
La épica contra Independiente Santa Fe ya había quedado atrás. Y por más que se haya destacado el episodio histórico de que River ganó un partido internacional con un jugador de campo en el arco y sin suplentes, estaba claro que el nivel de dificultad iba a elevarse ante un equipo brasileño, por más que el conjunto de Marcelo Gallardo haya podido recuperar a varios de los jugadores infectados por el brote de contagios de coronavirus, completar un equipo y tener futbolistas en el banco de relevos.
Y así fue. River cayó 3-1 pero igualmente se clasificó a los octavos porque Junior no le pudo ganar a Independiente Santa Fe.
En defensa, los laterales (sobre todo el juvenil Lecanda) padecieron las espaldas y en el mediocampo, el doble cinco entre De La Cruz y Peña no tuvo conexión ni recuperación. Y en ataque le faltó peso en la primera mitad. Hubo apenas un par de llegadas concretas. Una de ellas, terminó con una doble tapada de Marcos Felipe, a Simón, primero y a Álvarez, después.
Hasta que Carrascal perdió (una de tantas) una pelota en ataque y de allí surgió el contraataque que terminó en el primer gol de Fluminense. El propio colombiano tuvo el empate en sus pies, tras una buena maniobra personal, pero dio en el palo. Ni cuando las hace bien le salen las cosas. Un rato más tarde, River pagó caro otro error. Esta vez en una mala salida desde el fondo. Y se fue 0-2 al descanso.
Entraron Rojas (ordenó a la defensa), Palavecino y Suárez. Peña quedó solo como “5” y levantó su nivel, De La Cruz fue a la izquierda. Pero a River le faltó dinámica e intensidad.
River alcanzó a descontar con el gol de Girotti pero lejos estuvo del empate. Sin Maidana, que perdió la cabeza y se fue expulsado por un tremendo golpe a Caio, quedó muy mal parado y Fluminense lo liquidó sobre el final.
Para ese momento, todos estaban más pendientes de lo que pasaba entre Junior e Independiente Santa Fe. Había mucha tensión. Pero el alivio llegó con la noticia 0-0 . Como en la Copa de 2015, River dependió de otro resultado y terminó siendo campeón de la Libertadores
Maximiliano Benozzi/Clarín

De aquellos momentos de turbulencia, con Juan Antonio Pizzi al borde del despido, a esta clasificación holgada y el primer puesto asegurado en el Grupo E. Racing cumplió con el objetivo de estar entre los 16 mejores equipos de América, invicto y cerró su participación en la primera fase con una goleada y una noche estelar de Tomás Chancalay, autor de tres goles en el partido número 100 de la Academia en la Libertadores.
Lo hizo con un hombre menos desde los 17 minutos, cuando fue expulsado el juvenil Julián López. Y quedó con el ánimo en alza para la semifinal de la Copa de la Liga Profesional ante Boca, el lunes en San Juan.
El técnico no guardó nada. A pesar de que ya había logrado el pasaje a los octavos de final hace una semana, con el histórico triunfo ante San Pablo, quería terminar como líder de la zona. Y como la definición de la Copa local se postergó, aprovechó para darle ruedo al equipo que enfrentará a Boca. Con López de entrada por el expulsado Mauricio Martínez.
Y a bordo de un 4-3-3 que se transformó en un 4-1-4-1 cuando se replegó, Racing se sintió cómodo repartiendo la posesión con Rentistas, que llegó hasta Avellaneda con un 4-2-3-1 y el deseo de clasificarse, al menos, a la Sudamericana.
Chancalay, en estado de gracia, estuvo cerca de marcar el primero cuando Leonel Miranda habilitó a Enzo Copetti y el centro del chaqueño encontró un cabezazo del entrerriano que Nicolás Rossi, con un manotazo salvador, desvió al córner.
Los tres protagonistas volvieron a combinar en la jugada del gol. Hubo una buena presión de López y Copetti, Miranda jugó con Chancalay, devolución para Copetti y un centro atrás de Lolo que el ex Colón controló y resolvió de media vuelta.
De la alegría del gol pasó al rápido lamento por la expulsión de López. El pibe estaba amonestado por una infracción sobre Facundo Peraza y fue a trabar con Leandro Paiva. La pierna siguió de largo y bajó al volante uruguayo. El chileno Nicolás Gamboa le mostró la segunda amarilla.
Bajo esta coyuntura, Racing tuvo que agruparse para minimizar los espacios. Y en ese sentido, tuvo que sacrificarse Copetti, habitual centrodelantero que se estacionó en la derecha y colaboró en la marca con Iván Pillud. Fue un “4” bis. Y marcó el camino porque sus compañeros fueron solidarios, especialmente Miranda.
Rentistas intentó tomar el control del partido al partir del manejo de sus mediocampistas, pero nunca fue explosivo por las bandas, no tuvo peso en el área y casi no inquietó a Arias. Y casi termina dos goles arriba Racing, pero Rossi tapó un mano a mano ante Leonardo Sigali. El zaguero había encarado con la pelota dominada detrás del círculo central, jugó una pared con Darío Cvitanich y le faltó alma de delantero, más allá de la gran reacción del “1” uruguayo.
En el segundo tiempo, Rentistas salió con cambios y apretó de arranque. Arias tapó un disparo de Peraza y del córner derivó un centro que Martín González, abajo del arco, remató por encima del travesaño.
Daba la sensación de que los uruguayos iban a ser más intensos en el complemento, pero Racing lo liquidó a partir de un lateral. Sacó Miranda, aguantó Copetti y jugó atrás para el bombazo de Chancalay.
Y Arias apareció una vez más para tapar ante Villar. Hasta un penal atajó. Hubo mano de Sigali, remató Salomón Rodríguez y el arquero se quedó con el tirito del “9” uruguayo.
En la jugada siguiente, Chancalay selló su hat-trick. Fue su décimo gol en la Academia. Un acierto de Pizzi, quien ahora sólo cosecha elogios.
Daniel Avellaneda/Clarín