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Hay Cuerpos: cinco artistas consagrados exponen en el Parque de la Memoria

Hay Cuerpos: cinco artistas consagrados exponen en el Parque de la Memoria

Hace cuatro décadas, el poeta argentino Néstor Perlongher escribió su más reconocido poema en el cual se lee una y otra vez el verso Hay Cadáveres. En él, la cadencia de la reiteración funciona como un mantra, o como la gota que horada la conciencia al caer incesante. Advertía, así, el modus operandi y las consecuencias de un período siniestro de la Argentina, el de la última dictadura militar.

En esta exposición en el Parque de la Memoria nos permitimos decir Hay Cuerpos, no como una reacción victoriosa, aunque la presencia de un cuerpo (cadáver) en relación con su desaparición sea, trágicamente, celebratoria; sino en tanto manifestación de las distintas posibilidades de su existencia. Traemos el pasado al presente para reflexionar y sentir el convulsionado mundo actual, donde el arte y el lenguaje advierten obediencias mientras alientan otros modos.

A partir de allí proponemos, asimismo, desandar la construcción cultural de algunas asociaciones de significados para alentar aperturas y diálogos. ¿Cómo son esos cuerpos? ¿qué atraviesan, padecen, postulan? ¿resisten? ¿proponen? ¿Cómo se presentan y representan?

Las obras de estas cinco consagradas artistas indagan en imágenes y sensibilidades desde materiales capaces de modificar la usual asociación de lo blando con lo débil. Ellas son protagonistas de una generación local que renovó hacia fines de los años 80 la idea de escultura y de estrategias estéticas, al introducir materias blandas y formas objetuales e instalativas.

Sus trabajos descubren fuerza en la “debilidad” multiplicando fisonomías placenteras, dramáticas, fantásticas y cuestionadoras. De esta manera, se pone de relieve la necesidad de otorgarles visibilidad en una época de violencias reales y virtuales, generadoras y/o perpetuadoras de temores con incidencia directa en la corporalidad.

La preeminencia de curvas y del textil, al cual se suman la cerámica, el dibujo y el video, amplifican percepciones. Los cuerpos se contorsionan, agrupan, fragmentan, aíslan, levantan. Y son coloridos planteándose otra modificación respecto de la relación frecuente entre cromatismo/júbilo y oscuridad/dolor. ¿Acaso la vida no se tiñe de variedad de tonos en el infortunio y en la alegría? La sangre es roja en los fluidos vitales y en los desgarros.

Además, hay elegancia como cualidad asociada a la delicadeza, al desestimar el carácter banal de esta noción, cuya necesidad se vuelve urgente ante las rudezas vigentes. Estas se vehiculizan no sólo como violencias explícitas, sino también como posiciones ideológicas rígidas contra toda sutileza. En este sentido, el lenguaje también es cuestionado y maltratado al pensar en su posibilidad a partir de las diferencias o la ¨différance¨, postulada por Jacques Derrida, con esa demora requerida tan opuesta a la inmediatez irreflexiva.

Otra característica transversal al trabajo de estas artistas es el hecho de situarse en espacios intermedios (¨in-between¨), transicionales, de movimientos emancipadores de identidades fijas. Los cuerpos aquí propuestos andan y desandan gestualidades, recorridos, emociones. Una inestabilidad valiente, propulsora de encuentros.

Las obras de Marina De Caro escenifican caídas y resurgimientos, entre el hieratismo y la danza, en busca de lo diferente. La elección en particular de sus cerámicas para esta ocasión pone en valor una materia resistente y frágil, que constituye delgadas fisonomías humanas. En contrapunto, las robustas masas de presencias en el video inédito Formas de ser del río, formas de ser en el río, modifican su percepción entre luces y sombras.

En la serie Rusia, de Nushi Muntaabski, por primera vez presentada en conjunto, los cuerpos mullidos doblados y segmentados, con una identidad cultural precisa, refieren a violencias impiadosas a partir de una memoria pasada y actual. Basta con modificar las referencias culturales de sus suntuosos atavíos para situarlos en cualquier otro tiempo y espacio. Aquello que se modifica en su dramática permanencia.

En las dos instalaciones realizadas especialmente para la exposición, Ariadna Pastorini despliega texturas, brillos y colores en vestimentas, las cuales traducen decisiones y afectos corporales. Ellas se unen en comunidad, manifestando en las individualidades una fuerza colectiva que parece llegar o irse. Las partes fragmentadas remiten a una arqueología que desentierra y expone sus hallazgos para reconstituir los cuerpos perdidos.

Con su serie de lo “fofo”, Cristina Schiavi reivindica con ternura esta noción corporal culturalmente estigmatizada al oponerse a la firmeza muscular. Pero es esa elasticidad la que propicia el juego plástico y conceptual. Las formas geométricas se elongan, son positivo y negativo, figura y fondo, amable entramado cromático multiplicador de perspectivas. Una de las esculturas se expone por primera vez en la Argentina.

En tanto, las formas mullidas y brillosas de Eugenia Streb proponen entrantes y salientes con un decorativismo metafórico de lo oculto. Diversas telas vistosas se enlazan a partir de costuras que esconden mandatos sociales vinculados a los roles femeninos. Interrogar lo que cubre/encubre el cuerpo en su condición de construcción social e histórica.

Decir entonces Hay Cuerpos opera como una posición de reconocimiento de sus distintas vicisitudes en un tiempo y espacio de posthumanismo. Cuatro décadas después de aquel poema de Perlongher, pensar en aquellos cuerpos y en los de ahora implica una responsabilidad para ensayar otros contornos y significados. Para rescatar y otorgar dignidad, amparo.

Proclamar Hay cuerpos es advertir una vitalidad no acallada, capaz de sostener-se. Con el fin de abrir senderos, como los que demarcan las obras en la exposición, capaces de comprometernos y hacernos recordar, en palabras de la ensayista Siri Hustvedt, que “todos los seres humanos están entrelazados en reciprocidad (…)”.

* Curadora de la exposición “Hay cuerpos”, de las artistas Marina De Caro, Nushi Muntaabski, Ariadna Pastorini, Cristina Schiavi y Eugenia Streb. En el Parque de la Memoria, Costanera Norte, adyacente a Ciudad Universitaria; de lunes a viernes, de 10 a 18; sábados y domingos de 10 a 19; hasta el 19 de abril, con entrada libre y gratuita.

Laura Casanovas/Página 12-Espectáculos

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