
Sebastián Báez desbloqueó un nuevo nivel en torneos Masters 1000. El bonaerense, 19° del ranking, avanzó por primera vez a los octavos de final en un certamen de esa categoría, la segunda en importancia después de los Grand Slams, con una victoria por 2-6, 6-2 y 6-3 a Holger Rune, ex top ten, en la tercera ronda de Roma. Y lo hizo en el momento más oportuno, justo en el último tramo del camino de preparación para Roland Garros.
El argentino consiguió el segundo mejor triunfo de su carrera, si de ranking del rival se habla, y el tercero ante un top 20, ante los que tiene un historial de 3-23. Les había ganado al chileno Cristian Garín (entonces 18°) en los octavos de final de Córdoba 2022 y al ruso Andrey Rublev (8°) en las semis de Bastad de ese mismo año, para alcanzar la segunda final de su carrera en el circuito.
El festejo ante Rune tiene un sabor especial. Fue el primero en un Masters 1000 ante un jugador ubicado entre los 20 mejores de la clasificación mundial (estaba 0-10). Le permitió afianzarse como el máximo ganador del circuito en canchas lentas en 2024, con 17 victorias y apenas cinco derrotas. Y también colarse entre los 16 mejores de un torneo de este nivel por primera vez. El bonarense había llegado a la tercera ronda dos veces en Indian Wells y en Madrid, en 2023 y en 2024, y también en Shanghai la temporada pasada.
Báez arrancó complicado ante el danés, 12° del escalafón mundial y finalista en el Foro Itálico el año pasado, que lo pasó por arriba en el primer parcial. Pero con paciencia y un tenis de alto nivel, firmó una gran recuperación y hoy irá por los cuartos de final ante el polaco Hubert Hurkacz, verdugo del español Rafael Nadal y ayer de Tomás Etcheverry por 7-6 (9-7) y 6-2.
En el Grand Stand Arena, Báez, ganador de dos títulos en la gira sudamericana de polvo de ladrillo (Río de Janeiro y Santiago de Chile) cedió el saque dos veces en el comienzo del encuentro y quedó 0-4 demasiado rápido. No pudo con el tenis agresivo del danés, que conectó diez tiros ganadores en el set y lo cerró con otro quiebre en el octavo juego por 6-2.
La historia cambió completamente en el segundo parcial. Rune llegaba con una racha de seis victorias seguidas ante argentinos y bajó la efectividad, erró más y le dio la chance a Báez de meterse en el partido. Y él no desperdició la oportunidad. En la primera chance que tuvo, en el quinto game, consiguió un quiebre y quedó 3-2.
Al danés se lo vio muy incómodo, reprochándose sus equivocaciones y quejándose con los integrantes de su banco. El bonaerense, más concentrado que al principio, tomó las riendas del juego, volvió a robarle el servicio (5-2) y selló el parcial con un impecable game de saque, para forzar el tercero.
Con hinchada propia, Rune dejó claro en el arranque del set decisivo que, cuando no se deja dominar por sus emociones, puede ser un rival muy duro. Aunque también Seba demostró ser un adversario de cuidado.
Cuando parecía que Rune había vuelto a meter la cabeza en el partido, el bonaerense lo sacudió con una devolución de revés cruzado que le permitió concretar un quiebre y sacar una ventaja de 4-2. Y poco después supo cerrar el partido con autoridad con un nuevo quiebre.
Clarín/Deportes