MG Radio 24 Villa Pueyrredón
Un golpe de autoridad, un mensaje claro, un triunfo que reivindica, que salda deudas, que ilusiona. Racing goleó en Colombia, encaminó su marcha en la Copa y volvió a demostrar que, gramo por gramo, es el equipo argentino más temible en mucho tiempo a esta parte.
Porque Bucaramanga decidió salir a jugar a la ruleta rusa con Racing, y salió dispuesto a intercambiar golpe por golpe con un equipo que suele hacer estragos cuando le ofrecen espacios con tanta generosidad. Y en ese juego, la Academia fue letal, sobre todo si, además de saber explotar el contraataque, se planta como se plantó en Colombia. Con la línea de tres bien alta, con los cuatro del medio presionando en modo asfixia, y con los tres delanteros picando alto.
Porque Racing salió dispuesto a vengar su derrota en casa, en un partido que el equipo de Costas dejó ir, acaso por confiarse antes de tiempo. Y esta vez fue diferente, sobre todo porque de entrada Almendra le metió un pase maravilloso a Maravilla, que primero aguantó la pelota, descargó para Solari, y después fue a pelear con todo el rebote en el arquero del tiro del mismo volante, y convertir con un toque corto el 1-0.
Después del gol, el equipo de Costas tuvo dos o tres chances más (una de Salas que no pudo conectar Maravilla por centímetros y otra de Solari que desperdició con Martierena solo en posición de gol) que no supo aprovechar cuando tenía las energías a tope. Suele ser ese un problema de la Acadé, que a veces perdona demasiado y complica solo un poco sus propias chances.
Y algo de eso pasó este martes a la noche en Bucaramanga. Porque Racing, de a poquito, lo dejó venir al equipo local, que no creó mucho, salvo en un remate de Castañeda que se fue cerca de ángulo de Arias. Pero definitivamente el partido era otro, la diferencia que esta vez el local tenía pólvora en las manos y Racing ya no tenía energía para presionar y quitarle la pelota a los colombianos. Sambueza pegó su tiro libre en el palo y la pelota corrió paralela a la línea… fue una jugada que pudo haber cambiado el trámite del partido, porque unos minutos después, Racing volvió a pegar con su arma favorita, que la tenía guardada en la funda: el contraataque.
Otra vez desde Almendra, otra vez Maravilla para aguantarla y combinar con Solari, que definió de manera impecable para convertir un gol clave. Ahí le quebró la columna vertebral al local y empezó a manejar el ritmo del partido, con calma y aplomo. Y por las dudas, encontró el tercero con un enorme cabezazo de Sosa (de las figuras de Racing en el partido) y el cuarto en otra contra que culminó Barrios. Importante el triunfo, importante también los cuatro goles para aguardar confiado todo lo que viene.
Pablo Ramón/ole.com.ar
INDEPENDIENTE GOLEÓ EN EL CENTENARIO
Ganó mucho más que un partido. La victoria ante Boston River fue, para el Independiente de Vaccari, una bocanada de oxígeno que revitalizó las esperanzas. Porque el conjunto de Avellaneda se había desinflado en las últimas semanas. Porque acumulaba cuatro partidos sin ganar entre Torneo Apertura y Sudamericana, con un empate y tres caídas. Porque el desgaste físico producto de la acumulación de encuentros había dejado un tendal de lesionados como Galdames, Ávalos y Paredes. Porque en los últimos duelos no se había advertido el funcionamiento, la intensidad en la presión ni el ritmo que había convocado al aplauso de la exigente platea Erico. Porque las dudas ya golpeaban la puerta del vestuario. Porque el Rojo marchaba último en el Grupo A de la Copa. Y porque, para colmo de males, comenzó abajo casi desde el vestuario en el Centenario de Montevideo como consecuencia del gol tempranero de Anello. Un grito que trajo nubarrones que se despejaron rápido.
Independiente dio una muestra de autoridad. Mereció dar vuelta el resultado. Reunió méritos y goleó con argumentos futbolísticos muy sólidos. Del otro lado tuvo a un rival que generó peligro en cada incursión ofensiva. Un adversario que exhibió dos caras opuestas: fue peligroso cuando atacó, pero padeció graves problemas estructurales, fallas en el retroceso y errores inconcebibles del arquero Bruno Antúnez. Los delanteros del Rojo, que venía padeciendo una sequía, sacaron rédito de la fragilidad de un conjunto que no tuvo la fisonomía ni las características propias de un equipo uruguayo.
Se lució Matías Giménez, quien rompió su sequía con dos goles -uno de penal- y una asistencia de taco. Fue clave el aporte de Diego Tarzia, quien asistió a Millán e Hidalgo, metió un lindo gol y le cometieron un penal. Se sacrificó Millán, quien desde una posición inusual para él aportó un grito, tal como lo había hecho contra San Lorenzo. Se lució Luciano Cabral con su cadencia y toque criterioso. Y fue muy importante Angulo, un lateral izquierdo que desborda, pisa el área y que incluso estrelló un remate en el travesaño en una acción en la que recibió de espaldas y mostró una prestancia propia de un centrodelantero. Sin Iván Marcone, a quien le dieron dos fechas de suspensión en la Copa, Fernández Cedrés cubrió bien los espacios en el medio.
Pero acaso lo más relevante, la certeza más importante que dejó Independiente en la noche uruguaya, fue que el equipo recuperó la impronta, el estilo, el sello que había logrado imprimir Vaccari. Se vio a un equipo intenso, con ritmo, voraz en la presión y con un apetito ofensivo alimentado por la ambición de volantes y laterales que se soltaron para llegar libres de marca a posición de remate.
El triunfo, holgado, acomodó al Rojo en el segundo lugar en el Grupo A, a dos puntos de Guaraní, rival al que recibirá el jueves 15. Antes tendrá que recibir el próximo domingo a Independiente Rivadavia, por los octavos de final del Apertura. El Diablo volvió a la victoria. Y también volvió a jugar muy bien tras un tiempo. De galera y Boston.
Favio Verona/ole.com.ar
OTROS RESULTADO EN COPA SUDAMERICANA
Vitoria 1 – Defensa y Justicia 1
Sportivo Luqueño 0 – Godoy Cruz 1
Melgar 0 – Lanús 1
