Tandil es la cuna del tenis nacional. Gran parte del éxito argentino en el mundo de las raquetas tiene que ver con el aporte de esa ciudad de la provincia de Buenos Aires, de donde surgieron jugadores de calibre internacional. El último de ellos, nada menos que Juan Martín del Potro.
Mariana Pérez Roldán, una de las hijas dilectas de Tandil, ex 49ª del ranking WTA, trabaja como un eslabón fundamental en la fundación «Todos a jugar», un proyecto solidario de más de dos años que tiene como objetivo sacar a los chicos de la calle a través del deporte y que acciona como promotor del bienestar y la generación de oportunidades para personas en condiciones vulnerables.
«Un chico más en el deporte es un chico menos en la calle», sostiene Pérez Roldán, una pieza clave en la contención integral para alrededor de 80 chicos de entre 6 y 12 años del barrio Las Tunitas. En la fundación, dirigida por el vicepresidente de la AAT Mariano Zabaleta, los llevan a jugar al tenis al club Defensores del Cerro, pero además los acompañan en el resto de los rubros: les dan la merienda, hacen un seguimiento nutricional, organizan salidas recreativas, comparten jornadas con los padres y ayudan con ropa, materiales deportivos y computadoras para estudiar.
Acompañar a los chicos de bajos recursos con el tenis como herramienta de inclusión forma parte de una segunda oportunidad de vida para Pérez Roldán, quien además en las últimas semanas se lanzó como directora de una escuela de tenis en las canchas de cemento del hotel Posta Natural, con iniciación, alto rendimiento y adultos. «Una aprende a ser feliz cuando entiende que estar triste es perder el tiempo; alejarme de la gente que me hizo daño no fue un truco de magia sino un ejercicio de dignidad», comentó hace días.
Pérez Roldán, en efecto, no la pasó bien durante parte de su etapa de junior y los primeros años de profesional. Su carrera se truncó por los maltratos de su padre Raúl hacia ella y su hermano Guillermo, ex 13° del mundo en 1988. Precisamente ese año Mariana atravesaba su mejor momento: con 20 años venía de un gran torneo en Ginebra, sufrió una lesión en la rodilla izquierda y debió jugar con dolores en Roland Garros, donde finalmente padeció una fractura de rótula. Intentó volver pero no fue lo mismo y se retiró muy joven en 1991. Con 53 años y una familia formada, esta nueva vida la encuentra feliz en Tandil con dos nuevas actividades reparadoras: ayudar a los chicos más necesitados y aportar su experiencia en la escuela. Todo, claro, alrededor del tenis.
Página 12/Deportes