MG Radio 24 Villa Pueyrredón
Nada 57 kilómetros, cruza la meta, llega al podio, festeja y se desvanece. Guillermo Bertola recuerda ese día como si fuera ayer, aunque ya pasaron dos años y 15 días. La Santa FeCoronda es la prueba de aguas abiertas más prestigiosa del país y reconocida en el mundo. Y el cordobés puede decir con orgullo que él la ganó en 2018. Aunque ahora todo se ve entre nubarrones negros, luego de que la Federación Internacional de Natación (FINA) lo notificara de un positivo en un control antidóping. ¿La razón? Una transfusión de sangre realizada antes de la carrera.
Bertola no lo niega. Al contrario, recuerda ante Clarín cómo tomó esa decisión. Remarca que atravesaba un cuadro de descompostura, con anemia y gastritis, y que la transfusión se la ofrecieron como “una solución más sana”. Después de la carrera, se desmayó y le colocaron dos sueros.
“Hacerse una transfusión es como infiltrarse: estás tapando un malestar que tiene el cuerpo. Me acuerdo que festejé, hice una nota y me desvanecí”, rememora.
“Lo único que quería era competir, porque me había entrenado muchísimo y sacrificado mucho. Uno se juega muchas cosas, esa carrera es muy buena en dólares y eso te permite pagar viajes. No es motivo para hacer lo que hice. Mi sangre estaba caliente: quería competir y sentía que si no lo hacía, iba a tirar por la borda lo hecho hasta ahí. Hoy estoy pagando ese error”, se defiende.
Tres días después del triunfo, llegó el control antidóping, algo habitual para Bertola, que suele exponerse a ellos “entre nueve y once veces por año”. Es decir que después de esa Santa Fe-Coronda pudo haberse sometido a unos 20 hasta que el 20 de enero de este año la FINA lo notificó y lo suspendió de forma provisoria.
“Expertos han visto que mis niveles de sangre durante esos días fueron un poco elevados. O sea, detectan que no hay ninguna sustancia pero sí un método inapropiado. Cuando me notificaron, admití la transfusión sanguínea”, explica.
A partir de ese momento, las becas del ENARD, de la Secretaría de Deportes de la Nación y de la Agencia Córdoba Deportes se cortaron para el ganador de la medalla de plata en la prueba de 10 kilómetros de los Juegos Panamericanos de Lima 2019.
“No es una noticia de la que sienta orgullo. Me apena estar suspendido, porque opté por esta decisión por una deficiencia física: estaba descompuesto”, comenta.
“Podría haber hecho una estrategia jurídica y decir que me habían contaminado, para estar exonerado. ¿Por qué le voy a echar la culpa a un médico que estudió 10 años? Yo repudio el uso de sustancias y lo de la sangre me pareció lo más natural para poder competir. Ahora estoy arrepentido, porque estoy en frío no estoy con la sangre hervida como en ese momento que venía de ser campeón del mundo y tenía muchas cosas por avanzar”, argumenta.
Se desconoce cuánto tiempo deberá mantenerse fuera del agua el deportista de 30 años. Pero la suspensión podría extenderse por dos años.
“No quiero desaparecer. Cuando pasan estas cosas, un deportista se queda sin nada, como desnudo. Pero hasta en esto que me está pasando voy a buscar crecer. No tengo pensado abandonar”, dice y comparte su ilusión de formar “una cooperativa para ayudar a los deportistas que recién arrancan y no tienen apoyo”.
“Tengo mi carrera, la Copa Challenger, en la que hubo 350 nadadores el año pasado. No quiero que eso se vea afectado. Por eso pienso en destinar un porcentaje de las ganancias a deportistas que no tienen sponsors y les cuesta el arranque”, reafirma el ganador delbronce en Guadalajara 2011 y plata en Lima 2019, medalla que confía en retener.
“Tienen controles de hormonas y sangre míos de todo el año y pueden corroborar que hicimos las cosas bien. Por el esfuerzo de haber entrenado en la altura, creería que no debería haber problemas con la medalla de los Panamericanos”, asegura.
Y concluye: “Si algo me dieron las aguas abiertas, además de competir, es la capacidad de afrontar la vida. No tengo pensado abandonar. He aprendido siempre de los errores y lo usaré para crecer”.
Sabrina Faija/Clarín
