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San Lorenzo, cerca de la clasificación. Racing no aprovechó su chance

Oscar Romero, de penal, le dio la victoria al ciclotímico Ciclón.

San Lorenzo mostró sus dos caras ante Godoy Cruz: sonreía porque tenía todo para liquidarlo, pero se desmoronó luego del penal que falló Ángel Romero y terminó sufriendo ante un equipo visitante que hizo figura a Sebastián Torrico.

Más allá de las bajas entre lesionados y coronavirus, el conjunto de Boedo viene mostrando una doble personalidad que lo hace fluctuar.

Esta vez pudo reponerse después de otro golpe duro en la semana, ante Rosario Central por la Copa Sudamericana, aunque debió luchar contra el rival y también contra su Dr. Jekyll y Mr. Hyde interiores.

Sin ser una topadora. Sin siquiera ser el dueño exclusivo de la pelota, San Lorenzo hizo y generó mucho más que su rival en el comienzo de un partido clave para ambos equipos.

Oscar Romero, ubicado como enganche en el 4-3-1-2 que dispuso Diego Dabove, fue el primero que se animó con un zurdazo desde afuera. Después falló Nicolás Fernández tras un centro de Ángel. Luego fue el propio delantero paraguayo que remató para hacer esforzarse a Juan Espínola, su compatriota y compañero de la Selección.

Así y todo, el Ciclón no terminaba de estar cómodo sobre el cuidado césped del Nuevo Gasómetro. Y mucho tenía que ver la postura de un Godoy Cruz obligado a ganar para preservar sus chances matemáticas de clasificación. El Gallego Méndez superpobló la mitad de la cancha y desde allí ofreció resistencia, aunque le costó trepar hasta el arco de Sebastián Torrico. Fue Sebastián Lomónaco quien intentó algunas maniobras para escurrírsele a Víctor Salazar en alguna que otra y lograr un tiro liviano que detuvo el Cóndor.

Hasta que una buena combinación de pases de primera terminó con Juan Ramírez bajado por Wilder Cartagena adentro del área. Penal, gol de Oscar Romero y mayor tranquilidad para los vestidos de azulgrana, que desde allí empezó a sentirse dominante y a aprovechar los huecos que el Tomba regalaba a espaldas de sus volantes.

Uvita se hizo gigante entre los centrales visitantes para cabecear tras un envío de Gabriel Rojas, pero no tuvo puntería. Ángel casi parte el palo izquierdo de Espínola con un derechazo a quemarropa después de controlar con el pecho otro centro de Rojas. Y el mismo Espínola le desactivó una de zurda a Juan Ramírez.

San Lorenzo justificaba el triunfo pero corría riesgo al no poder prolongar la ventaja, algo que merecía desde las acciones. Ni con otro penal: Espínola se lo atajó a Ángel Romero. Eso envalentonó a los mendocinos, que se despertaron de golpe, y bajoneó al Ciclón, que entró en un pantano. Aparecieron las manos de San Torrico, que les ahogó el gol a Gonzalo Abrego y a Tomás Badaloni, a éste con un manotazo milagroso sobre la línea, y salvó el triunfo.

Nahuel Lanzillotta/Clarín

RACING TENÍA LA COMIDA SERVIDA, PERO SE OLVIDÓ LOS CUBIERTOS

Tuvo todo a su favor Racing. Porque los resultados de un domingo maratónico de fútbol le habían abierto una puerta inmejorable para acceder a la definición de la Copa de la Liga. Un triunfo en Santiago le daba oxígeno y hasta la chance de igualar contra San Lorenzo en la última jornada para estar entre los mejores del fútbol doméstico. Pero no solo lo desperdició. El 1 a 0 ante Central Córdoba lo expuso como un equipo sin ideas, frágil, con muy pocas respuestas, por momentos cansado, sí, y por otros hasta sin el pulso necesario como para quedarse con un triunfo que resultaba clave para su semestre. Ahora, los de Pizzi deberán hacer cuentas y después de otra semana con compromisos internacionales (el miércoles recibe a San Pablo por la Libertadores), tendrá que ganar en Avellaneda contra los de Boedo, para no mirar el cierre del torneo por TV. Ante el Ferroviario, Racing dejó pasar un tren inmejorable. Y su derrota se festejó con fuerza en Núñez.

La primera etapa en Santiago del Estero mostró que la ausencia de Copetti desde el inicio le modificó la idea ofensiva. Es que de la búsqueda directa para su hombre de punta (incansable, molesto para toda defensa, Debe ganarle el clásico a San Lorenzo. Y esta semana juega la Copa ante San Pablo. pero visiblemente afectado desde lo físico) mutó en una tenencia recostada sobre la izquierda, en donde Lovera y Mena construyeron una buena sociedad. Claro: con Maggi moviéndose por todo el frente de ataque y Melgarejo flotando, le faltó algo más de presencia en el área a los de Avellaneda. Y la única vez que la pisaron con firmeza en esos 45 minutos del inicio, Maggi la tiró por arriba del travesaño. Nunca más se repitió esa escena en un primer tiempo en el que los de Coleoni fueron ordenados, dinámicos pero con poca ambición ofensiva como para crearle riesgo a Gabriel Arias. Como si hubiese pensado una estrategia de desgastar a un equipo que en la semana había hecho un esfuerzo grande ante Sporting Cristal, el local dejó pasar los minutos, corrió y metió con fiereza y preparó el terreno…

El segundo tiempo fue a un ritmo aun más cansino para los de Avellaneda, que no pareció jamás entender la chance que tenía delante suyo. No solo para posicionarse entre los mejores de la Copa de la Liga, sino de indirectamente sacarse de encima a un rival como River de la definición (los de Gallardo quedaban casi eliminados en el caso de una victoria de Racing). Pero lejos de afrontar la segunda parte con rebeldía, decisión o empuje, todo se volvió monocorde. Y ni siquiera los cambios que intentó el DT (tiró a la cancha a Cvitanich y Copetti para sacudir el ataque) modificó la escena. Ahí, en ese estadio majestuoso en donde hace un mes y medio se había comido un cachetazo ante River que lo dejó tambaleando, Racing no reaccionó. Nunca. Y muy lejos de alimentarse de ganas, pareció desinflarse cada vez más.

Central Córdoba percibió eso. Y con sus armas, primero lo corrió. Luego lo apretó. Finalmente se lo ganó. Ya habían desperdiciado una buena contra con superioridad numérica los de Coleoni, en un aviso de lo que era capaz. Después Arias – de los pocos a la altura de esa “final”- le había sacado un buen remate a Hernán López. Pero nada despertó a Racing. Y tras un tiro de esquina, Lattanzio se encargó de sacarle provecho a una defensa que solo miró, quieta, con letargo, cómo el local le sacaba jugo a toda la falta de ambición que tenían los de celeste y azul.

Tras el gol en contra, el partido pedía un esfuerzo distinto. Quizá en el peor momento, justo cuando los músculos de un trajín de partidos interminables flaqueaban. Pero la duda se generó casi al instante. ¿Por qué si no lo había hecho hasta ese momento de golpe se acordaría de asediar s su rival? ¿Qué armas tenía a disposición para transformar la historia? ¿Quién iba a ser el abanderado de un cambio rotundo de actitud y de juego? Cuando todas esas preguntas se aparecían en la mente de Pizzi, del otro lado Coleoni aprovechó cada instante. Enfrió el juego, insistió en presionar y hasta estuvo más cerca de un segundo gol. Es que su arquero, Andrés Mehring, casi no tuvo que trabajar hasta el cierre del partido. Para los santiagueños se trató de la primera victoria como locales después de un año. Para Racing fue una enorme decepción.

Clarín/Deportes

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