River no pudo quebrar el cero ante un Racing muy cauteloso

El clásico más antiguo sabe rancio. Y no por el tiempo que pasó desde la primera vez que se enfrentaron, hace 115 años, en la Dársena Sur. Le faltaron condimentos a estos noventa minutos desabridos, poco sazonados

en situaciones de gol. No obstante, tiene mejor gusto para Racing, que se llevó un punto de oro en un terreno duro y ante un rival que, desde hace años, es su bestia negra. Si jugó más de media hora con un hombre menos… A River, en cambio, se le amargó el paladar. Porque a pesar de ser el dominador absoluto, no encontró la receta para cocinar el partido y no logra meterse en la zona de clasificación de la Copa de la Liga Profesional.

Es imposible soslayar el contexto y los antecedentes para entender la postura de Racing: River no sólo le había ganado los últimos cinco partidos; además, le había dado una paliza en Santiago del Estero hace apenas 25 días. Aquella final de la Supercopa Argentina sirvió de aprendizaje para Pizzi. Y consciente de que se juega el puesto cada 7 días, priorizó el aspecto estrictamente defensivo.

Del 4-1-4-1 con el que partió, armó una línea de cinco y hasta seis defensores en varios pasajes. Sin ir más lejos, Chancalay fue un lateral izquierdo bis, muy cerca de Mena, dedicado mucho más a tapar las subidas de Vigo que a proyectarse en ataque.

Apretados cerca de Arias, apostaron a un error no forzado y a la espera del milagro del contraataque. Un plan que podía fallar en cualquier momento. Por más que minimizara espacios y recuperara la pelota a través de una falla de su rival, ¿cómo podía aspirar a una réplica a toda velocidad con volantes criteriosos pero lentos como Miranda y Piatti?

El protagonismo, entonces, quedó a merced de River. Sin embargo, no tuvo claridad ni explosión en los últimos metros para poder vulnerar el cerco de Racing. Mérito de los esforzados defensores visitantes; déficit de un equipo que tuvo casi siempre la pelota, llegando a un pico de 71% de posesión, pero no fue profundo.

Muy a pesar, eso sí, del gran manejo de Enzo Pérez, que arrancó entre los centrales, pero observó un campo fértil para distribuir más cerca de tres cuartos. De un cambio de frente del mendocino llegó la única jugada con peligro para Arias. Vigo le comió la espalda a Chancalay, pero remató forzado, por encima del travesaño.

Racing recién salió de la cueva en el final del primer tiempo. Un córner de Chancalay, pasado, mostró la mayor debilidad de Franco Armani. Pero nadie pudo conectar. Y entre un equipo que no quiso jugar y otro que no pudo, el clásico tuvo un bajísimo nivel. Peor: no patearon al arco.

En el segundo tiempo, pareció que Racing iba a despegar, pero muy pronto se quedó con diez. Cáceres, que había estado muy firme por su lateral, bajó dos veces a Suárez y terminó expulsado. De la primera infracción derivó el primer remate al arco. Fue un tiro libre de De La Cruz que Arias tapó con esfuerzo y lo obligó a recuperarse rápido para bloquear el rebote de Julián Alvarez.

Y si once contra once se había metido atrás, ni hablar con un hombre menos. Pizzi sacó a Ignacio Piatti, que nunca había podido jugar claro, y reforzó atrás con Iván Pillud. Y Gallardo se cansó de las desatenciones ofensivas de Santos Borré y mandó a la cancha a Fontana. La primera que tocó casi termina en gol. Álvarez, movedizo, metió una pelota filtrada y Arias le puso el pecho al balazo del ex atacante de Banfield.

Los cambios del Muñeco no solucionaron la falta de claridad. Ni Carrascal, que mostró claroscuros. Ni Girotti, que intentó penetrar en esa defensa cada vez más nutrida y poblada. Pizzi no tuvo rubores. Terminó jugando sin delanteros. A fin de cuentas, de sumar se trata, más allá de las formas. Esta vez, más preocupado se fue River.

Daniel Avellaneda/Clarín