Engaña el resultado. A Colón le costó quebrar a Zulia. Lo hizo recién en la segunda parte, cuando hizo correcciones. Y lo goleó cuando ya tenía tenía superioridad numérica por las tarjetas rojas de los visitantes.
A veces pasan como estas. Lavallén decidió el ingreso de Wilson Morelo para jugar el segundo tiempo. Cuando parecía que salía Leguizamón, el técnico cambió sobre la marcha y sacó al lateral Vigo. En la primera jugada, Morelo encontró un rechazo y emparejó la serie.
El gol cambió el tono del partido que había arrancado con alta tensión y había languidecido hacia la nada misma, negocio del Zulia.
Colón marcó diferencias en el primer cuarto de hora y tuvo una breve primavera en los minutos finales del primer tiempo. La presión ordenada y la sociedad Estigarribia, Aliendro, Bernardi por la franja izquierda vulneraban la contención del Zulia. Pero no se profundizaba, acaso porque la Pulga Rodríguez fue condenado a ir demasiado de punta. Cuando el 10 bajó a buscar la pelota, en ese tramo final de la primera parte, el juego fue más fluido. Sin embargo, Colón apenas creó dos situaciones, aisladas, y terminó la etapa atado, confundido, en bandeja para Zulia.
El gol fue un revulsivo y la entrada de Morelo cambió la actitud de Colón y el mapa del partido. El local tuvo un delantero más y resolvió la ausencia de un lateral conteniendo a Zuqui por la banda derecha. Zulia sintió el golpe y ya no buscó tanto el contraataque.
Un gol en cualquier arco liquidaba todo. Así que se encaminaron a un desenlace que prometía dramatismo. Un error sería fatal.
Y lo cometió Zulia. Resolvió mal un tiro libre a favor y retrocedió peor. Iba a matar de contra y de contra murió. Morelo, el hombre que cambió el partido, condujo hasta el momento exacto de darle el pase a Rodríguez y la Pulga marcó el segundo. Tanto entiende la Pulga este juego que al celebrar el gol pasó por el banco y le dijo “ponelo a Fritzler”. Entró Fritzler y Colón cerró las puertas.
Llegaron las rojas a Benítez y León y ya no había equivalencias. Chancalay puso el tercero, Lértora hizo el cuarto, justo pero exagerado.
Clarín/Corresponsalía Santa Fe