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El aplicado Riestra ganó en el Monumental. Justo empate en Avellaneda

El aplicado Riestra ganó en el Monumental. Justo empate en Avellaneda

Lo de River, a esta altura de un año flojo y de una última semana y media totalmente olvidable por donde se la mire, ya es autosabotaje. Distracciones, errores infantiles, dificultades para abrir el cerrojo rival, una alarmante falta de juego, jugadores en niveles muy bajos… Tan dura como escandalosa, esta derrota contra Deportivo Riestra en el Monumental expuso prácticamente todos los problemas que se repitieron en el segundo ciclo de Gallardo.

Porque en el Día del Hincha de River, en homenaje al nacimiento de un Ángel Labruna líder de La Máquina, el equipo del Muñeco fue una máquina de pegarse tiros en los pies y se fue envuelto en una estruendosa silbatina, que se sumó a un cancionero muy exigente y que demostró el descontento de los 85.018 que llenaron el estadio. Con varios jugadores apuntados y hasta insultos, el contexto en el que se dio esta noche tan negra como la camiseta de Riestra fue el peor posible: posterior a la eliminación de la Libertadores ante Palmeiras y cuatro días antes de un partido que ahora es como una final del mundo vs. Racing por la Copa Argentina.

Pero River no puede darse el lujo de pensar en lo que sucederá en Rosario sin entender su tenebroso presente. Sin entender cómo siendo Millonario le costó muchísimo hacerle daño al humilde, al que tiene jugadores del Ascenso, al que llevó adelante un plan perfecto y le llegó tres veces (dos tantos) con apenas el 17% de posesión. Sin entender que con las inadmisibles fallas ni siquiera llegará a subirse a la Ruta 9: Martínez Quarta pifió en la jugada que derivó en el corner del gol visitante y luego perdió a Alonso (cinco goles en contra de pelota parada en el último mes y medio más otro que deriva de una, el miércoles vs. Palmeiras), Bustos la dejó picar y perdió la espalda inconcebiblemente en el segundo…

Difícil, como el juego de un equipo al que se lo vio cansado por el desgaste de la vuelta en Brasil y con muy poca lucidez para encontrarle la vuelta a un encuentro que fue el mismo durante los 90′. De los pies de Quintero salieron los únicos ataques claros, aunque, demasiado solo en la gestación, poco pudo hacer: Castaño nuevamente no pesó en la ofensiva y erró pases sencillos (fue silbado en la previa), Borja jugó a contramano y Galoppo le dio gol pero no tantas asociaciones. La expulsión de Salas, la muestra más fiel del desconcierto.

Para colmo, desde el banco tampoco llegaron respuestas a un once que dentro del campo hizo lo que no sabe hacer: abusar del centro, pan comido para un Malevo que paró tres centrales y armó su estructura para que el rival recayera en eso. Los primeros cambios llegaron a los 21′ del segundo tiempo y el Muñeco no pudo torcer la tendencia pastosa: el partido pedía más de la desfachatez de Lencina.

De la coctelera salen la cuarta derrota consecutiva, algo que no sucedía desde el tétrico 2010, y la imposibilidad de despegarse en la anual. Algo que ya no puede ser visto de reojo: una piña contra Racing, como esta de Riestra, puede poner en riesgo la clasificación a la Libertadores 2026. Jugando así, tampoco es una quimera…

Gastón Pestarino/ole.com.ar

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El clásico terminó siendo justamente un clásico. Si en la previa había diferencias abismales entre Racing e Independiente, lo que había en juego terminó equiparando un nuevo enfrentamiento entre los rivales de Avellaneda. Porque el Rojo, en el debut de Gustavo Quinteros, fue un equipo con más presencia y carácter del que venía mostrando. Y porque los de Costas padecieron dos déficits. Físico, de sus titulares, y de jerarquía en los que fueron recambio. Porque los que llegaron a la semi de la Libertadores y jugaron hoy se notaron agotados pasada la media hora de juego y todos los suplentes que entraron significaron más problemas que soluciones.

Fue un 0-0 teñido de Rojo. La visita terminó jugando de menor a mayor y estuvo siempre más cerca de ganarlo. Quedará grabada a fuego la última corrida de Galdames. En la última jugada del partido, se fue solito con tiempo y espacio ante Cambeses y la tiró afuera. Era el gol y triunfo de Independiente, pero insólitamente definió con la cara externa de su pie derecho y se le fue ancha. Ahí nomás Ramírez pitó el final.

Fue alivio para la Academia. Un alivio que en la previa jamás se hubiera imaginado necesitar. Y será, con el correr de las horas, satisfacción para Independiente, porque llegó como pocas veces tan de punto al Cilindro y no sólo que no perdió, sino que hasta terminó dejando mejor imagen que uno de los cuatros mejores que hoy tiene el continente.

Lo que se esperaba de Racing duró los primeros 15 minutos. Antes del minuto pareció que se lo iba a llevar puesto al Rojo. Centro de Rojas, Rey lo cortó como pudo y Zabala le sacó el gol en el rebote a Conechny. En la segunda jugada, Almendra la tiró por arriba. Esa fue la más clara que tuvo el equipo de Costas. De hecho no tuvo muchas más. Algún remate mordido de Almendra dentro del área. Esta vez no fue un equipo de asfixia y presión alta. A la Academia no le dieron las piernas y las ausencias se notaron. Nardoni y Solari, dos que hacen culto al sacrificio, están lesionados. La banda derecha, entonces, estuvo en versión light con Martirena y Vergara.

Si se cuentan las chances que tuvo Independiente, fue un milagro que Cambeses se fuera con el arco en cero. Pardo y Martirena sacaron dos pelotas sobre la línea, un par de posiciones adelantadas milimétricas también lo salvaron y la jugada ya mencionada del final. Sabía Quinteros que siendo paciente iba a obtener beneficios ante una Academia que con Costas no suele empatar. Va a todo o nada y ayer estuvo mucho más cerca de la nada.

Terminó siendo un empate sorpresivo especialmente por las formas, que al fin y al cabo no le termina cayendo mal a ninguno de los dos aunque con sensaciones encontradas. Racing tenía en la previa todo para ganarlo, se encontró con una merma física y se terminó llevando un empate en el partido que menos le importa de estos tres en 9 días. No es desmerecer el clásico, sino la realidad de la que ya habló Costas. La prioridad era pasar a semis de la Libertadores y el jueves tiene que jugar con River por Copa Argentina. En este torneo juegan una final anticipada porque son los únicos dos grandes que quedan en el camino y está a tres partidos de un nuevo título y pasaje a la Libertadores 2026.

Independiente, por su parte, plantó una semilla para empezar un nuevo camino con el flamante entrenador. Si bien es cierto que sigue sin ganar en el campeonato, el empate jamás podría haberle caído mal por el contexto de ambos equipos. Y fue un 0-0 nomás…

Hernando Maderna/ole.com.ar

OTROS RESULTADOS

Independiente Rivadavia 0 – Huracán 0

Instituto 0 – Lanús 0

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