
Sarmiento de Junín le ganó 3-0 como local y con una buena actuación a Atlético Tucumán, en un partido de la séptima fecha del torneo de la Liga Profesional de Fútbol. Los goles de Sarmiento fueron anotados en el segundo tiempo por Lautaro Montoya, Patricio Cucchi y Luciano Gondou.
El equipo de Junín hilvanó su tercera victoria consecutiva como local: luego del 0-3 con Estudiantes en la fecha inicial, le ganó a Platense, Rosario Central y hoy al «Decano». En el sentido inverso, perdió sus tres presentaciones de visitante (no empató).
Los tucumanos, en cambio, llevan cuatro sin triunfos: llegaban con dos empates (Vélez y Aldosivi) y una derrota (Gimnasia LP).
Al primer tiempo del choque solamente le faltó el gol, porque hubo llegadas tupidas de uno y otro lado. Empezó mejor Sarmiento, que aprovechó bien los espacios por los laterales y generó dos chances claras para ponerse en ventaja: un cabezazo de Cucchi que se fue por arriba del travesaño, y un remate cruzado de Alanís dentro del área que salió desviado.
El visitante respondió con una definición suave de Heredia que atajó Vicentini; y luego en la polémica del primer tiempo, con una definición de Acosta con Vicentini vencido que despejó Salvareschi: a falta de VAR, la asistenta Mariana de Almeida y el juez Jorge Baliño consideraron que la pelota no había atravesado completamente la línea de meta. Quedó la duda.
A cambio de todo lo que no pudieron concretar en el primer tiempo, el complemento entregó el gol a los 30 segundos: el ingresado Arismendi se fue por izquierda, despejó Lucchetti, la pelota rebotó en Osores y quedó servida para la definición de Montoya.
Sarmiento, con el 1-0, aguantó la reacción del visitante y lo liquidó con otro centro de Arismendi (recibió un gran pase de Núñez) que, por el otro lado, Cucchi empujó a la red. Desde allí y hasta el final apenas pasó riesgos en su arco y le puso la cereza al postre con el golazo de Gondou.
Página 12/Deportes
PARECÍA DE ESTUDIANTES, PERO APARECIÓ DÁTOLO
Catorce segundos. Un golpe. Otro partido. Así de rápido cambió el desarrollo y las sensaciones en el Florencio Sola. De salida, a puro toque (fueron cinco en total, a pura precisión), Estudiantes asombró a Banfield. Lo definió el delantero uruguayo Manuel Castro. Así, rápido y furioso, el equipo de Ricardo Zielinski se puso en ventaja y comenzó a sentir que el sillón del liderazgo es un lugar cómodo. Y agradable (hasta que duró, hasta ese empate de Jesús Dátolo faltando diez minutos).
El tanto de Castro es, al momento de esta nota el más rápido del torneo. Pero no el del fútbol argentino. Se recuerda: el récord pertenece a Carlos Dantón Seppaquercia, quien le convirtió el gol más rápido, jugando para Gimnasia a Huracán, a los 5 segundos, el 18 de marzo de 1979.
El encuentro estuvo suspendido por falta de luz desde los ocho minutos. Se reanudó 17 minutos más tarde. El árbitro, Nicolás Lamolina, adicionó 18 en esa etapa.
Se hizo un partido táctico a partir de ese gol despertador. No hubo vacentímetros). riantes, pero Banfield, obligado, no pudo hacer otra cosa que lo previsible: ir a buscar con sus mejores argumentos. El equipo de Sanguinetti, que no venía con buen paso (un punto de nueve posibles; dos partidos sin convertir), intentó con las apariciones por afuera a través de Alvarez y Enrique y con Pons como centrodelantero. En el medio, lo de siempre: la impresión de que algo bueno puede realizar Galoppo.
Por naturalidad y circunstancia más que por deseo Estudiantes comenzó a retroceder. Dejó espacios hacia adelante, apostó al contraataque y a las jugadas de pelota parada (uno de sus puntos fuertes; sobre todo aprovechando la altura de sus dos defensores centrales -Rogel y Noguera- quienes miden más de 190 Muy lógico: una típica virtud de su entrenador, ese Zielinski mejorador de equipos y de recursos.
La primera mitad del complemento ofreció un indicio más para romper un mito. A Zielinski se lo suele catalogar de defensivo, de construir equipos amarretes, pensados para el cero. Nada de eso, más allá de ocasionales excepciones vinculadas a circunstancias o a los recursos escasos. Pero no es eso este técnico. En el Florencio Sola, cuando su Estudiantes ganaba 1-0 no decidió colgarse del travesaño ni mucho menos. Le llegaron poco y estuvo cerca de liquidarlo con un fortísimo remate de Sánchez Miño atajado por Federico Altamirano.
Pero con los cambios (sobre todo el ingreso de Dátolo), ya en el último tramo, Banfield encontró espacios y llegadas. Jugó en campo rival, se desinhibió con la pelota, manejó el desarrollo. Y así, por el mérito de esa búsqueda, llegó el grito del empate a través de la notable pegada de Jesús. Y ese desahogo que hasta pudo continuar en victoria si no era por la intervención de Andújar. Habría sido demasiado castigo para Estudiantes.
Clarín/Deportes