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Banfield-Unión fue empate y partidazo. Talleres volvió a la victoria

Banfieldo pudo empatarlo cuando parecía que los de Madelón se llevaban los tres puntos.

En él confiaron. Y él no les falló. Cuando ya se escuchaban algunos insultos a los jugadores y a la Comisión Directiva, él los transformó en aplausos, que se multiplicaron al final del encuentro. Jesús Dátolo rescató a Banfield cuando estaba caído y volvió a darle esperanzas. Es que si bien el empate mucho no le suma al conjunto de Julio César Falcioni, haber remontado el encuentro ante Unión le permite tener la tranquilidad de que el orgullo y el amor propio están intactos en el plantel, sobre todo de cara al clásico con Lanús.

A Banfield le faltó fútbol pero le sobró guapeza para llevarse por delante a su rival cuando las cosas no le salían y en el ambiente había una sensación de polvorín. Luego de que Unión pasara a ganar 2-1, con el cabezazo de Troyansky, desde la tribuna local sonó el típico canto contra los futbolistas que dice: “Jugadores, lac…de su madre, a ver si ponen huevos,

que no juegan con nadie”. Ese cántico fue inmediatamente tapado por el resto del estadio al grito de: “Dale Banfield, y dale dale Banfield”. Pero cuando Carabajal convirtió en gol el penal que Arboleda le había hecho a Bou tras un gran contraataque de Unión iniciado en los pies de Acevedo luego de una pelota que Banfield perdió cerca del área rival, el contexto se tornó más espeso y desde las plateas le apuntaron a la dirigencia. “La comisión, la comisión, se va la p… que lo parió”, se gritó fuerte. Es que el promedio sigue siendo una gran amenaza para Banfield. Y desde el regreso de Falcioni (en siete partidos ganó uno, igualó tres y perdió tres), los números aún no mejoraron.

Entonces, este 3-3, luego de ir perdiendo 3-1, fue un alivio para Banfield, por más que el punto, en la previa, no era negocio. Es que el 0-0 en Avellaneda contra Racing en la semana había dejado el sabor del entusiasmo para llegar de la mejor manera al clásico del próximo sábado consiguiendo una victoria en el Florencio Sola. No pudo ser. Y si no lo logró, en gran parte fue porque careció de ideas para dañar a Unión en la mayor parte del encuentro. Y el equipo de Madelón se sentía cómodo en el partido. Tan cómodo que se confió y Banfield, de la mano de Jesús (Dátolo) produjo el milagro.

Maximiliano Benozzi/Clarín

Martín Payero convirtió el gol de la victoria de Talleres a los 40 segundos de ingresado.

No hay mal que dure años. Y Talleres terminó con la mala racha de cinco derrotas (cuatro por la Superliga y una por la Copa Argentina) y la gente se fue feliz. Ganó bien el equipo del Cacique Medina, porque fue el que más lo busco ante un tibio Newell’s al que todavía le duele la goleada ante el Gimnasia de Diego Maradona. Y eso que más de seis mil personas acompañaron a la Lepra en el Mario Kempes. Pero fue otra dura desilusión para los hinchas.

El DT visitante, Frank Darío Kudelka, recibió un recibimiento apoteótico por parte de los hinchas de Talleres. Fue el gestor del ascenso del Federal A a la Primera División.

El primer tiempo fue como en el boxeo: de estudio. La única jugada de riesgo fue el penal malogrado por Nahuel Bustos, quien le tiró una masita a Alan Aguerre, luego de la mano grosera de Cristian Lema -a quien Ariel Penel debió amonestar-. Hubiese sido injusto porque ninguno de los dos merecía ponerse en ventaja.

Maxi Rodriguez apareció en cuentagotas y, en una de las pocas que tuvo Newell’s, Lucas Albertengo se comió un gol solo ante Guido Herrera. El arquero volvió a ser el de siempre y recuperó su gran jerarquía para salir a atorar a los delanteros rivales.

El ingreso de Martín Payero -nadie sabe por qué lo dejaron ir de Banfieldle brindó a Talleres una salida y frescura que no tenía. El colombiano Dayro Moreno, el diferente, hizo una corrida sensacional por la izquierda, la tocó para Diego Valoyes, hubo un rebote y Payero, que llevaba 40 segundos en cancha, metió un misil desde 25 metros para romper la paridad.

Los rosarinos fueron solo esfuerzo y nada de fútbol. Este equipo volvió a mirar otra vez la tabla del terror, nada que ver con el que estaba pensando en seguir escalando. En el fútbol los partidos se ganan con goles y Newell’s no pateó al arco rival.

La diferencia con Talleres fue que Payero la embocó y la gente se fue feliz. Incluso ahora está en zona de copas. Y sueñan que River gane la Libertadores para ocupar un lugar en la Sudamericana. El panorama cambió para Talleres y para Newell’s volvió la preocupación.

Ramón Gómez/Clarín

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