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River no volvió a ser River. Empató en el Bosque con Gimnasia

Se retiran apesadumbrados los jugadores riverplatenses tras el empate frente a Gimnasia.

Se miró al espejo, se vio desalineado, desprolijo y sin Libertadores. Había dejado una imagen muy opaca en Brasil, distinta a aquella que predominó durante el ciclo de Marcelo Gallardo, ese equipo cargado de elegancia, aun en la derrota. Tenía que cambiar, entonces, para afrontar la Liga Profesional, el único compromiso vigente. Sin embargo, River volvió a mostrar una cara desangelada en La Plata. Golpeó rápido, es cierto. Pero no sostuvo ni cinco minutos el resultado. Y a pesar de tener el control de la pelota, pateó poquito al arco de Gimnasia, un rival duro y metedor.

Hay una evidente falta de jerarquía en el plantel. Sin Angileri, lesionado y con chances de ser transferido, ni Montiel, ya en Sevilla y sin nadie que pueda ocupar con nivel su silla, River sufre por los costados. Porque Vigo y Casco son inestables. Y si no puede profundizar por afuera, todo ese buen circuito de pases que articula por adentro no tiene un final feliz.

Necesitaba renovarse River, claro. Y Gallardo eligió apostar a un 4-1-3-2 con la inclusión de Santiago Simón, 19 años, un pibe de la casa. No habían funcionado Carrascal ni Paradela, que ingresó en el segundo tiempo y dejó claro porqué corre de atrás. No obstante, el hombre clave en el esquema, más allá de la explosión de Suárez, ayer con altibajos, es Enzo Pérez.

A partir del volante central nace el juego de River. Siempre intenta el pase profundo el mendocino. Es el sostén de la pelota. El laureado entrenador eligió, una vez más, a Zuculini como su respaldo. Jugó poco. Así y todo, junto a De La Cruz y el chico Simón le dieron dinámica al medio. Y enseguida, encontraron el gol.

Gimnasia dejó huecos entre los centrales y aunque el primer intento de David Martínez no funcionó, la cesión de De La Cruz entre Morales y Guiffrey tuvo éxito. Suárez quedó cara a cara con Rey y no perdonó. Definió entre las piernas del arquero.

River se puso en ventaja en el amanecer del partido, pero mostró su mayor flaqueza en el sector de Casco y Gimnasia lo empató en un santiamén. Llegaron dos centros de Gerometta. El primero fue rechazado por Martínez; el segundo viajó a la cabeza del Pulga Rodríguez que venció a Armani. Saltó con comodidad el delantero tucumano de 167 centímetros.

Siguió con la iniciativa River, pero sin precisión en el último tramo de la cancha. Casco no sólo tuvo problemas con la marca. Exigió en cada proyección, pero falló en la puntada final. Eso sí, generó una gran inquietud para Gerometta y Eric Ramírez, quien tuvo que redoblar esfuerzos para colaborar en la contención. Le ganaron casi siempre.

Tuvo otra gran chance River, a través de dos pelotas paradas de De La Cruz. Un córner que cabeceó Paulo Díaz, pegó en las manos de Rey y el travesaño, y un tiro libre apenas afuera. Fueron las mejores situaciones de un equipo con buen traslado, pero poco peso en el área.

Gimnasia reclamó un penal. Forcejearon Carbonero y Paulo Díaz. El colombiano cayó en el área. Se resbaló. No pareció infracción, más allá de las protestas de los allegados. Estuvo correcto Dóvalo.

River acrecentó su superioridad en el campo rival y casi marca el segundo con una pelota que perdió Mancilla, recuperó Simón y remató Zuculini. Contuvo Rey. Gimnasia estaba en su zona de confort apretando las líneas y en el terreno de la lucha.

Gallardo movió el banco. Necesitaba mayor movilidad y agresividad en 3/4. Entonces, sacó a Zuculini y a Ro

Gallardo no pudo ocultar el fastidio que le generó ver a sus jugadores en tan bajo nivel.

mero y mandó a la cancha a Tomás Galván –entró muy bien- y Julián Alvarez. Y tuvo dos posibilidades muy claras. Lo perdieron Galván y Suárez.

Fueron un puñado de minutos de asedio sobre el arco de Rey, que terminó lesionado y luego reemplazado por el joven Durso. El ingreso de Alemán compensó a Gimnasia. River ya no llegó claro. Paradela no cambió la ecuación. Y Gerometta se afirmó atrás y fue incisivo adelante.

La última pelota terminó en poder de Gimnasia. River no pudo cambiar la cara después de la eliminación copera. Y para un técnico como Gallardo, que no sólo pondera el resultado, ese es el ítem más preocupante.

Daniel Avellaneda/Clarín

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