River cumplió con la lógica y derrotó con facilidad por 2-0 a Independiente Rivadavia de Mendoza para volver a trepar a lo más alto de la Zona A de la Copa de la Liga, que quedó al rojo vivo con 4 equipos con el mismo puntaje. Después de un buen primer tiempo, el elenco que comanda Martín Demichelis se planchó y terminó regalando las mismas dudas de siempre.
Independiente Rivadavia fue un rival ideal para River. Y es que la noche en el Monumental había arrancado con algunas dudas: un puñado de silbidos para el entrenador Martín Demichelis cuando lo anunció la voz del estadio y el pedido del regreso de los Borrachos del Tablón (casi todos con derecho de admisión) por parte de la barra que estuvo detrás del arco que Franco Armani defendió en la etapa inicial. Todo ese murmullo raro de la previa se podría haber magnificado con un gol en contra. Por eso se dice que Independiente Rivadavia fue el rival ideal: nunca comprometió al local.
Antes de que Facundo Tello marcara el inicio del juego, River se encontraba en la sexta posición de su grupo. Por eso también era un juego peligroso para el conjunto de Núñez, con mucho para perder y no demasiado por ganar. Pero ahí estuvo Independiente Rivadavia, un elenco humilde y, conviene decirlo, sin demasiada jerarquía para jugar en Primera División. Adivinar cuándo iba a caer el primero de River y en cuánto iba a terminar el marcador fue el juego de los miles de hinchas que volvieron a copar el Monumental, muy a pesar del día y el horario del duelo.
Demichelis les dio descanso a algunos futbolistas y optó por un esquema más cercano a su preferido. Porque el dibujo no fue un 4-3-3, pero el 4-2-3-1 se le pareció bastante. Esta vez Pablo Solari y Facundo Colidio oficiaron de extremos y Claudio Echeverri acompañó al intratable Miguel Borja. Al centro se lo repartieron Rodrigo Aliendro y Nicolás Fonseca.
Una lupa podría ponerse en el hasta ahora irregular Colidio: evidencia su mejor nivel cuando arranca por la izquierda. Ahí es donde se muevo Esequiel Barco, que entró en el segundo tiempo. Una crítica por hacerle a Demichelis: aún no pudo hacer convivir a Barco y Colidio, tal vez los futbolistas más talentosos del plantel.
Fue un monólogo del local, que manejó la pelota de principio a fin y que jugó bien plantado en campo rival. La etapa inicial terminó con dos goles, pero podrían haber sido más si los palos no le hubieran evitado los goles a Colidio, Aliendro y Borja, que erró la más fácil de las que tuvo.
Y el colombiano, el terminador serial, siempre merece un párrafo aparte. El Colibrí, que arrancó muy atrás en la consideración de Demichelis, vive un momento de ensueño: todo lo que toca lo transforma en gol. O casi. El primero de sus festejos (el grito 200 en su carrera) fue de cabeza tras un córner de Echeverri desde el sector derecho. En el segundo, una contra hermosa, recibió de Marcelo Herrera, se dio vuelta y definió con algo de colaboración de Gastón Gil Romero.
En el complemento, River se cayó desde lo físico y eso debe ser algo preocupante para Demichelis. Es verdad que es ilógica la cantidad de partidos que se juegan en pocos días. Pero otros equipos se muestran más enteros. Por caso, la Lepra del debutante Martín Cicotello, que tal vez mereció marcar un gol por mostrar tanta vergüenza deportiva. Tuvieron sus chances los mendocinos, pero Armani estuvo en una de sus buenas noches. También el chileno Paulo Díaz apagó un par de incendios.
Los cambios a los que apeló el DT local no le dieron frescura ni rebeldía a River. Barco se paró de interior izquierdo y no se movió demasiado de su quintita. El mediocampista Agustín Palavecino reapareció luego de varios juegos y tampoco pesó, más allá de que las pidió a todas. El único que intentó algo distinto fue el juvenil Franco Mastantuono, aunque no encontró socios. Por eso River no goleó y el marcador fue solo 2-0.
Maximiliano Uría/Clarín-Deportes
Boca llegó a Santa Fe con el envión de los tres goles de Edinson Cavani, pero sólo pateó una vez al arco de Nicolás Campisi, que voló como un superhéroe para derogar la Ley del Ex. La expectativa azul y oro que se generó por las buenas sensaciones que habían producido el empate ante River en el Monumental y la victoria contra Belgrano en la Bombonera se desmoronó en noventa minutos descoloridos. Y Unión, que estaba un punto por debajo de su ilustre rival y a tres unidades de la zona de clasificación, ganó con autoridad. Necesitó de una pelota parada en el final, aunque hizo sobrados méritos a lo largo del partido.
En nueve fechas, la irregularidad domina al equipo de Diego Martínez, quien apenas hizo dos retoques respecto a la formación que el domingo venció a los cordobeses. Ingresaron Lucas Blondel y Carlos Lema en la defensa, cambios que no resultaron sustanciales. Salieron Luis Advíncula y Nicolás Figal como parte de la rotación.
El ex lateral de Tigre pasó poco al ataque y el zaguero chubutense, que arrastraba dificultades físicas, no dio las garantías de otras noches. Lento en el anticipo, flojo en la salida, perdió en el mano a mano. Nicolás Valentini, recientemente convocado a la Selección, estuvo lejos de justificar la decisión de Lionel Scaloni. Fue responsable del gol santafesino.
Unión se hizo cargo del protagonismo a partir de la proyección por las bandas, la agresividad de sus volantes con llegada y un inquieto ataque, en el que se lucieron Lucas Gamba, especialmente, y Adrián Balboa.
Con la excepción de esos primeros minutos en los que pareció profundizar con Kevin Zenón, Boca se fue diluyendo ante la presión tatengue. Y hubo una jugada polémica, algo casi habitual en todos los partidos del fútbol argentino. Cristian Medina disputó una pelota con Franco Pardo y le aplicó un pisotón en un empeine al zaguero local. Fernando Rapallini le mostró la tarjeta amarilla. Según el criterio que utilizó el árbitro, no hubo imprudencia ni juego brusco grave. La pierna del jugador cordobés no devolvió la misma sensación.
Unión tuvo dos posibilidades muy claras y Sergio Romero se reivindicó después de su opaca tarea ante Belgrano, cuando dio ventaja en ambos goles cordobeses.
Fueron dos notables tapadas del arquero. Primero, tras una combinación entre Gamba y Balboa, bloqueó con el cuerpo un puntazo de Mauro Pittón. Achicó rápido y llegó a tiempo al remate. Después hubo un centro de Gamba y manoteó un cabezazo a quemarropa de Pardo, a puro reflejo.
Boca, en cambio, no remató a la puerta de Campisi. Ese esquema flexible de Unión no le permitió abordar el juego. Con un 5-3-2 que se desplegaba para atacar y se replegaba con la misión de cortar circuitos cuando tocaba defender, dejó sin opciones creativas a Medina, no fluyó Campuzano y fue discontinuo Zenón.
Reaccionó con los cambios el conjunto visitante. Entraron Luca Langoni y Lucas Janson, nombres que refrescaron, en lugar de Jabes Saralegui –esta vez poco gravitantey Cavani, nuevamente desangelado. Luego se sumó Advíncula. Y el peruano combinó con Langoni por la derecha, llegó el pase para Zenón y un zurdazo potente que pedía ángulo. Campisi se lució con una atajada espectacular.
El Kily González desarmó la línea de cinco, introdujo a Nicolás Orsini en lugar de Bruno Pittón, lanzó un 4-3-3 y nunca aflojó en la intensidad. Unión, con Gamba como guía, manejó cada réplica.
Y en el final Boca cometió errores no forzados. De una pelota parada llegó el anticipo de Lautaro Blanco y el córner que derivó en el gol. Ejecutó Gamba, ganó Claudio Corvalán frente a Valentini y la pelota se clavó lejos del alcance de Romero.
Fue un premio para el capitán tatengue, que había mostrado una gran firmeza como stopper y fue incisivo desde su lateral. Fue un castigo para Boca, que no supo aprovechar el efecto Cavani y tiene por delante un clásico bravo contra Racing a orillas del Riachuelo. Que puede significar la recuperación y la esperanza de meterse en el final four de la Copa de la Liga o un duro golpe anímico. Se sabe: en el mundo xeneize no hay términos medios.
Daniel Avellaneda/Clarín-Deportes
OTROS RESULTADOS
Argentinos 0 – Gimnasia 0
Estudiantes 1 – Platense 2
Atlético Tucumán 0 – Banfield 3