La atleta rusa Maria Lasitskene, que compite con bandera neutral por la suspensión que pesa desde 2015 sobre su país en el atletismo, cumplió una vez más los pronósticos y firmó su tercer título mundial consecutivo en el salto alto, este lunes en Doha.
Lasitskene terminó con una altura de 2,04 metros, lo que le valió para superar en el podio a la ucraniana Yaroslava Mahuchikh (2,04, pero con más intentos), plata, y a la estadounidense Vashti Cunningham (2,00), que se quedó con el bronce.
Desde 2017, la joven de 26 años es casi invencible. Eleva ahora la cuenta a 45 victorias en 47 concursos en estas tres últimas temporadas.
Días antes del inicio del campeonato mundial, la atleta publicó un descargo en su cuenta de Instagram contra la Federación Rusa de Atletismo (FRA) tras las nuevas acusaciones vertidas por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA): “No tengo intención de perderme unos segundos Juegos por culpa de una gente cualquiera que no puede cumplir honestamente con su trabajo”.
“Ya no somos los mismos de antes de los Juegos de Río. Ahora vamos a defender nuestro derecho a competir en los Juegos Olímpicos. No volveremos a firmar ninguna demanda colectiva. Si hay que acudir al TAS, acudiré y lucharé precisamente por mí misma”, señalaba la saltadora que este mismo año mejoró a 2,06 metros su marca personal.
Número con el que no le bastó en la final de este lunes, pero que le sitúa ya con la vista puesta en poder quebrar a corto o medio plazo la plusmarca mundial de la búlgara Stefka Kostadinova (2,09 metros). Este lunes probó con la barra de 2,08 metros, que derribó por tres ocasiones. “Stefka saltaba en otro tiempo, contra otros rivales. Había resultados totalmente diferentes. Ahora, saltas dos metros y tienes garantizado un puesto en el pedestal. Entonces, saltabas dos metros y podías quedarte fuera de los cinco primeros”.
En los últimos tiempos, Lasitskene, que antes de su matrimonio con el periodista lituano Vladas Lasitskas competía con su apellido de soltera (Kuchina), se ha convertido en un símbolo del hartazgo de los atletas rusos ante los cuatro años de suspensión que les impide poder lucir los colores de su país o escuchar el himno nacional en las grandes competiciones.
Lasitskene fue una de las víctimas de esta suspensión, perdiéndose los Juegos Olímpicos de Rio, una circunstancia aprovechada por la veterana española Ruth Beitia para colgarse la medalla de oro.
Después, desde 2017, esta espigada morena (1,82 metros, 60 kilogramos) fue autorizada a competir con bandera neutral, tras acreditarse que no tuvo relación con el dopaje. Sin embargo, en sus presentaciones no pudo escuchar el himno de su país, no tenía un escudo nacional en su pecho ni una bandera que la identifique.
La Agencia Antidopaje Rusa (RUSADA) tiene tres semanas para responder a las nuevas reclamaciones de la AMA, que amenazan su participación en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Infobae/Deportes