Tiger Woods vuelve al Major de Augusta, donde se convirtió en leyenda

La aparición de su nombre en la lista de competidores cambia la mística en cualquier torneo. Un certamen con Tiger Woods no es lo mismo que uno sin él. Aún cuando está lejos de ser el rival imbatible de sus mejores años ni sea el favorito, con su sola presencia el estadounidense le roba los flashes a las jóvenes estrellas del golf mundial. Y la 87ª edición del Masters de Augusta, que se pondrá en marcha hoy, no será la excepción. El ex número uno del mundo será otra vez la principal atracción en el primer Major de la temporada y escribirá otro capítulo en su enorme historia en el icónico campo de Georgia.

Probablemente -y solo probablemente, porque con Tiger nunca se sabeéste no será de los capítulos más exitosos. Después de todo, el ganador de 15 títulos en la categoría más importante de este deporte tiene 47 años, sigue luchando con los problemas en su pierna derecha, que se destrozó en un accidente automovilístico en febrero de 2021, y llega al certamen con apenas una competencia oficial en los últimos nueve meses. Y hasta él mismo reconoció que hoy una victoria no necesariamente significa levantar el trofeo.

“No puedo competir como antes, pero seguir compartiendo momentos y jugar es fantástico”, comentó Woods en la clásica conferencia de prensa previa al certamen, en el que saldrá a disputar la primera ronda, desde las 11.18 de Argentina, junto al noruego Viktor Hovland y a su compatriota Xander Schauffele.

“No sabía si podría volver a jugar en este nivel. El accidente fue duro. Estar acá y jugar en Augusta es especial. Aprecio los recuerdos que tengo. Me pasaron muchas cosas acá y estoy feliz por poder jugar”, agregó.

Woods vivió en Augusta algunos de los momentos más importantes de su carrera. Allí debutó en un Major, en 1995, cuando era amateur, y finalizó en un impresionante 41° lugar. Dos temporadas después, conquistó en el campo de las magnolias y las azaleas su primer título “grande”. El festejo, con el que escribió la primera gran página dorada en su impresionante carrera, fue histórico.

Sucedió en 1997, en la 61ª edición del certamen. Un Tiger de apenas 21 años y 104 días se convirtió en el campeón más joven de la historia del torneo, marca que sigue vigente, y en el primer jugador afroamericano en ponerse el saco verde que identifica a los ganadores.

Cuenta la leyenda que hubo quienes no querían que se le colocara el saco por su color de piel. Pero aunque algunos no hayan quedado contentos, la imagen de Woods como campeón de Augusta, un torneo históricamente elitista y racista, dio la vuelta al mundo y quedó grabada para siempre en la memoria colectiva del deporte universal.

El californiano estableció ese día dos récords. El de menor cantidad de golpes para ganar el torneo: 270, 18 bajo el par de la cancha, cifra que mejoró apenas hace tres años Dustin Johnson con 268 (-20). Y el de mayor margen de victoria (12 golpes), que todavía nadie pudo romper.

Volvió a consagrarse en 2001, 2002 y 2005. Y otra vez en 2019, cuando sorprendió al conquistar su 15° Major y cortar una sequía de casi once años sin festejos en esa categoría. Fue una de las mayores hazañas que el deporte profesional haya conocido. Es que en esos once años, Tiger había tocado fondo, derribado por el escándalo que protagonizó tras reconocer un adulterio y una adicción al sexo, que destruyeron su matrimonio, y por una batalla contra su propio cuerpo y los problemas en la espalda, que lo llevaron a someterse a tres operaciones en tres años.

Su carrera parecía terminada, pero él no se rindió. Ordenó su vida personal, limpió su imagen y se enfocó en recuperarse físicamente, a pesar de que muchas veces le pasó por la cabeza la pregunta: “¿Podré alguna vez volver a vivir sin dolor?”. Y consiguió volver.

¿Cuál fue su secreto? “Mi testarudez. Siempre fui testarudo, nunca lo oculté”, aseguró sin vueltas en la rueda de prensa del martes en Augusta. “Creo en trabajo duro. Siempre amé y disfruté el trabajo duro. Tuve muchas adversidades físicas, mi cuota de cirugías y tuve que trabajar mucho para volver. Fue difícil, pero el gran deseo de ganar siempre estuvo ahí. Y siempre creí que lo podía hacer”.

Tiger dio otra muestra de esa resiliencia el año pasado. Después del durísimo accidente de 2021, volvió a jugar en Augusta y vivió cuatro días inolvidables. No desde lo deportivo, porque firmó el peor resultado de su carrera en el Masters desde aquella primera consagración: quedó 47°. Pero sí desde lo personal, porque haber completado las cuatro rondas fue un triunfo grandísimo e impensado. Y se fue ovacionado y con una enorme sonrisa en el rostro.

“Haber pasado el corte el año pasado fue una victoria para mí, porque no sabía siquiera si podría volver a jugar”, reconoció. “Hoy la alegría que me da el golf es distinta. Antes me gustaba entrenar, prepararme para los torneos y llevar eso a la competencia. Ahora es más difícil eso, porque no juego muchos eventos, puedo pasar más tiempo con mi hijo, crear recuerdos juntos, compartir momentos como hice con mi padre. Es increíble”, añadió.

“La verdad es que ya no sé cuántos Masters me quedan. Así que quiero disfrutar el tiempo que paso acá y atesorar los recuerdos”, concluyó Woods, que irá por otra victoria -quizás de esas diferentes- en un torneo en el que es siempre protagonista. Jack Nicklaus ganó seis veces en este campo. Tiger lo hizo en cinco oportunidades. El tiempo pasa, pero la leyenda continúa.

Tengo suerte de tener las dos piernas. La movilidad nunca va a volver a ser la misma. Lo entiendo y acepto que ese es mi futuro”.

Luciana Aranguiz/Clarín-Deportes