La dirigencia de River Plate iniciará en enero las charlas con los ocho jugadores que se quedarán sin contrato el 30 de junio de 2020, entre ellos Enzo Pérez, Javier Pinola e Ignacio Scocco, con la idea de extenderlos un año más a pedido del entrenador, Marcelo Gallardo. El caso más urgente parece ser el de Pérez, que fue uno de los mejores jugadores del año, y la idea es que permanezca en el club a pesar de las ofertas que tiene para volver a Portugal. Desde su entorno aseguraron que el volante no quiere irse de Argentina.
Lo mismo sucede con Pinola, a quien lo espera un proyecto en Nuremberg, Alemania, pero a sus 37 años por cumplir quiere seguir compitiendo al menos una temporada más, en especial para lograr un título local de la Superliga. En cuanto a Scocco, el tema de sus tiempos de lesión e inactividad influyen en la idea de jugar una temporada más: el delantero cree que, con continuidad, este puede ser el año de los goles y la consagración definitiva, por eso descuentan que no habrá inconvenientes en acordar pronto.
En cuanto a Leonardo Ponzio, ya adelantó que quiere jugar un año más y retirarse en River en 2021. Su despedida formará parte del contrato que va a firmar antes del 30 de junio, aunque en este caso los acuerdos son de palabras y casi no hay negociaciones.
La otra resolución está en el arco, ya que tanto Germán Lux como Enrique Bologna se quedan sin contrato y están evaluando qué hacer, ya que para el técnico la idea es traer un arquero de peso a mediados de año, ante la chance de que Franco Armani pueda irse del club con alguna venta importante.
Si bien no vence el año que viene, el gran tema será el contrato de Ignacio Fernández, que aún espera la nueva propuesta de cuatro años que no llegó a sus manos y que podría ser presentada en enero, tal como solicitó Gallardo para que no sea vendido. En todos estos casos el gran problema de River es el precio del dólar, que va a estar en los 70 pesos para las negociaciones, casi el doble de lo que firmaron todos los jugadores en su momento.
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Pasaron 20 días de aquel 8 de diciembre en el que Jorge Ameal, Mario Pergolini y Juan Román Riquelme arrasaron en las elecciones y cortaron 24 años de hegemonía del macrismo. Sin embargo, el vértigo habitual del Mundo Boca pareció entrar en un impasse. Más allá de los formalismos, como el traspaso de mando y la asunción de la nueva Comisión Directiva, y de la resonante decisión de cambiar todo el manejo de las divisiones inferiores, desde aquella jornada XXL que arrancó un domingo y terminó en la madrugada de un lunes poco pasó en un club donde las noticias y los rumores están a la orden del día.
De hecho, todavía no se oficializó la más que segura llegada de Miguel Angel Russo como sucesor de Gustavo Alfaro y todavía poco y nada se sabe sobre los jugadores que desembarcarán como refuerzos para afrontar la recta final de la Superliga y el gran desafío que será la Copa Libertadores 2020.
¿A qué se debe este silencio? Tal como lo hacía dentro de la cancha, Riquelme se mueve en forma minuciosa y, si hace falta, pone la pelota bajo la suela para tener un mejor panorama de la situación. Todo se mueve a su ritmo en cuanto al nuevo proyecto futbolístico del club.
Desde el club aseguran que la llegada de Russo es un hecho y que se hará oficial en las próximas horas – «El lunes a más tardar», le confió a Clarín un miembro de la Comisión Directiva-. «Hay detalles del contrato y del armado del cuerpo técnico de Russo que no son mayores y que serán salvados a la brevedad», agregó la misma fuente.
Estas pequeñas trabas tienen cierta ligazón con el principal problema que afronta por estas horas el club: la falta de certezas sobre la liquidez de la cuenta corriente de la tesorería y la dificultad para obtener dólares físicos como consecuencia de las últimas medidas económicas tomadas por el gobierno de Macri que se agudizaron con la gestión de Alberto Fernández.
Esa escasez de billetes verdes golpearía de lleno en los planes iniciales que tenía Boca con vistas al mercado de pases. De hecho, la tan mentada llegada de Paolo Guerrero está por estas horas totalmente caída.
Pero las frustraciones no terminan en la imposibilidad de fichar al delantero peruano. A Boca le costará una enormidad repatriar jugadores que militan en Europa, México o Estados Unidos. Ese perfil de futbolistas que se van a probar suerte al exterior, no logran afianzarse y deciden a los pocos meses retornar al país para tener rodaje en clubes grandes ya no serán tan fácil de seducir con contratos en pesos más allá de las cláusulas que fijan un tipo de cambio por si el dólar se vuelve a disparar.
Por eso, más allá de que suenan nombres como los del peruano Renato Tapia y el uruguayo Facundo Pellistri, la idea de la dirigencia será apuntar a reforzarse con las figuritas del mercado interno y también comenzar a nutrir el plantel profesional con los mejores valores de las divisiones inferiores.
De ahí la determinación de Riquelme -hoy estará en Uruguay en la despedida de su amigo Diego Forlán – de armar su propio equipo de trabajo en las categorías menores con la idea de hacer un rápido diagnóstico y así evitar que las promesas que ya tienen el ADN xeneize terminen cedidas a préstamo a otros clubes de Primera. Todo, obviamente, comenzará a estar más claro cuando se haga oficial la llegada de Russo y se escuchen sus demandas y necesidades a la hora de la conformación del plantel.
Los jugadores con contrato deben presentarse el jueves 2 de enero para someterse a los controles físicos de rutina y un día más tarde arrancará la pretemporada en el Centro Deportivo de Ezeiza. Entonces, el silencio incómodo volverá a dejar paso a los rumores incesantes, esos que siempre repiquetean alrededor del Mundo Boca.
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