
Como a los próceres, a Juan Manuel Fangio se lo recuerda también en el día de su muerte de la que hoy se cumplen 25 años. El, que no cruzó los Andes o peleó por la independencia, hizo algo impensado para un argentino: ser campeón cinco veces y con cuatro marcas distintas en la Fórmula 1, la categoría del automovilismo más importante del mundo. Allí permaneció por casi una década, pero no fue cualquier década: se trató de la que tuvo la mayor cantidad de accidentes fatales (17) en 70 años de historia. Quizá eso ayude a explicar el retiro del Chueco Fangio en su apogeo, 11 meses después de su quinto título.
“En la línea de largada faltan ahora muchos hombres que conmigo fueron en busca de una meta. Esas ausencias me hicieron reflexionar y comprendí que llegó la hora de ponerle punto final a mi trayectoria deportiva. Francamente alcancé mucho más de lo que imaginé en mis comienzos. Estoy satisfecho y por eso quiero dejarles el lugar a los jóvenes que vienen pidiendo cancha. Gané 64 carreras y ya está bien”, dijo rodeado de periodistas en Buenos Aires, en su regreso a Argentina el 10 de octubre de 1958.
Tres meses antes, el 6 de julio, había corrido su último GP de F 1 en Reims. Llegó cuarto con el Maserati en un circuito en el que en 1954 había logrado la primera victoria de Mercedes Benz en su regreso a los Grandes Premios después de 15 años. El del 58 no fue uno más tampoco: Luigi Musso murió el mismo día que él se retiró.
“¿Por qué habría de seguir corriendo? Después de todo ya no queda ninguno de mis amigos en las pistas. Tengo 47 años y la verdad es que me estoy poniendo demasiado viejo. No correré en la carrera de Nürburgring a realizarse el 3 de agosto porque mi record allí será batido con toda certeza y no creo que tenga posibilidades de mejorarlo. La de Reims fue la última carrera para Musso y para mí”, le había dicho al diario italiano Il Giorno de Milán el 23 de julio, dos semanas antes del GP de Alemania en el que murió Peter Collins. La sucesión trágica de hechos entre los pilotos de Ferrari se cerró con el fallecimiento de Mike Hawthorn, sucesor de Fangio como campeón, en enero de 1959.
Las muertes de Musso y Collins, sin embargo, no lo dejaron callado a Fangio. Según consignó Clarín el 5 de septiembre de 1958 pidió hacer autos más pesado declarando que eran cada vez más livianos y los motores más poderosos, no existiendo un equilibrio adecuado entre el peso, la potencia y la velocidad.
Pero no fue el temor a morir lo que lo alejó de las pistas. Ni siquiera después del accidente que sufrió en el GP de Italia de 1952 al despistarse en la curva Lesmo de Monza. “Cuando desperté estaba en el hospital. Pensé que era muy fácil morir sin darse cuenta. Uno se da cuenta de que no es tan triste morir porque no hay tiempo de pensar”, compartió en una entrevista que puede verse en el documental “Fangio, el hombre que domaba las máquinas”, disponible en Netflix.
El balcarceño estaba seguro de que no perdería la vida a bordo de un auto. “Indudablemente hay que ayudarlo porque el destino no viene solo. Si usted está acá sentado, no va a venir. Todos tenemos marcado un destino en la vida. Creo que uno está predestinado en la vida. Nadie se muere el día antes”, solía decir.
Entonces, ¿por qué dejar la F 1 tan poco tiempo después de ganar su quinto título? Hubo dos motivos según las declaraciones que haría décadas más tarde. Uno fue el aspecto competitivo en una categoría con intereses comerciales a la vista. El otro fue el deseo de volver a Argentina para estar con sus padres Loreto Fangio y Herminia Déramo, quienes murieron en 1972 y 1975, respectivamente.
Su retiro dejó la vara muy alta: en 51 carreras en F 1 obtuvo 24 victorias (46,15 de efectividad), 35 podios (68,62), 29 poles (56,77) y 23 vueltas más rápidas (45,10), porcentajes que siguen siendo los más altos de la categoría. Y pese a que Michael Schumacher y Lewis Hamilton superaron su record de títulos, ninguno pudo hacerlo con cuatro marcas distintas (Alfa Romeo, Maserati, Mercedes Benz, Ferrari) como Fangio.
Sabrina Faija/Clarín