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Grandes tenistas y los padres que le hicieron tanto mal

André Agassi fue obligado a jugar al tenis a los dos años.

En la historia del tenis hay ejemplos de sobra de atletas que sufrieron y sufren relaciones tormentosas con sus padres por “culpa” de sus talentos. No hay que buscar mucho para encontrar casos de jugadores que convivieron durante sus carreras con presiones excesivas para ser mejores, abusos psicológicos y físicos y hasta engaños económicos por parte de sus progenitores.

La confesión de Guillermo Pérez Roldán -quien denunció en una entrevista con el diario La Nación los maltratos físicos que sufrió en manos de su padre y entrenador Raúl conmovió al tenis argentino. El tandilense se sumó así a una lista que incluye desde nombres que hicieron historia y llegaron a lo más alto hasta promesas que nunca explotaron.

En la relación de amor/odio entre Andre Agassi y el tenis jugó un papel fundamental su padre Emmanuel Agassi. Inmigrante armenio que llegó a Estados Unidos en la década del ‘50, Mike (como se lo conoce) soñaba con que uno de sus cuatro hijos fuera una estrella del tenis y cuando Andre tenía apenas dos años, le puso una raqueta en la mano.

El resto es historia conocida. El “Kid de la Las Vegas” terminó convirtiéndose en uno de los más grandes de todos los tiempos. En los ‘90, fue número uno del mundo y ganó ocho títulos de Grand Slams, un oro olímpico y tres títulos de Copa Davis. Pero ya retirado, publicó su autobiografía Open, en la que confesó que odiaba ese deporte en el que había brillado y también que había llegado a sentir lo mismo por su padre, quien lo había presionado toda su vida para que lo practique y hasta lo había hecho tomar metanfetaminas sin que él lo supiera cuando era todavía un chico.

El caso de Jennifer Capriati es uno de los más estremecedores del mundo del tenis. Niña prodigio, dio el salto al profesionalismo a los 13 años bajo la tutela de un padre que la obligaba a entrenar con un “régimen militar” en el que estaban prohibidos los amigos, las salidas y hasta las actividades recreativas.

Con 14 años ya estaba entre las mejores del mundo y a los 16, se colgó el oro olímpico en Barcelona 1992. Sin embargo, en el mejor momento de su carrera, se rebeló y su vida se transformó en un infierno. En 1993 fue arrestada por robo y en 1994, por tenencia de marihuana. Luchó con una adicción a las drogas que la mantuvo alejada del tenis durante años, hasta que en 1996, ya recuperada, volvió a las canchas. En su vuelta, ganó dos Grand Slams y llegó a ser número uno.

La australiana Jelena Dokic también reveló en un libro autobiográfico la pesadilla que vivió con su padre durante toda su vida. Nacida en Croacia en 1983, se mudó con su familia a Australia en 1991 y a los 19 años era una de las grandes promesas del tenis del país oceánico. Nunca llegó a demostrar todo su potencial y se retiró en 2014 a causa de varias lesiones.

Tres años después, escribió “Unbreakable” (Irrompible), en el que contó que su padre Damir la maltrataba físicamente desde su infancia, la castigaba duramente cuando perdía y había llegado a dejarla casi inconsciente en varias ocasiones. Esos episodios la sumieron en la depresión y hasta a considerar el suicidio.

La francesa Mary Pierce, campeona en singles del Abierto de Australia 1995 y de Roland Garros 2000, sufrió también el abuso verbal y físico de su padre Jim, sobre todo en los primeros años de su carrera. En París en 1991, cuando tenía apenas 15 años, Jim le sacó los lentes de una bofetada. Padre e hija cortaron relaciones durante casi una década pero se reconciliaron en 2005.

Situaciones similares vivieron la croata Mirjana Lucic, hoy de 38 años y retirada de la vida pública, y la francesa Aravane Rezai. Lucic, campeona en dobles en Australia en 1998 junto a Martina Hingis, develó que su padre Marinko, ex atleta olímpico en decatlón, la aterrorizó física y mentalmente durante diez años hasta que ella huyó con su familia a Estados Unidos.

Rezai comenzó a jugar al tenis por presión de su padre Arsalan, que quería que uno de sus hijos fuera un campeón en este deporte y empezó a entrenarla desde chica. Pero la francesa -hoy retirada a los 33 años- lo denunció en 2011 por “acoso, violencia, amenazas de muerte y estafa”.

La suiza Martina Hingis, cinco veces campeona de Grand Slam y ex número 1, también vivió con la presión de su madre Melanie Molitor que había sido profesional, pero nunca llegó al máximo nivel. La relación se fue deteriorando y Hingis, ya consagrada en el circuito, hasta le prohibió a su madre asistir a sus partidos.

La española Arantxa Sánchez Vicario otra jugadora que lideró el ranking y levantó cuatro trofeos grandes, relató en su autobiografía que había ganado 45 millones de euros pero que nunca los pudo disfrutar porque sus padres, que manejaban su dinero, la “dejaron sin nada”.

Luciana Aranguiz/Clarín

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