En los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, Simone Biles se colgó cuatro medallas de oro y una de bronce y extendió un dominio que había comenzado tres años antes, en su primera participación en un campeonato del mundo en Amberes. Entonces en la gimnasia artística se instaló el debate sobre quién era la mejor gimnasta de todos los tiempos: ella o Svetlana Khorkina.
La estadounidense pareció zanjar la discusión el año pasado en Doha, cuando igualó el récord absoluto de 20 medallas mundialistas de la rusa y se transformó en la primera gimnasta en alcanzar las 14 doradas. Pero por si quedaban dudas, ayer, en el Mundial de Stuttgart, la norteamericana lo confirmó: la corona de la mejor de la historia le pertenece.
En esa ciudad alemana, Biles lideró al seleccionado estadounidense que se consagró campeón en la prueba por equipos al finalizar primero con 173.330 puntos, por delante de Rusia (segundo con 166.529) e Italia (tercero con 164.796). Así, Simone -que consiguió 15.400 en salto, 14.600 en barras, 14.433 en viga y 15.333 en suelosumó su 21ª medalla en un campeonato del mundo -la 15ª de oro- y quedó como la máxima ganadora en la rama femenina en esta categoría.
Leyendas vivas de la gimnasia, Biles y Khorkina -retirada en 2004- son dueñas de dos estilos completamente diferentes. La rusa, que con 1,65 metro superaba el promedio de altura que es común en este deporte, aprovechaba su físico para crear movimientos elegantes y llenos de gracia. La estadounidense, con 1,42 metro de puro músculo, se caracteriza por rutinas de más potencia y precisión, no tan vistosas pero igualmente sorprendentes.
Así, la comparación entre ambas para determinar quién es mejor -tarea difícil de por sí en una disciplina en la que los puntajes dependen en cierto grado de la apreciación y la subjetividad de los jueces- terminó cayendo en la frialdad de los números. Y los números ponen a Biles un escalón más alto.
Khorkina reinó en la rama femenina durante diez años, en los que ganó nueve medallas doradas, ocho plateadas y tres de bronce en siete Mundiales (desde Brisbane 1994 hasta Anaheim 2003); además de dos oros cuatro platas y un bronce en tres Juegos Olímpicos, Atlanta 1996, Sydney 2000 y Atenas 2004. En esa década, además, introdujo nueve elementos al sistema de puntuación, dos en salto, tres en barras, tres en viga y uno en suelo.
Biles necesitó mucho menos tiempo para superar esas estadísticas que lucían inasibles. La estadounidense conquistó más oros olímpicos que la rusa en una sola edición de los Juegos. En su debut, en Río de Janeiro 2016, fue campeona por equipos, en el all around, en suelo y en salto; y terminó tercera en viga.
Simone también dejó su nombre para siempre en el código de puntuación de la FIG con cuatro novedosos elementos, dos de los cuáles presentó en Stuttgart. El primero, un doble mortal con triple pirueta en suelo -el segundo que introdujo en ese aparato-, recibió la máxima valoración posible: la «J» que equivale a un punto de dificultad.
El segundo, una salida de viga con doble mortal hacia atrás con dos giros que obliga a la gimnasta a hacer una rotación en el aire de 720 grados, fue calificado como H (0,8 puntos), menos de lo que todos esperaba. Es que la FIG consideró que esa recepción conlleva un riesgo tan alto que le bajó el puntaje para no incentivar a otras atletas a intentarlo sin estar preparadas. Más allá de la polémica y el enojo que generó esa decisión, Biles ya se metió en la historia con dos «piruetas» que ninguna de sus rivales parece preparada para ejecutar con éxito.
Y en apenas cinco participaciones, destronó a Khorkina como reina de los mundiales. A sus cosechas en Amberes 2013 (dos oros, una plata y un bronce), Nanning 2014 (4-1-0), Glasgow 2015 (4-0-1) y Doha 2018 (4-1-1), este martes les sumó una más para totalizar 21 medallas: 15 de oro, tres plateadas y tres más de bronce.
Otra vez campeona, la estadounidense parece haberle puesto fin a esa discusión sobre quién es la mejor. Ahora irá por más. Entre mañana y el domingo disputará las finales del all around -buscará su quinto oro consecutivo en una prueba en la que ya tiene el récord de títulos- y las cuatro de los aparatos. Si se sube al menos a tres podios se transformará en la gimnasta con más medallas de la historia, hombre o mujer, porque superará la marca de 23 (12-7-4) del también legendario bielorruso Vitaly Scherbo.
Biles ya es la mejor. Pero tiene otra cita con la historia en Stuttgart para seguir agrandando su leyenda.
Luciana Aranguiz/Clarín