
Pablo César Aimar hacía un año que había llegado a River desde Estudiantes de Río Cuarto, su ciudad natal. Vivía en la pensión del club y estaba en tercer año del secundario. Tenía 15 años y fue la figura del juvenil argentino en el Sudamericano Sub 17 de Perú y en el Mundial de Ecuador en 1995. Un producto genuino la era de José Néstor Pekerman, el entrenador que catapultó a los juveniles argentinos al primer nivel internacional.
Aimar ya no es el Payasito que deleitaba con la pelota. Ahora, a los 39 años, es el responsable de la Sub 17 que debutará hoy ante España -subcampeón en India 2017- , a las 17 horas en Vitória, en el Mundial de Brasil. Llega a la competencia con un récord y va por otro. Será el primero en la historia en jugar y dirigir en el Mundial de la categoría. Disputó seis partidos y marcó tres goles en el tercer puesto de Ecuador 95. Veinticuatro años después, buscará el primer título mundial Sub 17 para Argentina. En la primera fase, además, se senfrentará con Camerún (jueves 31) y Tayikistán (domingo 3).
“Lo vivo con la misma ilusión que cuando tenía 15 años y fui a Ecuador a mi primer Mundial. Y veo en los chicos lo mismo. Han cambiado los tiempos y la vida es un poco diferente ahora pero los jóvenes siguen teniendo mucha ilusión por vivir esto”, dijo Aimar, quien además jugó dosMundiales Sub 20, en una entrevista publicada ayer en el sitio oficial de la FIFA. También enfatizó: “Jugar un Mundial no tiene comparación con ninguna otra competencia. Nosotros preparamos a los chicos para el momento que van a vivir, pero son ellos los que van a recorrer esa experiencia inigualable”.
Además contó que le gusta esta faceta como entrenador, que comparte esa pasión con Diego Placente, su ayudante de campo, y que no toma como pasajera esta profesión. Y de sus dirigidos, afirmó: “No es lo que vos enseñás. Armamos entrenamientos y los chicos van mejorándose unos a otros. Hasta ahora los resultados los han acompañado. Han ganado los Sudamericanos Sub 15 y Sub 17. Y ahora tienen la posibilidad de jugar al menos tres partidos en un torneo inigualable, lo máximo a lo que pueden aspirar”.
En la preparación para el Mundial de Brasil, Aimar mostró que las enseñanzas que partieron del equipo que encabezaba Pekerman no fueron en vano. Hay dos muestras públicas.
La primera sucedió el martes 22 pasado. Juan Román Riquelme, muy amigo de Pablo Aimar de sus tiempos juveniles, pasó por el predio que la AFA tiene en Ezeiza para ver el entrenamiento y charlar con los actuales jugadores. En el centro de una de las canchas, hablaron un largo rato.
Al día siguiente, el plantel realizó un taller de comunicación y redes sociales, y también tuvieron unas charlas sobre integridad y comunicación. La postura de Aimar quedó clara después de que Argentina se coronara campeón sudamericano Sub 17, en Perú, en abril pasado: “Ganar no es lo único. Hay que ser educados y respetuosos. Cultivar valores en los chicos es muy importante en esta etapa. No sé si influye en el juego, pero sí en la vida”.
Hay una búsqueda, una enseñanza. Y declaraciones de los pibes que parecen que las semillas sembradas ya empezaron a brotar. “Quiero ser profesional y con mis primeros sueldos comprarles una casa a mis viejos. Me siento un chico especial por tener a Aimar como entrenador. Me hizo ver dónde estaba parado”, contó tras ganar el sudamericano Matías Godoy, el pibe de Atlético de Rafaela que ahora disputará el Mundial.
“Tener este cuerpo técnico al lado sirve muchísimo, porque aprendemos de gente con mucha experiencia. Toda mi familia está muy feliz de que yo tenga esta oportunidad”, explicó Francisco Flores, defensor de San Lorenzo, en la conferencia de prensa brindada en Brasil en la previa del debut.
Muchos jugadores conocen a Aimar, Placente y el resto del cuerpo técnico desde marzo de 2017, cuando los discípulos de Pekerman asumieron como entrenadores de las juveniles. Varios como Flores y Godoy, Bruno Amione (Belgrano), Matías Palacios (San Lorenzo) y Matías Godoy, entre otros, fueron campeones sudamericano Sub 15 en noviembre de 2017 en San Juan.
Las sugerencias son simples, sencillas, cotidianas. Los invitan a no dejar nada tirado en el piso y a levantar los platos de la mesa luego de las comidas; a leer libros, a estudiar inglés, a rendir satisfactoriamente en la escuela; a saludar a los rivales; a respetar a los árbitros y al público. Como dice Aimar, tal vez no influya en el juego, pero sí en el futuro como ciudadanos. Es el legado Pekerman. Será el legado Aimar.
Oscar Barnade/Clarín