MG Radio 24 Villa Pueyrredón
Arabia Saudita volverá a montar en su territorio un evento deportivo de interés mundial. La velada boxística arrancará hoy a las 6 y el combate estelar está programado para la 10 en punto y podrá seguirse por la plataforma DAZN, que transmitirá toda la cartelera. En Riad, la atracción llegará a todo el mundo con dos púgiles que, por diferenciarse tanto, atraen a los amantes del nocaut. Eso se espera de Naoya Inoue, campeón indiscutido de los supergallos y figura dominante del boxeo contemporáneo, que volverá a subirse al ring para enfrentar a Alan Picasso, el joven mexicano que llega invicto y con una ambición que no se limita al resultado.
Se la presentó como “La noche de los samurais” y será un cruce de eras, estilos y concepciones.
El Monstruo Inoue pelea contra una vara que él mismo elevó: llega invicto al combate en 31 peleas, 27 de ellas ganadas por nocaut, y es el dueño de los cinturones del Consejo Mundial de Boxeo, la Asociación Mundial de Boxo, la Organización Mundial de Boxeo y la Federación Internacional de Boxeo. Su última defensa, en septiembre, fue una clase magistral frente al uzbeko Murodjon Akhmadaliev en la que controló cada aspecto del combate durante los 12 asaltos.
Del otro lado aparece el Rey Picasso, invicto de 25 años. Formado en una escuela que históricamente exaltó el coraje y la frontalidad, su desempeño en el cuadrilátero lo muesta como un interprete menos lineal. Pero hay algo más inusual que su apellido asociado al boxeo: Picasso además está a pocas materias de completar una licenciatura en neurociencia y física. “Ahora me centro en el efecto de los golpes en el cerebro; es un estudio que realizo con un profesor mío para evaluar los posibles daños de los impactos y cómo poder minimizarlos en el futuro”, le explicó al diario español Marca.
Picasso se subirá a pelear con alguien que vive de dar golpes a la cabeza de sus rivales, justamente su objeto de estudio. Sin embargo no nació en una cuna de universitarios: su padre y su abuelo también se pusieron los guantes. “Empecé con 7 años; ellos me aconsejaron que practicara boxeo ya que era hiperactivo y estaba todo el día cometiendo travesuras. Tenía que dedicarle la energía al boxeo y no a otras cosas. Estábamos en Naucalpan, una zona difícil, y había que saber defenderse”, explicó.
Para Inoue, la pelea será una continuidad. La confirmación de un dominio que ya dialoga con la historia. Para Picasso, será una revelación. Incluso en la derrota, la posibilidad de saber -y mostrar- cuánto le falta para pertenecer. Bajo el cielo del desierto, el campeón y el que piensa el boxeo se encontrarán sin un red. Y, como siempre, el ring decidirá qué prevalecerá.
El combate, entonces, se definirá en un terreno menos evidente que el intercambio. ¿Cuánto podrá resistir Picasso sin perder su orden? ¿Cuánto podrá mantener la distancia antes de que Inoue la clausure? ¿Habrá un margen para que la pelea plantee una incógnita real o se impondrá la lógica del campeón? En esas respuestas estará todo. No se tratará sólo de quién golpeará más fuerte sino de quién gestionará mejor el daño, el miedo y el paso de los rounds.
Que todo ocurra en Arabia Saudita no es casual. El boxeo global, como otros grandes deportes, se mueve hacia donde el poder económico decide concentrar la atención del mundo. Y la capital ofrece la escenografía, las bolsas millonarias y la transmisión planetaria. Pero cuando suene la campana ese contexto se diluirá. El boxeo, en su esencia, se mantiene como un acto primitivo: dos personas, un espacio reducido y una verdad que no admite intermediarios.
La velada incluirá otros duelos de relieve: Junto Nakatani- Sebastián Hernández Reyes, en supergallos; Kenshiro Teraji-Willibaldo García, por el título mundial supermosca; Taiga Imanaga-Armando Martínez, en ligeros; y las peleas entre los jóvenes Hayato y Reito Tsutsumi frente a James Dickens y Leobardo Quintana, respectivamente.
Luciano Bottesi/Clarín-Deportes
