
Independiente tuvo un arranque furioso en el segundo tiempo y consiguió un triunfo durísimo frente a Estudiantes, que se quedó sin punta y sin invicto. El equipo de Eduardo Domínguez mejoró en líneas generales con respecto a los partidos anteriores y tuvo en Vigo-Fernández, la dupla por el sector derecho, una de las claves de la victoria.
Con Argentinos, el jueves pasado, Independiente dejó una imagen preocupante. Tenía la posibilidad de rehabilitarse ante su público. Tuvo unos buenos 20 minutos iniciales, con alguna proyección de Vigo, en combinación con Leandro Fernández. El más activo resultó Lucas González, manejando el juego de su equipo y buscando siempre el mejor pase para sus compañeros. En el medio, Poblete fue creciendo poco a poco, con un gran segundo tiempo.
Pero Independiente sigue sin ser profundo. Benegas es un buen goleador y se mueve constantemente, pero pocas veces le llega la pelota en buenas condiciones. De a poco, el Rojo fue cayendo en la monotonía, se quedó sin ideas y sin juego asociado.
Estudiantes no tiene cuentas pendientes con su estilo. Espera, estudia al rival y ataca. Por derecha con Leandro Godoy y Castro, por izquierda con Más y Pellegrini. Por el medio, Osorio y Boselli esperando la chance. En cada ataque, desnudó las falencias defensivas del local. Llegó dos veces y en ambas ocasiones respondió bien el arquero uruguayo Sosa.
Primero rechazó un remate de Castro, ante una buena jugada por derecha, y el rebote lo tomó Zuqui quien definió por arriba del travesaño. Luego, ya sobre el final de la etapa, salvó con los pies otro remate de Castro.
Empezó mejor el Pincha en la parte final con una buena jugada colectiva de izquierda a derecha que terminó con un remate desviado de Godoy. Pero el local tuvo unos minutos de furia y a los 10 minutos ganaba 2 a 0.
Los buenos encuentros que habían tenido Vigo y Fernández en los primeros 20 minutos de la parte inicial, lo repitieron en el arranque del segundo. El lateral envió un centro ideal para Benegas, que ganó de cabeza y metió el primero. Un minuto después, en otro ataque furioso, Noguera le cometió penal a Benegas y Leandro Fernández aumentó.
El 2-0 desconcertó a Estudiantes que empezó a tener más de una desatención en defensa, y entonces Independiente estuvo cerca de marcar el tercero, que evitó Andújar. Cuando se repuso, el Pincha estuvo cerca del descuento con un cabezazo de Castro que se fue apenas desviado.
En un clima festivo y de tranquilidad, en Independiente debutó entre aplausos Iván Marcone, confeso hincha del club y flamante incorporación. En una de sus primeras acciones, cortó un avance rival y asistió a Fernández que casi marca el tercero.
El descuento de Godoy de cabeza, tras un buen centro desde la izquierda de Más, le aportó una cuota de emoción sobre el final a un partido que tuvo buen ritmo. El equipo de Zielinski adelantó líneas en busca del empate y se expuso a la contra local. Por momentos, metió a los dos centrales (Noguera y Rogel, buenos cabeceadores), en el área de Sosa. Y el local logró sostener la diferencia.
El desahogo final de la gente de Independiente en el estadio Libertadores de América, donde lleva cinco partidos sin derrotas, resultó un alivio tras varios partidos de insultos y silbidos. Anoche fueron aplausos.
Oscar Barnade/Clarín-Deportes

Parece un recital. Los hinchas iluminan las tribunas con las linternas de sus celulares. Y cantan, felices por el triunfo de un equipo que tiene la música del gol. Que aprovecha cada vez que Racing desafina. Una, dos, tres veces. Son errores no forzados, colapsos individuales. Luego, están las virtudes de los intérpretes. De Ramírez, pura potencia. De Ramón Sosa, de gran dinámica. De Brahian Alemán, que tiene un guante en el pie izquierdo. La Academia es un montón de voluntades dispersas. Que lejos estaban de ser una orquesta en el inicio, pero sonaban bien hasta el borde del área. Terminan vencidas, por cuarta vez en los últimos seis partidos, lleno de dudas.
Es imposible soslayar, claro está, esa jugada que podría haber cambiado el rumbo del partido. Un clarísimo penal de Oscar Piris sobre Enzo Copetti. Un instante antes, Yael Falcón Pérez les había advertido a los capitanes que había dejado de funcionar el VAR. El árbitro, sin el apoyo de Ezeiza, se equivocó. Y los nervios se apoderaron de Racing, que no terminó goleado porque el soporte tecnológico se arregló a un puñado de minutos del final y anuló el cuarto, obra de Ramírez.
Cuando fallan los futbolistas, poco se puede mirar hacia el banco. Cualquier planteo, por más bueno que sea, sucumbe ante las fallas de quienes transpiran la camiseta. Y justo cuando mejor estaba jugando el equipo de Gago, se encontró en desventaja.
Primero, falló Gastón Gómez. Después de cinco minutos de asedio sobre el arco platense, el otro Gómez, Jonathan, bajó a Lautaro Chávez. Y el tiro libre de Alemán, un centro que el arquero quiso descolgar, se le escurrió entre los guantes. Y de ese tiro de esquina, nuevamente ejecutado con maestría por el uruguayo, llegó el gol de Gimnasia. Anticipó Sosa, Chila tapó a puro reflejo, pero Ramírez aprovechó el rebote para inflar la red.
Gago había cambiado el esquema y un intérprete. La presencia de Eugenio Mena en lugar de Cardona fue clave. Porque se corporizó en un volante más a bordo de un 3-4-3 que desplegó a los laterales. El chileno se lanzó por la izquierda y Facundo Mura, por la derecha. En este contexto, y a pesar del prematuro golpe que recibió en La Plata, intentó ser profundo. Rápido, dinámico, punzante y directo, sin tantas vueltas, Racing agobió a Gimnasia.
Y cuando no desbordaban los laterales, fluía el juego interno. Con una buena articulación de pases que tenía mayor gravitación por la izquierda con el tándem que hacían Gómez, Gonzalo Piovi y Mena. Y cuando no se podía por afuera, Matías Rojas intentaba meter la diagonal, siempre con Enzo Copetti como faro de ataque.
Fue el chaqueño, con la potencia de un toro, el que consiguió el gol de la igualdad. Gómez metió una pelota desde el círculo central y el “9” le ganó con el cuerpo a Leonardo Morales. Dudó el zaguero, no llegó a cubrir Oscar
Piris y cuando achicó Rodrigo Rey, la clavó contra el palo más lejano del arquero mendocino.
Gimnasia mostró mayor actitud que juego asociado. Más allá de la pegada de Alemán, tuvo intensidad con Chávez por la derecha y Ramírez exigiendo a una defensa celeste y blanca que se paró casi en la mitad de la cancha. Todo un síntoma de la postura ofensiva de la Academia, que llegó a fondo, pero no encontró respuestas en el área. Aunque los mayores problemas no estuvieron por el centro, sino por los costados, donde Mura, especialmente, retrocedió mal.
Y en el momento en el que parecía que podía llegar el segundo de Racing, justamente Mura empujó a Ramírez casi contra la línea de fondo. A un metro, Falcón Pérez no dudó. Alemán, con un zurdazo, marcó el 2 a 1.
Gago mandó a la cancha a Fabricio Domínguez. Se lesionó Rojas, otra vez. Entró Vecchio y casi lo empata con un córner que intentó ser olímpico. La pelota pegó en el travesaño. Y el partido se rompió. El VAR, también. Y Falcón Pérez no vio el penal de Piris sobre Copetti. Y fluyeron espacios ante la desesperación de Racing. Y de nuevo se equivocó Gómez. Regaló una pelota que obligó a una falta de Piovi. Y Alemán no perdonó de tiro libre.
La respuesta de Gago fue Cardona, lento, sin cambio de ritmo, poco influyente. Y Gimnasia voló. No terminó 4 a 1, pero cerca estuvo. Racing se fue aturdido. A la espera de que los refuerzos cambien una cara que no para de sufrir cachetazos.
Daniel Avellaneda/Clarín-Deportes