Si un diario hubiera titulado la noticia del divorcio arácnido entre Disney y Sony con un “Todo rompen”, habría captado perfectamente el sentimiento de frustración de miles de fans en todo el mundo. Una frustración equivalente a la emoción que esos mismos fans sintieron cuando, en Capitán América: Civil War, aparecía el personaje de Tom Holland para birlarle el escudo a Steve Rogers.
Ahora, en rigor, lo único roto es un acuerdo comercial y varios corazones ñoños. Para algunos queda la esperanza en los rumores de un nuevo acuerdo comercial cuyo anuncio, por ahora, se hace desear. Para otros, toca pensar qué sucederá a partir de ahora con las dos franquicias. Eso requiere mirar la experiencia de la última década y un recuento de los anuncios para el futuro próximo.
Es cierto que Sony dio en la tecla con el tono de Spider-man. En particular con este último, interpretado por el torpemente encantador Tom Holland. Pero no es menos cierto que buena parte de ese tono lo dio su incorporación al Universo Cinemático Marvel: es mucho más fácil aceptar que El Hombre Araña está muy por encima de sus capacidades cuando tiene que lidiar con Thanos y compartir cartel con dioses nórdicos o héroes transgalácticos.
Será muy otra cosa cuando no tenga más referentes a favor o en contra que sus enemigos de toda la vida y vuelva a ser, como en sus anteriores encarnaciones, el principal héroe de Nueva York. Ya no estará (presumiblemente, ya no se lo podrá mencionar siquiera) Iron Man como mentor ausente ni Capitán América como figura admirada, de los mutantes ni hablar, y las superheroínas con las que podría haberse establecido una relación interesante también serán inaccesibles. Guionistas, productores y directores de Sony van a tener que dar muestras de mucho pulso creativo para compensar esas ausencias.
Por otro lado, suele decirse que Disney perdió una baza importante para su universo cinematográfico marvelita. Y es cierto. Pero perdió “poco” dinero (ok, es más dinero del que el común de los mortales ganará en una vida, pero para Disney es “poco”). Por el contrario, tiene muchísimo más dinero por ganar con cualquier reemplazo que imponga en lugar del arácnido. ¿Lo tiene? La respuesta es “sí, aún si todavía no lo sabe nadie”.
Disney Co. compró Marvel Comics y Marvel Studios no por amor a la historieta ni por el -entonces- incipiente éxito en la pantalla grande sino por su catálogo de personajes. No hay que engañarse: Marvel Comics es propietaria de los derechos de literalmente miles de personajes de distinto orden, tipo y calibre. Sony dispone de “apenas” 900 de ellos para sus films.
La(s) franquicia(s) en su conjunto es suficientemente versátil como para cautivar a nichos de mercado diametralmente opuestos. A veces con el mismo personaje: Punisher puede copar a los fachistoides de la National Rifle Association tanto como a los antimilitaristas, según qué director tome al personaje.
Desde luego, hay miles de rumores sobre cómo Marvel Studios reemplazará la partida del héroe de Brooklyn. Una que suena muy, muy fuerte es Ms. Marvel, alter ego de Kamala Khan. La joven superheroína es musulmana y ya tiene miniserie anunciada para la plataforma Disney+. Kamala tiene varios puntos a favor, además de su adolescencia: es mujer (Disney pisa fuerte en el segmento de chicas jóvenes), tiene superpoderes que encantarán en cualquier juguete y el factor religioso podría aparecer como uno de esos modos sutiles que los productores del MCU vienen usando desde hace años para bajar línea sutilmente en temas políticos de su país.
Otra opción bien podría ser Squirrel Girl (sí, “Chica Ardilla”), que ya apareció en los dibujos animados de la compañía, por motivos similares. Por otro lado, Disney se fusionó con Fox, y eso significa tener a mano a los mutantes y a los Cuatro Fantásticos. Bien podría aparecer un reemplazo por ahí. ¿Antorcha Humana? ¿Júbilo? ¿Kitty Pride/Shadowcat?
Cualquiera podría decir “bueno, pero Ms. Marvel y Squirrel Girl son personajes de segundo orden, no tienen el gancho del Hombre Araña». Es cierto. Tanto como que Disney consiguió vender una película que tiene entre sus personajes más entrañables un fortachón con asperger, un mapache psicótico y un árbol monosilábico. Y no sólo la audiencia la compró con gusto, también es (magia de James Gunn mediante) una de las películas juveniles más encantadoras de los últimos 20 o 30 años, al nivel de Breakfast Club.
Mientras tanto, ambas compañías seguirán facturando. Es difícil saber quién ganó o quién perdió más con la ruptura. A largo plazo, quizás Sony lamente su intransigencia. El universo arácnido es suficientemente rico, sí, pero así como hay pocos Robert Downey Jr., también hay pocos Tom Holland. Y estos, para colmo, tienen la mala costumbre de envejecer. Habrá que ver cuánto se estiran las redes de Spidey en Sony.
Andrés Valenzuela/Página 12