¿Cómo se concilia el carnaval con la desterritorialización cultural en noches de pandemia? La respuesta en todo el mundo es una: ante el coronavirus no hay arreglo posible. Salvo el carnaval de Venecia, en Italia, que invirtió una pequeña fortuna en un sistema de trackeo (verbigracia: rastreo) de turistas, muchas de las principales celebraciones del Dios Momo se cancelaron. Hasta en Rio de Janeiro, sede de uno de los corsódromos más multitudinarios, suspendieron la fiesta popular. El de Oruro, otro de los platos fuertes de las plazas latinoamericanas, sufrió el mismo contratiempo. De mover la fecha ni hablar: se la considera asociada a la liturgia religiosa y allí se planta. En Gualeguaychú también mastican tristeza: para la ciudad litoraleña es una de las principales fuentes de ingresos, por la cantidad de puestos de trabajo que genera y una afluencia de público que estiman en el medio millón de turistas. Pero nadie ve el modo de conciliar fiesta popular con prevención de los contagios de covid19. En la Ciudad de Buenos Aires, la respuesta a esta disyuntiva es una virtualización de la celebración y la organización de intervenciones urbanas puntuales, manejables en tiempos de DISPO.
Desde el ministerio de Cultura del gobierno porteño celebran haber podido “organizar junto a las agrupaciones murgueras” esta edición, dentro de lo que cabe, aunque en los papeles sólo cuarenta, de las más de 100 murgas de la ciudad darán el presente. Eso no impide que desde la cartera que dirige Enrique Avogadro destaquen que las murgas “cumplieron un rol fundamental en sus territorios, brindando contención a muchas familias”, durante el 2020 de pandemia. En este sentido, es notable que la retórica del Ministerio haya virado de su habitual celebración del “colorido” al rol social de los espacios murgueros.
Además, desde la organización de los carnavales porteños anticipan que la programación “seguirá durante todo el año, para difundir y promover la huella cultural de esta celebración popular, sin dejar de preservar la salud de sus protagonistas -niños y niñas, jóvenes y personas mayores-, junto a su histórico público”. Si esa relación a largo plazo se cumple, habrá otro aspecto inusual para destacar dentro de la relación que el gobierno porteño mantuvo históricamente con las murgas y sus representantes, más caracterizada por los desencuentros y arreglos de última hora que por los planes a mediano y largo plazo.
Desde el sábado 13 de febrero a las 17 se transmitirán en vivo las performances de 22 murgas (como Los Linyeras de La Boca, Poetas de Nadie o Invitación al delirio) desde la plataforma de contenidos digitales de la Ciudad, Vivamos Cultura (https://vivamoscultura.buenosaires.gob.ar/), del Ministerio de Cultura porteño. En total serán siete jornadas en vivo, sin público, que ocuparán todo este feriado largo de Carnaval y los restantes fines de semana del mes. La transmisión se hará desde el
Espacio Cultural Carlos Gardel “siguiendo el Protocolo para creación, interpretación, grabación en estudio y transmisiones vía streaming de piezas musicales, para asegurar el cuidado de los artistas”, informaron desde el Ministerio.
Christian Evangelista, delegado de las murgas del Circuito Carnaval Porteño, sostuvo que “va a ser un carnaval nostálgico, en el cual nos duele no estar en la calle, pero sabemos que estamos cuidando a todos”. Además, consideró que a mediano plazo el streaming y los formatos digitales pueden ser algo a incorporar para el futuro. Incluso habla de “salto de calidad”. “Será algo que ojalá quede en el tiempo junto con la manera tradicional de celebrar el Carnaval, en la calle y junto a la gente», opinó.
Lo curioso de esta edición es que el gobierno porteño igual engalanará lugares tradicionales y tramos callejeros con corsos históricamente fuertes, como el de Av. Boedo entre Carlos Calvo y Estados Unidos, o el de Villa Crespo en Av. Scalabrini Ortiz entre Corrientes y Camargo. El grueso de estos catorce espacios, de cualquier modo, serán plazas y parques (como el Lezama, Parque Chacabuco o la Plaza Unidad Latinoamericana), siguiendo una tendencia que esta administración instaló hace algunos años y que sostiene.
Más allá de banderines y lucecitas de colores, en lo “presencial” sí se podrá disfrutar de la muestra fotográfica Memoria de Carnaval, que reune trabajos de 18 artistas. Memoria de carnaval será itinerante y también se podrá ver en la plataforma Vivamos Cultura. En esa misma plataforma habrá una emisión especial de “Cultura en grande” para “poner en valor el rol de los protagonistas mayores del Carnaval”. También presencial, habrá 14 murales temáticoos de agrupaciones murgueras en espacios típicos del circuito: lugares de ensayo, corsos, plazas y otros espacios barriales históricamente relevantes “que serán intervenidos desde el imaginario y la identidad carnavalera”.
Quizás lo más interesante de esta virtualización sea la “liberación” del archivo de Carnaval, a través de Wikimedia durante la segunda quincena de febrero. Desde el Ministerio señalan que “el objetivo es visibilizar el patrimonio local que conserva el Ministerio de Cultura en una de las plataformas con mayores visitas en todo el mundo”. Es un gesto fuerte para mostrar las formas particulares que asumió el carnaval en los corsos de la Ciudad, y que hace rato reclama mayor visibilidad y consideración. Desde las oficinas de Av. de Mayo hablan de un plan para “posicionar un festejo que es histórico en la Ciudad” y que se vincula con algunos cambios de los últimos años, como la incorporación de espectáculos extra-murgueros en los corsos, la rotación de los cortes de calles o la recuperación de Av. de Mayo –suspendida este año por obvias razones- dentro de los festejos.
Andrés Valenzuela/Página 12