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Boca y River: empates con gusto a poco

Boca y River: empates con gusto a poco

El reencuentro de Boca con la Liga Profesional mostró caras nuevas, pero antiguos problemas. Los refuerzos tuvieron una noche descolorida en Florencio Varela, más allá de la influencia de Milton Giménez en el empate, una carambola que terminó empujando Kevin Gutiérrez contra su propio arco. A fin de cuentas, sus goles fueron producto de dos errores no forzados. Cada vez que sale de la Bombonera, sufre y empieza en desventaja. Deberá rescatar el punto porque estuvo dos veces abajo en el marcador, pero no podrá quedarse conforme con tantos desniveles. Defensa y Justicia fue superior y casi termina imponiéndose gracias a la Ley del Ex, dos pibes formados en La Candela que fueron protagonistas de los dos gritos locales.

Es cierto que Boca salió a jugar remendado. Con sus mejores volantes en París a la vigilia de los Juegos Olímpicos y un tendal de lesionados, Diego Martínez tuvo que apelar a una formación inédita en la que incluyó un par de juveniles de entrada y también, cuando movió el banco en el complemento. Arrancó con dos líneas de cuatro, modificó el esquema con tres centrales para el comienzo de la segunda etapa y terminó apurado. Nunca jugó bien.

Defensa y Justicia mostró que la idea no se condiciona, más allá del tamaño del rival que enfrente. Es un estilo de juego que pregona el club de Florencio Varela, así cambie de entrenador. En este caso, el joven Francisco Meneghini plantó un 3-4-2-1 con mucha amplitud por las bandas, especialmente a la izquierda, sector en el que Ignacio Galván fue incontenible para Dylan Gorosito.

Sin ir más lejos, cuando el cronómetro apenas había superado el minuto, el ex lateral de Racing se proyectó por el extremo, consiguió un córner y a la salida de ese tiro de esquina, remató a las manos de Sergio Romero.

En este contexto, Boca se entusiasmó con los espacios. Frente a un adversario que arriesga, y con dos centrodelanteros, es una tentación salir de contra al espacio. Quedó claro con un cambio de frente largo de Lautaro Blanco que Miguel Merentiel dominó, pero no pudo rematar en el mano a mano con Christopher Fiermarín. El lateral, bien profundo, fue muy punzante, pero sus desbordes no encontraron un buen final en el área.

Entonces, Defensa y Justicia logró el primer gol. Fue a partir de un tiro de esquina ejecutado por Aaron Molinas, falló Tomás Belmonte en la cobertura y Santiago Ramos Mingo anticipó el achique tardío de Sergio Romero.

Cinco minutos después, Boca consiguió el empate. Brian Aguirre ejecutó un córner pasado y Ayrton Portillo metió el puño para desviar la pelota justo cuando Pol Fernández se relamía con el remate. Leandro Rey Hilfer no lo advirtió, pero el VAR lo alertó. En la revisión, el árbitro corrigió y Merentiel marcó el penal.

Defensa y Justicia hizo mayores méritos por la construcción de su juego, más elaborado a partir de triangulaciones y el buen manejo de Molinas. Boca tuvo demasiados problemas en la gestación. Fundamentalmente, llamó la atención la posición de Aguirre. En Newell’s se destacó como extremo, pero Martínez lo obligó a volantear. Perdió agresividad, no influyó en el ataque y sufrió en su andarivel.

Entonces, llegó el segundo grito de Defensa y Justicia con un saque de Fiermarín que Miritello ganó dos veces de arriba ante Pol Fernández y Molinas aprovechó para sacudir de media distancia y dejar sin chances a Romero.

En el segundo tiempo, Mateo Mendía se incorporó a la defensa, Jabes Saralegui se instaló a la derecha y Aguirre se soltó un poco más. Hubo polémica en el gol del empate. Cuando arranca la jugada, la pelota rebota en Pol Fernández. ¿Fue en la mano o en el brazo? Las repeticiones no ayudaron, pero Merentiel dejó mano a mano a Giménez y una serie de rebotes derivaron en el 2 a 2.

Boca pareció impulsado por el gol y tuvo dos chances claras que tapó Fiermarín, un disparo de media distancia de Saralegui y un remate de Merentiel que rebotó en la espalda de Mendía y halló una gran respuesta del arquero uruguayo.

Defensa y Justicia también cambió, pero ya no llegó con tanto peso al área de Romero. La igualdad no premió su supremacía.

Boca se llevó un empate que de ninguna manera maquilla sus dificultades, por más bajas que haya tenido este domingo. Y perdió una buena oportunidad de acomodarse en un mejor puesto. Está anclado en la mitad de la tabla y todavía afuera de la Libertadores en la general. La meta está puesta en la Sudamericana. Tendrá que mostrar otra versión, claro.

Daniel Avellaneda/Clarín-Deportes

RIVER LO PERDÍA Y LO EMPATÓ EN EL TIEMPO ADICIONAL

La angustia se apodera del Monumental. El partido entra en tiempo de descuento y River cae ante Lanús en la reanudación de la Liga Profesional tras el parate por la Copa América. Pero en el campo de juego el que no entra en pánico es ese hombre moreno y corpulento que lleva la 9 en la espalda. Es él quien rescata al equipo de Martín Demichelis de una derrota y vuelve a estampar el empate como lo había hecho un rato antes para sellar en 2-2 el resultado final. La gloria es de Miguel Borja.

River perdía 1-0 cuando Demichelis mandó a la cancha a Borja, quien volvió el viernes tras jugar la Copa América. Con su entrada, el técnico modificó el esquema y dejó a Borja como punta de lanza. Sacó a Aliendro y Solari y Colidio quedaron por los costados como extremos. Sin embargo, el empate llega por un grosero error de Ezequiel Muñoz y una avivada del colombiano. El defensor de Lanús la dejó corta cuando dio el pase atrás a Aguerre y Borja lo aprovechó.

River no jugaba bien antes del gol y tampoco empezó a hacerlo luego del empate, pero al menos tenía otra iniciativa. Apoyado por su gente y el “movete River, movete” que bajaba con fuerza desde las tribunas con fuerza, en modo de aliento y también de reclamo, empujó contra el arco de Aguerre, quien tapó cuatro pelotas claves. Una de ellas, en el primer tiempo, para detener un tiro libre de Lanzini y las otras en el segundo tiempo.

A River le costaba hilvanar juego. Y repitió viejos problemas. Demichelis no le encuentra la vuelta al mediocampo. Cambia de nombres y de esquemas pero no se alcanzan buenos rendimientos. Y más allá de la prolijidad de Peña, y de las ganas de Mastantuono, el equipo no encontraba la llave para destrabar el cerrojo de Lanús. Se repetía en toques intrascendentes, por adentro y en horizontal. Y no pateaba al arco. Aliendro parecía perdido y Lanzini no pesaba.

Además, a River le faltaba presencia en las bandas, que debían ser ocupada en ataque por los laterales. Pero ni Simón ni Enzo Díaz supieron aprovecharla. Tampoco había profundidad. Y eso que había arrancado el partido con voracidad. A los 10 segundos, dejó mano a mano a Solari, pero definió alto.

Lanús, por su parte, esperaba agazapado el momento. Con un férreo e inquebrantable 4-4-2, al que en el segundo tiempo Zielinski le dio paso al 5-3-2, se sostuvo en las manos de Aguerre, la seguridad de Izquierdoz y Luciatti y un medio batallador. Y sorprendió en el inicio del complemento cuando, tras un pelotazo, Jonathan Torres le ganó fácil a Paulo Díaz y asistió a Marcelino Moreno, quien tras dejar pagando a Gattoni y a Simón (no quiso hacerle penal) definió de zurda.

Cuando River empató tras el error de Múñoz y la piolada de Borja, Lanús siguió defendiendo con fuerza, aunque cerca de su arco. Así y todo, no sufrió demasiado. Es que lo de River era más ímpetu que claridad. Hubo algún desborde, claro. Como el del centro de Simón, cortado por Luciatti, quien se tiró a los pies y su pelota dio en el brazo. Para Rapallini fue de apoyo.

El partido se iba, pero faltaban emociones. Demichelis mandó a la cancha a Bareiro, quien sería clave al participar en la jugada del gol del empate final con un pase de espaldas a Solari y molestando en el rebote. En el descuento Lanús aprovechó los espacios para volver a golpear. Gattoni se confió y no rechazó, Morgantini le quitó la pelota, pateó y Ledesma dio rebote largo. La jugada siguió y llegó un centro de Moreno a la cabeza de Torres, quien le ganó Gattoni para enardecer al Monumental. Y antes de que todo fuera un infierno, volvió a aparecer Borja y rescató a River. Sin él, no hay paraíso.

Maximiliano Benozzi/Clarín-Deportes

OTROS RESULTADOS

Central Córdoba 0 – Platense 2

Estudiantes 0 – Unión 0

Vélez 3 – Talleres 0

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