Quieto es una comedia dramática sobre el vínculo y el encuentro entre un padre y una hija que no se ven hace tiempo”, cuenta Florencia Naftulewicz, la autora y protagonista de la obra que se estrena hoy en NÜN Teatro Bar.
El elenco es acotado, pero contundente, y muy prometedor. Esta vez, el escenario lo van a ocupar sólo dos personas. La dramaturga estará acompañada del popular Miguel Ángel Rodríguez. Ambos serán los encargados de sumergir a los espectadores en esta conmovedora historia.
Después de la muerte de su esposa, Renzo (Rodríguez) se aísla de la realidad. En otras palabras, queda “quieto” en esa situación. Dos años después de empezar su encierro, su hija Julieta (Naftulewicz) decide instalarse un fin de semana con el, y se encuentra con un panorama peor del que esperaba.
-La obra plantea una situación con la que es fácil empatizar, porque es parte de la vida misma…
-Sin dudas. Nosotros venimos haciendo ensayos generales con público, y lo que recibimos es eso mismo que vos decís. La obra te atraviesa como espectador. Todos somos padres o todos somos hijos. Es un vínculo que tenemos muy presente. Es inevitable que el espectador piense en su propio vínculo. Ese es un poco también el objetivo de la obra.
-¿Cómo trabajaste el proceso de humanización de tu personaje, para poder despertar esa cercanía con el espectador?
-Fue un proceso de encuentro y de juego, que fue muy bien llevado también por Francisco Lumerman, el director. Él sabe guiar muy bien a los actores, para que la situación esté lo más viva posible. Realmente nuestro objetivo es contar que este padre y esta hija se están encontrando ahí, en ese tiempo real, en esa situación, y que el espectador nos pueda acompañar en ese viaje.
-¿Cómo fue trabajar con un actor con la trayectoria de Rodríguez?
-Lo cuento y me emociono. Fue una sorpresa cuando me dijeron que le había interesado mucho el texto y quería sumarse. Para mí fue increíble. Y después me encontré, más allá con un actor con mucha experiencia, con un hombre increíble con una generosidad inmensa. Él está ahí jugando con nosotros, queriendo que todos estemos dando lo máximo.
-Algo que hayas aprendido de él?
-Todo. Él mismo nos dijo ‘yo nunca había hecho teatro independiente y siempre tenemos que estar aprendiendo cosas nuevas’. Y eso es una gran enseñanza para nosotros. Tener la posibilidad de estar con el sóla una hora en el escenario, para mí es como tener una clase de teatro todos los ensayos.
No es la primera vez que Florencia se entrega al doble desafío que implica interpretar a un personaje que ella misma escribió. Sin embargo, siempre está lista para cumplir con esta tarea.
“Como yo escribí el material, al principio siempre es un trabajo dejar la autora y que venga la actriz. Fue algo muy lindo y de mucho aprendizaje para mi. No es la primera vez que lo hago, pero siempre es un nuevo aprendizaje y un nuevo reto”, explica la dramaturga.
-¿El producto final terminó siendo muy diferente a lo que creías que era cuando estaba todavía en tu mente?
-Sí. Lo increíble de eso es que cuando estás escribiendo estás sola, es un proceso muy individual. Uno pasa meses solo frente a la computadora. Y después cuando te encontrás con el equipo es increíble. El director puso su impronta y su mirada. Yo entregué el material con todo el amor del mundo, y el texto es un disparador. Todo lo que se crea y lo que se genera después ya es parte del equipo y de la mirada del director.w
Funciones todos los viernes a las 21 y los sábados a las 18. Entradas en Alternativa Teatral (www.alternativateatral.com.ar).
Milagros Jarzun/Especial para Clarín-Espectáculos