
Santiago Lange tiene 59 años y tres medallas olímpicas. Arquitecto naval de profesión, “adicto al alto rendimiento”, como él mismo se define, y leyenda viva del olimpismo mundial, el velista sanisidrense es dueño de una historia que emociona, sorprende e inspira. Y que contó en “Viento. La travesía de mi vida”, la autobiografía que escribió junto al periodista Nicolás Cassese. El proceso de escritura del libro lo obligó a repasar y recorrer todos los capítulos pasados de su trayectoria deportiva y su vida personal, algo que él no disfrutó mucho.
“No soportaba hablar tanto de mí. Soy muy poco de mirar para atrás y no juzgo si es buenísimo lo que hice deportivamente en el pasado. Trato de analizar si disfruté mi vida y miro mucho para adelante”, le cuenta a Clarín quien se colgó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 en la clase Nacra 17 junto a Cecilia Carranza.
Se concentra en el futuro. Y en un futuro cercano aparece Tokio 2020, la séptima cita olímpica de su carrera, a la que llegará con un objetivo bien claro. “Me gustaría romperla y conseguir una medalla”, afirma entre risas, sin dudarlo y con derecho de sobra para apuntar tan alto.
El objetivo para Tokio está claro, pero casi todo lo demás en torno a los Juegos sigue envuelto en una nube de dudas por la pandemia de coronavirus que no da tregua. Desde cómo será el calendario de competencias y preparación en los próximos meses hasta cuáles serán las condiciones para la estadía de Lange, Carranza y su equipo en Tokio.
La dupla está instalada en Europa, donde se entrenó y se entrena con otros velistas de elite, entre ellos los austríacos Thomas Zajac y Tanja Frank, ganadores del bronce en Río. Aún no sabe si podrán disputar alguna competencia próximamente, pero la idea es quedarse en el Viejo Continente y viajar en mayo a Japón, para ya instalarse en Tokio y terminar de prepararse para los Juegos Olímpicos en la capital nipona. Igual nada está confirmado y esa incertidumbre no ayuda.
“Es realmente difícil, porque además nosotros tenemos la logística especial de tener que enviar los barcos. A mí me encantaría llegar a Japón el 1° de mayo y todavía es nuestro plan, pero no sabemos si podremos, aunque ya hay barcos viajando a Japón.
Tampoco es seguro que no vayamos a tener que hacer 14 días de cuarentena al llegar ni si vamos a poder vivir afuera de la Villa Olímpica, como queremos, porque es una estrategia que siempre nos da muy buenos resultados. Por ahora no sabemos nada y eso hace que todo lo que es la planificación se complique mucho”, comenta Lange.
Aunque agrega: “Es todo realmente muy, muy complejo y la incertidumbre sigue, pero hay que aceptarlo y ser inteligentes y flexibles. Es el juego que estamos jugando ahora. Y estamos súper ilusionados y con las ganas intactas”
-Cada tanto surgen nuevos rumores sobre los Juegos: que se harán, que se pospondrán, que se cancelarán… ¿Cómo afecta esa información cruzada a los atletas?
-Yo trato de no leer ni ver nada. Pero vi esa nota de “The Times”, que afirmaba que se iban a cancelar, y me hizo filosofar sobre el mundo en que vivimos. Que alguien en Inglaterra escriba una cosa, todos los medios lo copien y se arme una historia que no es verdad me llama enormemente la atención. Igual, tengo claro que nosotros tenemos que concentrarnos mucho en lo nuestro y si tienen que ser, serán…
-¿Te preocupa un poquito que finalmente no se puedan hacer?
-Sí, por supuesto. No sería una buena noticia. Igual, como te dije, tenemos que estar focalizados en lo nuestro. Los Juegos se vienen y este es un año que hay que disfrutar y en el que hay que laburar mucho.
-Más allá de las ganas que tenés de competir en Tokio, ¿creés que es una buena idea que se celebren estos Juegos en este contexto?
-Es una buena pregunta. A veces uno habla con la pasión que tenemos como deportistas, pero no quita que seamos sensibles a lo que pasa en el mundo. Soy muy consciente de lo que estamos viviendo todos y lo más importante es la salud. No sé si se tienen que hacer los Juegos o no, pero espero que se puedan celebrar y Dios quiera que sean la luz al final de este túnel horrible que estamos atravesando.
–¿Cómo están deportivamente ustedes como dupla?
-Estamos donde queríamos estar en este momento. Volver a navegar fue muy difícil. Se hizo cuesta arriba, porque nos salían mal cosas que sabíamos hacer. A mí me costó el hecho de tener que esperar un año más para Tokio. Por suerte el año pasado, después de tres meses encerrados en Argentina, pudimos hace una gira por Europa y recuperar lo que habíamos perdido de preparación. Aunque a un precio alto, que fue no volver al país por cinco meses. En esas primeras competencias nos sentimos un poco en desventaja con los europeos, que casi no pararon. Pero no es excusa. Hoy estamos bien, con trabajo por hacer, pero con muchas ganas y las pilas recargadas.
El foco ahora está puesto en la preparación, que apunta a llegar a Tokio como la mejor versión del equipo. “Creo realmente que ganar, se gana en los entrenamientos. Por eso me enojo mucho si entrenamos mal o si nos salen mal las cosas en esos momentos y por eso soy muy obsesivo y exigente con la preparación. No pienso que quiero ganar, sino en el día a día, en todos los detalles que harán que estemos lo mejor preparados posible para competir”, explica.
-Hay muchos atletas argentinos que te propusieron como abanderado para la ceremonia inaugural de Tokio. ¿Qué te genera eso?
-Respeto muchísimo a todos los atletas argentinos y soy muy consciente de todo lo que hacen y trabajan para representar al país. Así que sería algo alucinante, un orgullo y una satisfacción inmensa. No lo pienso porque no depende de mí, pero si me eligen voy a llevar la bandera con muchísima honra por todos los que van detrás y por todo el equipo argentino.
-Decías que querés ir a ya ganar una medalla. ¿Sentís presión por repetir lo de Río de Janeiro?
-Hoy, a mi edad, sé que lo que hago, lo hago por elección propia. Y tengo la tranquilidad que te da la experiencia. En los Juegos de Atenas 2004, con Carlos (Espínola, con quien ganó el bronce en Tornado en esa cita y en Beijing 2008), quería mi primera medalla. Y la presión que sentía en ese momento no es la misma que siento hoy. Hay un montón de cosas que van cambiando a lo largo de tu carrera deportiva y modificando la visión que tenés sobre los Juegos Olímpicos. Pero sí: vamos a los Juegos a tratar de ganar otra vez.
-¿Proyectás Tokio 2020 como los últimos Juegos Olímpicos de tu carrera?
-Me gustaría que no fueran los últimos. En chiste, le dije al equipo que ya comenzamos a trabajar para París 2024, lo que en un punto es cierto, porque ya estamos en los cuatro años previos a esos Juegos. Pero la verdad, así como estaba convencido antes de Río de que quería seguir, esta vez no lo sé. Lo voy a tener que pensar un poquito y analizar lo que estoy dejando de lado y las ganas que tengo. Aunque te puedo asegurar que estoy ilusionado con seguir y no siento que tenga un límite. Todavía no me imagino mi vida después del retiro. Soy un adicto al alto rendimiento.
Luciana Aranguiz/Clarín