MG Radio 24 Villa Pueyrredón
No pudo ser más dramático el inicio de la Fórmula 1 en 2025. El Gran Premio de Australia, con la pista mojada por una tormenta tan intensa como intermitente, entregó una enorme dosis de suspenso que permite esperar una temporada excepcional, más allá de que McLaren dio muestras de que está un escalón por encima del resto, siempre y cuando los imprevistos no asuman el protagonismo, tal como sucedió en el circuito Albert Park, en el corazón -y pulmón- de una Melbourne pasada por agua.
Ganó el británico Lando Norris, que será serio candidato para destronar al neerlandés Max Verstappen, segundo a pesar de un Red Bull que no lo ayuda. Tercero fue el británico George Russell, quien se trepó al podio en silencio a bordo de su Mercedes y delante de dos grandes sorpresas. Es que cuarto fue su joven compañero Andrea Kimi Antonelli y quinto, el tailandés Alex Albon (Williams).
Hubo seis choques por la lluvia. El primero fue el del francés Isack Hadjar, que destrozó su Racing Bulls… ¡en la vuelta previa! Se fue con el corazón partido. Desconsolado, no paraba de llorar.
Apenas se largó la carrera, llegó el palazo que se dio el australiano Jack Doohan, quien necesita demostrar que no le queda grande la categoría, porque tiene a Franco Colapinto haciéndole sombra como piloto de reserva en Alpine. Fue un llamado de atención para Flavio Briatore, que motoriza el ascenso del argentino estimulado no sólo por su talento sino también por la billetera de sus auspiciantes.
Con el auto de seguridad en la pista, el español Carlos Sainz perdió el control del Williams que hasta el año pasado era propiedad de Colapinto y también tuvo que abandonar. La pista era un jabón.
Los McLaren armaron un monólogo con Norris y el australiano Oscar Piastri. Parecía que sería un paseo para los autos “papaya”, pero la lluvia tuvo otros planes. La tormenta dijo presente y alteró todo. Los McLaren se fueron de pista. Norris volanteó y zafó, pero Piastri se quedó varado en el pasto. Eso lo aprovechó Verstappen y el tetracampeón tomó las riendas hasta que su auto se tornó inmanejable.
Norris retomó el control de la carrera. En el medio debieron abandonar, golpazos mediante, el experimentado Fernando Alonso (Aston Martin) y los inexpertos Gabriel Bortoleto (Sauber) y Liam Lawson (Red Bull), quien redondeó un fin de semana malísimo. Tan malo que el mexicano Sergio Pérez debe estar frotándose las manos al ver lo injusto de su despido. Lo del brasileño venía siendo muy decoroso, pero su auto terminó dañado.
Las vueltas finales entregaron más drama. Sin margen para cambiar los neumáticos, todos terminaron con los intermedios y Verstappen estuvo al acecho de Norris. Pero el británico mostró su madurez y soportó hasta ser primero. Lewis Hamilton, en su debut con Ferrari, debió conformarse con un insípido décimo lugar, a pesar de haber quedado puntero en el momento de mayor confusión.
Fue un comienzo de temporada de locos. El fin de semana que viene habrá un nuevo capítulo en China. La certeza es que McLaren está un paso adelante y que Norris es el caballo del comisario. Verstappen disimulará la involución de Red Bull. Los Mercedes andan parejitos y las Ferrari tienen demasiado para mejorar: Charles Leclerc fue octavo. ¿Y los Alpine? Pierre Gasly pagó caro un desliz sobre el final y Doohan sabe que cada vez tiene menos margen de error, con Colapinto merodeando por ahí.
Clarín/Deportes
