Corría el año 2009 cuando la teatrista Cecilia Ruiz se detuvo a pensar en los adolescentes, en la estigmatización que había hacia ellos. «Se los tildaba de faltos de pensamiento, estaban los emo, las diferentes tribus urbanas, el adolescente te invadía, no pensaba, era agresivo. Ya en ese momento se hablaba de bajar la edad de imputabilidad», recuerda. Entonces tuvo una idea importante, que a 15 años continúa teniendo sentido: crear un festival de teatro específicamente pensado para adolescentes, como espacio de «expresión, resistencia y contención», de construcción colectiva. Idea que nació para CABA y el Gran Buenos Aires y que después se replicó en otras provincias e incluso otros países. La 15° edición de «Vamos que venimos» (VQV) comienza este martes en el Centro Cultural Haroldo Conti, y su programación reúne, como es habitual, espectáculos conformados por elencos de jóvenes, talleres y paneles de intercambio.
La apertura se realizará este martes a las 15 en el Conti ( Av. del Libertador 8151), donde luego se realizarán funciones a las 17.30 y a las 19 y el miércoles y jueves a las 10, 14, 15.30 y 17. El viernes y sábado los espectáculos se presentarán en el Teatro Carlos Carella (Bartolomé Mitre 970). Y el sábado y domingo se realizarán talleres en la EMAD (Sarmiento 2573), dictados por Lucía Schaab, Gaby Gavilá, Maite Velo, Mariana García Guerreiro, Maruja Bustamante, Gerardo Chendo, Diego Starosta, Agustín Clusellas y Enrique Federman. El sábado, además, habrá un foro con Julia Calvo, a las 19.30 en el Museo de Arte Moderno (Av. San Juan 350). Todas las instancias son con entrada gratuita.
A la convocatoria para participar con obras teatrales respondieron 100 elencos de distintas partes de Latinoamérica, de los cuales fueron elegidos 20. Son de CABA, provincia de Buenos Aires, Córdoba, Chaco y Santa Cruz; México, Bolivia, Brasil, Chile y Ecuador. Aunque el evento no es competitivo, todas las funciones son vistas por un jurado que, en privado, aporta devoluciones y que al cierre de la propuesta otorga menciones. Este año lo conformarán Calvo, Pablo Gorlero, Mosquito Sancineto, Pablo Lapa, Elisa Carricajo, Mercedes Méndez, Laura Azcurra, Los Pipis Teatro, Leticia Coronel, Valentín Mederos, Franco Moix y Martín Salazar.
«Los adolescentes hablan a través del arte. Escuchemos», propone Ruiz, quien en todo este tiempo aprendió mucho desde ese lugar: el silencio para escuchar lo que los jóvenes tenían para decir sobre su tiempo. «El objetivo que comenzó allá por 2009 -que los adolescentes tuvieran un lugar de expresión- se ha conseguido con creces. También ha sucedido que han tenido más lugar políticamente durante todos estos años. Su voz empezó a escucharse. También creo que les hemos podido brindar esta cuestión de que para entender por dónde ir y para seguir un camino hay que capacitarse, encontrarse con otros; que la propia mirada no es única sino que otras pueden enriquecernos, que está bueno compartir y de esa manera plasmar una idea creativamente», expresa la directora del Espacio Crearte, del cual surgió el grupo organizador del VQV, que trabaja ad honorem para su armado. Y define: «El teatro es una actividad grupal: hay que ponerse de acuerdo, saber expresar una idea, llevarla a cabo, comprometerse, cumplir horarios, cuidar el cuerpo y estar atento al que está al lado».
Todo lo dice con mucha emoción. «El teatro me salvó la vida» ha llegado a escuchar de boca de adolescentes en los paneles de intercambio. Ante la llegada de un aniversario redondo ella y su grupo imaginaban un festejo a lo grande. Tenían razones, como el hecho de que otras provincias -Jujuy, Santiago del Estero, Chaco, Corrientes, Córdoba- y países -Chile, Uruguay, Brasil- hayan replicado el formato. Pero el cambio de Gobierno tornó las cosas un tanto más difíciles; generó retrasos en subsidios y obstáculos para conseguir sedes. «Celebramos los 15 años pudiendo hacer esta edición, que es lo más importante. Fue muy difícil hacer la gestión este año. Nos ocupó mucho tiempo; tuvimos reuniones donde no hemos podido concretar nada… Hacerlo ya es una diferencia, más que cualquier otro año. La situación política no es favorable para el desarrollo de la cultura en general, y creo que tampoco se está teniendo en cuenta a los adolescentes«, subraya Ruiz.
«El teatro nos salva de ciertas situaciones», confirma Renata Colominas (16 años), quien habla desde Resistencia, en vísperas de llegar a Buenos Aires con la obra Tierra Santa, en la que actúa. Cuenta con detalle cómo funciona el evento en su provincia -del cual participó en 2023 y este año- y concluye: «Fue una de las mejores experiencias que he tenido en mi formación actoral. Es importante tener este espacio, ofrecer la oportunidad a actores adolescentes de mostrarse y sociabilizar. Ver obras ayuda, además, al crecimiento artístico propio».
«Luego de la pandemia se ha presentado una enorme cantidad de elencos. Están con ganas de contar, de participar, conocerse, intercambiar y escuchar a otros», destaca Ruiz, además de fundadora, directora general del VQV. «En general, en las épocas de crisis es cuando más producciones hay. Volvieron al nivel de lo que fue antes de la pandemia, porque inmediatamente después de ella los grupos habían quedado muy desarticulados y los adolescentes estaban muy golpeados. Recién ahora están pudiendo poner en palabras lo acontecido en 2020», analiza. No obstante «de la pandemia nadie habla». Así como en otros años el feminismo o los derechos humanos estaban en primer plano en los espectáculos, en este caso sobresale el interrogante por el futuro. «Lo que está quedando (en las obras) es un futuro que, en realidad, (los jóvenes) ya vivieron. Ya saben que hay un futuro que puede ser de estar encerrados mucho tiempo. Hubo muchas muertes… No es casual que estén hablando de lo que va a pasar y lo que vamos a hacer», describe.
La mayoría de las obras son creaciones colectivas («el 80 por ciento»), en las que actúan chiques de entre 13 y 19 años. «Suelen trabajar corporalmente desde un texto o idea, o desde algo que les pasa cercanamente. Muchos cuentan la historia de su lugar de origen. Otros toman textos de autor -pueden ser clásicos- y los reversionan. Y hay muchas obras futuristas.»
«Ver el vínculo que estos jóvenes tienen con el quehacer de poner en escena una obra, con las textualidades, sus cuerpos, y trabajando en los escenarios de una forma profesional, convincente, comprometida augura un lugar de emoción y alegría», expresa Mosquito Sancineto, que en otras ediciones fue tallerista y será jurado en esta oportunidad. «Dentro del marco que estamos viviendo ahora celebro el ‘Vamos que venimos’ de manera intensa. El Gobierno está odiando a los artistas. Y hay tanta gente oponiéndose a la cultura, que critica a los actores y actrices… de esa gente nociva y engañada hay que proteger a los adolescentes. Y decirles que lo que hacen es muy valioso, para ellos y para nosotres, que somos los espectadores de su trabajo», concluye Mosquito.
María Daniela Yaccar/Página 12-Espectáculos