Como actriz, autora y directora, Paula Ransenberg vive en carne propia lo que ella misma define como la “dicotomía de ser de la vida real y del mundo creativo”. Y partiendo de su conocimiento sobre esa doble experiencia fue que escribió Sentada en una casa de vidrio, obra que llega a la escena del teatro independiente luego de otros éxitos de su autoría como Sólo lo frágil (2010) y Para mí sos hermosa (2013).
Una vez más, Ransenberg imagina un universo donde conviven una serie de seres fantásticos que en su comicidad revelan al mismo tiempo su fragilidad. Pero en su nueva pieza dirigida por Marcelo Nacci, la fantasía se refuerza porque esas criaturas son producto de la imaginación de la protagonista, una autora que, en medio del agobio que le provocan la rutina doméstica y sus obligaciones de madre, intenta encontrar una nueva historia para contar. De ese choque entre la realidad y la ficción, emerge una estética surrealista donde confluyen, entre unos diez personajes, la científica Marie Curie, un olvidado competidor de lucha libre y una directora de cine extranjera.
“Cuando escribo una obra, aparecen primero los personajes con sus personalidades. Y en este caso aparecieron las ganas de trabajar con Marie Curie y su conexión con el radio. En su diario, ella cuenta que se paraba a mirarlo porque tenía una luminiscencia hermosa. Ese deseo de magia en ella y esa conexión con algo más allá de la realidad me parecía interesante. Y un día me puse a escribir sobre ella y la relación con una hermana. También apareció ‘El Gigante’ González, un luchador que también existió y era alguien que me parecía atractivo, porque el tipo filmó con Pamela Anderson y después terminó muriendo en el Chaco olvidado por todo el mundo. Entonces, otra vez en él se producía una magia. Después empezó a aparecer la idea de cómo unir los personajes, y la forma de juntarlos fue a través del juego, para finalmente contar la historia de esta autora que está entre la magia y la rutina, tratando de recuperar algo que se le perdió en el camino”, revela la intérprete y autora.
Pero esta vez Ransenberg decidió no repetir la fórmula del unipersonal con el que supo demostrar su versatilidad para adoptar múltiples identidades, y fue en la búsqueda de su amiga y colega Daniela Catz, en quien encontró una cómplice inmejorable para el juego que propone la puesta. “Hacía mucho que tenía ganas de trabajar con ella”, asegura Catz. “Suelo actuar en obras más naturalistas y cuando leí el texto le dije: ‘No sé si puedo hacer esto, Paula. No sé si puedo interpretar a Marie Curie bailando en una comparsa’ (risas). Fui la primera asistente de dirección de Sólo lo frágil, su primera obra, y después vi un montón de veces Para mí sos hermosa, y me parece que los engendros que hace ella son de ella, por eso me preguntaba qué iba a pasar cuando yo empezara a compartir eso”.
-¿Qué te interesó de esta nueva obra?
Daniela Catz: -Me interesaba hacer una dupla con Paula y, por otro lado, me gustaban estos personajes que no encajan con un determinado tipo de belleza, pero que para mí no dejan de ser bellos. Creo que Paula tiene una gran sensibilidad a la hora de contar algo donde se conecta la felicidad de crear con la tristeza y la frustración que se siente cuando eso no se puede lograr, y eso es lo que le sucede a la autora que yo interpreto en la obra.
-Precisamente, la autora busca crear una historia en medio de la realidad cotidiana que la atraviesa. ¿Ustedes cómo viven el proceso creativo?
Paula Ransenberg: -Como autora, lo vivo de forma muy tormentosa cuando no se me ocurren historias. Pero después hablando con otras personas me entero que también lo pasan mal, porque en el proceso de crear te enfrentás a cosas que no conocés y pasás por crisis. Y como actriz lo paso mejor, porque el momento de estar en el escenario y actuar es más placentero.
D.C.: -Me anoté en la diplomatura de dramaturgia, así que ahora estoy incursionando en ese mundo. Y como actriz disfruto mucho del proceso, sobre todo cuando me convocan, porque así me siento más segura y más cómoda. El tema de la autogestión me cuesta.
-En escena componen distintos personajes y en algún momento estos se cruzan, pero preservando la identidad de cada uno. ¿Cómo fue el proceso de trabajo para lograr eso?
P.R.: – Cuando escribí me imaginé diez personajes, y en algún momento consulté a un par de colegas y amigos si consideraban que dos personas podían hacer esa cantidad de interpretaciones. Y Claudio Tolcachir me dijo: “Sí”, con un convencimiento irresponsable (risas). Cuando empezamos a ensayar, pensamos que teníamos que separar mucho los personajes porque si no se iba a producir un empaste. Y con el director definimos los espacios para cada uno, para poder crear esa ilusión. Fue un lindo laburo. Hacer eso es lo que más nos gusta a los actores.
-En alguna entrevista definiste a tus personajes de Sólo lo frágil y de Para mí sos hermosa como “monstruos”. Y en esta obra ocurre algo similar. Todas tus creaciones son muy distintas entre sí, pero con una característica común que las hace excéntricas y exóticas. ¿A qué se debe esa continuidad?
P.R.: -Creo que tiene que ver con un lugar mío de no terminar de encajar. En mis personajes siempre hay algo cómico, pero también enternecedor y muy profundo. Eso me parece atractivo. Son siempre personas que están solas, pero eso se cuenta con humor, entonces nos reímos de eso, aunque lo que se cuenta es terrible.
* Sentada en una casa de vidrio puede verse en Timbre 4 (México 3554), los viernes a las 20.30.
Candela Gomes Diez/Página 12