Diego Schwartzman logró el ansiado objetivo de fin de año: se clasificó al Masters de Londres, el selectivo torneo que reúne a los ocho mejores tenistas de la temporada. Más allá de la caída 6-3 y 6-1 ante el ruso Daniil Medvedev en los cuartos de final de París, el Peque se adjudicó el último boleto gracias al triunfo de Rafael Nadal por 4-6, 7-5 y 6-1 ante Pablo Carreño Busta, el último que quedaba con vida en la pelea.
Después de la actuación en el Palais Omnisports del barrio de Bercy, Schwartzman tendrá el privilegio de disputar el ATP Finals, a disputarse desde el 15 de noviembre por última vez en el O2 Arena de Londres, el recinto que lo alberga desde la edición de 2009 -desde el próximo año se jugará en Turín-. El argentino se sumará a los otros siete participantes que ya tenían abrochada la entrada: Novak Djokovic, Nadal, Dominic Thiem, Medvedev, Alexander Zverev, Stefanos Tsitsipas y Andrey Rublev.
Si bien el argentino pudo haberse clasificado sin depender de nadie si derrotaba a Medvedev, debió esperar el resultado de Carreño, aunque sólo una catástrofe podía dejarlo afuera: el español apenas podía aspirar a quitarle el último puesto de la clasificación si conquistaba el título en París y realizaba un muy buen papel en el torneo de Sofia de la semana próxima. Aunque todas las conjeturas ya son historia.
Schwartzman se aseguró un logro histórico, no sólo a nivel personal sino también para el tenis nacional: será el octavo argentino en el Masters masculino de singles. El que más veces lo jugó fue Guillermo Vilas, con ocho participaciones y el histórico título en Melbourne 1974; después lo siguen Juan Martín Del Potro (4; finalista en 2009), José Luis Clerc (4), David Nalbandian (3; campeón en 2005), Guillermo Coria (3), Gastón Gaudio (2) y Mariano Puerta (una). Además estará en Londres junto con Horacio Zeballos, el doblista número tres del mundo, quien jugará el torneo junto con el español Marcel Granollers. La edición de este año será la primera con un mínimo de dos argentinos desde hace quince años: la última vez fue en 2005, con Nalbandian, Coria, Gaudio y Puerta como protagonistas.
Participar en el torneo más selectivo del mundo significará un salto de calidad en la carrera de Schwartzman, un hombre acostumbrado a confiar en los procesos y en el trabajo a mediano-largo plazo. Como manifestó más de una vez, su objetivo año tras año siempre fue finalizar un peldaño más arriba y superarse a sí mismo. Y esa búsqueda se corporizó con los resultados de las últimas cinco temporadas: en 2015 terminó 88°; en 2016, 52°; en 2017, 26°; en 2018, 17°; y en 2019, 14°. Hoy, flamante top 10 desde la resonante gira de ladrillo en la que llegó a la final de Roma y a las semifinales de Roland Garros, cerrará el año en un torneo de calibre y alimentará todavía más el status de su trayectoria.
Si Schwartzman atraviesa este presente de ensueño en el circuito es, en gran medida, porque logró conformar con los años un rocoso equipo de trabajo que lo ayudó a convertirse en un jugador clase mundial, dueño de un físico privilegiado y un tenis cada día más integral. El bloque está compuesto por los dos entrenadores Juan Ignacio Chela (15° de ATP en 2004) y Leonardo Olguín; el preparador físico Martiniano Orazi -ex PF de Del Potro, por caso-; el kinesiólogo Luis D’Alessandro; y su novia Eugenia De Martino.
Todos ellos configuran un factor bisagra para el desempeño del Peque en la cancha pero también en los momentos de distensión. «Tengo un equipo de trabajo que no es sólo profesional; compartimos muchas cosas más allá de cómo pegarle a la pelota y me ayudan a desconectarme del tenis. También me relajo con el mate, con alguna serie o los partidos de la Champions y del fútbol argentino», explicó.
La vuelta al circuito de Schwartzman tras el parate por la pandemia bien puede resumirse en dos capítulos. La primera parte estuvo signada por dolores en la mano izquierda, producto de una caída que sufrió en el US Open durante la derrota ante el británico Cameron Norrie en el debut. Esa pequeña lesión lo tuvo a maltraer con su revés, el golpe que oficia como cimiento principal en el despliegue de su juego. Una vez superado aquel problema fortaleció su tenis y despegó por completo para derribar una barrera más: ganó sus dos primeros partidos ante jugadores ubicados entre los cinco primeros del ranking -Nadal en Roma y Thiem en Roland Garros-, irrumpió en el top 10 y se metió en la pelea por un lugar en el Masters.
Hoy Schwartzman genera la sensación de que no perderá los partidos que debe ganar. Esa solidez tuvo como complemento los triunfos frente a jugadores que se ubican por encima suyo en el ranking. Y el propio tenista surgido en el Náutico Hacoaj, de 28 años, ya resumió por qué está donde está con una breve explicación: «La clave del tenis se resume en dos cosas: ganar cuando no jugás bien y ganar cuando tenés que ganar». La sumatoria de resultados, la obtención de puntos valiosos en escenarios importantes y la capacidad emocional de capitalizar un año atípico le otorgaron un derecho que nadie le podrá quitar: Schwartzman ya integra el club de los maestros.
Pablo Amalfitano/Página 12