quise dar las gracias a lxs estudiantes por todo lo que están luchando. Recordé la época en la que yo mismo estudiaba actuación en lo que antes era la Escuela Nacional de Arte Dramático (hoy UNA) durante el regreso de la democracia. Siento que estamos luchando codo a codo docentes, estudiantes y no docentes. Por eso les agradecí profundamente todo lo que están haciendo.
* Ex enfermo en los hospitales de París puede verse los miércoles a las 20 en Teatro Beckett (Guardia Vieja 3556). Entradas por Alternativa Teatral.
Laura Gomez/Página 12-Espectáculos