Para quedarse con su séptima Copa Libertadores Boca deberá ganar en el Maracaná. Claro que siempre tendrá la opción de definir por penales y para ello tendrá que no perder. Y es cierto que ganar por penales también es ganar, pero sabe Jorge Almirón y todo Boca que en la final de esta tarde ante Fluminense la obligación de la historia del club y de su camiseta es apostar a vencer en los 90 minutos. Esa es la mentalidad que debe tener un equipo ganador, después si no se puede ganar intentará estirar la definición aunque esta vez -a diferencia de octavos, cuartos y semis, todas instancias en las que Boca se impuso en los penales- habrá dos tiempos suplementarios de 15 minutos cada uno antes de llegar a definir desde los doce pasos.
Hasta aquí el reglamento frío y obvio. Entonces, descartada la especulación como una estrategia efectiva para vencer, lo de Almirón y Fernando Diniz -DT del Flu y la selección brasileña en simultáneo- se tratará más de una partida de truco que de ajedrez: es decir, el que tenga el ancho se llevará la Copa. Y cartas sobran: Edinson Cavani de un lado, Marcelo del otro; Merentiel y Barco; Kennedy, Cano o Ganso del otro. Será cuestión de conocer quién asume el rol de ser el as de espadas y quién queda como el de bastos.
Hasta que a las 17 de hoy el árbitro colombiano Wilmar Roldán haga sonar su silbato, las piezas sí estarán desplegadas sobre el tablero. Boca irá con su 4-4-2 con Romero; Advíncula, Figal, Valentini, Fabra; Medina, Pol, Equi, Barco; Merentiel y Cavani. Fluminense se parará 4-1-3-2 con Fabio, Samuel Xavier, Nino, Felipe Melo, Marcelo; André; Arias, Ganso, Keno; John Kennedy (también Alexsander podría ingresar en su lugar para formar un 4-23-1) y Germán Cano.
Los duelos por las bandas son obvios. Pero la clave estará en el medio. Boca debe descifrar cómo hará para detener a Marcelo cuando abandone su andarivel y se pare de 10 para conducir al equipo. ¿Quién “saltará” a obstruir al ex Real Madrid? Se sabe: si salen de a uno, puede ser un festival de pases entre el zurdo y Ganso, siempre claro para meter el pase-gol.
La estrategia de Boca -a priori- será similar a la del primer tiempo en el Allianz Parque frente a Palmeiras: jugar rápido a espaldas de Nino y Felipe Melo (ambos llegan con lo justo desde lo físico) y apostar por la potencia de Miguel Merentiel. Mucho de lo que haga Boca dependerá además de lo que haga Cavani: si le tiran pelotazos, lo del Matador será intrascendente, pero si lo buscan por abajo para que el uruguayo aguante la pelota y absorba la presión, o juegue de primera para abrir espacios, el ataque de Boca tendrá otra cara.
Otra carta a tener en cuenta es la de Valentini. El central zurdo jugará su primera final y de él dependerá cuánto extrañe Boca a su capitán Marcos Rojo, expulsado ante Palmeiras y suspendido para la final. Una baja clave. Si el rubio zaguero soporta la presión, Boca tiene grandes chances de sonreír al final de la jornada.
Es que Fluminense ataca mucho mejor de lo que defiende. En las tres series de mata-mata (Argentinos Juniors, Olimpia e Inter) marcó 12 goles y le convirtieron 5. Por el Brasileirão (se ubica 8vo), tras 31 jornadas, anotó 42 y recibió 41. Todo un síntoma. Otra vez contará con Germán Cano (goleador de la Copa con 12 gritos), más Kennedy (héroe ante Inter), Arias y Keno, dos flechas por las bandas. Claro que los delanteros quedarán obsoletos si Boca logra neutralizar a los lanzadores.
Se espera un partido trabado, pero un gol rápido puede romper con todos los esquemas. Y cuando las piernas pesen, Boca parece tener mejor banco con Valdez, Saracchi, Campuzano, Langoni, Benedetto y Janson. Diniz tiene menos recambio. Por eso tal vez un partido “largo” sea beneficioso para el conjunto argentino. Pero se trata de fútbol y todo está por verse.
Juan Lagares/Clarín-Deportes