Antes de que las puertas se abrieran, Clarín accedió a las imágenes exclusivas del Pabellón Argentino en la 60º Bienal de Venecia. Allí está lista para recibir al público la instalación Ojalá se derrumben las puertas, de Luciana Lamothe, con la curaduría de Sofía Dourron.
La Bienal es la cita artística más relevante a nivel mundial y ayer comenzó su preinauguración.
La instalación de Luciana Lamothe consta de cuatro módulos y un nexo entre las distintas partes. Está construida con madera terciada, caño y ramas y maderas recicladas. Tiene una alusión general al arte póvera en algunos de sus segmentos, pero lo más importante es que recupera la luminosidad del pabellón argentino, que en las dos últimas ediciones de la Bienal fue oscurecido por decisiones estéticas.
En el primer caso, con Mariana Tellería, para dotar a sus esculturas y textiles de un halo eclesiástico, y en el caso de Mónica Heller, en la última Bienal, porque de otro modo no se podría haber visto su obra en video.
El efecto de haber abierto las ventanas a la luz que se filtra por los jardines que rodean a los arsenales y al pabellón argentino es de haber duplicado el ancho del espacio.
Es una instalación que podríamos pensar pesimista o crítica y, sin embargo, esperanzadora porque hay luz de las ventanas y porque el espacio parece agigantarse. Particularmente virtuoso es el encuentro que ella logra entre ramas quemadas, delgadas y muy frágiles, y las grampas de hierro y el acero inoxidable que las aprisionan.
Desde ya, esta es una primerísima impresión de algo que recorreremos más en profundidad. Sin embargo, sin duda levanta la vara, sobre todo de la última edición, cuya muestra de Mónica Heller dejó insatisfechos a la mayoría.
En medio de un viento y lluvia huracanados, que asolaban las instalaciones, constatamos que la presencia argentina en la Bienal no solo es destacada sino que también revela grandes sorpresas.
Por caso, los 24 metros que se destinó a Mauricio “La Chola” Poblete con su arte que combina acuarela, dibujo y grafiti. Y, sobre todo, por los siete textiles que expone Claudia Alarcón, quien da un vuelco a la técnica del jaguar nunca visto. En parte esto es porque ha sido montado sobre fondos de color, con lo cual la geometría a veces caprichosa de Alarcón para una técnica tan estereotipada como el jaguar revela tonos y formas geométricas nunca antes vistas en esta técnica.
Esto solo por hablar de los contemporáneos, porque hay una mirada de bellísimas obras de grandes artistas que no tuvieron tanta nombradía como merecían: el caso de Elda Cerrato, o de Juan Del Prete, o de distintas obras cedidas por el Museo de Arte Moderno.
Turbulencias en el inicio
Ayer, el consagrado artista indio Anish Kapoor sacudió la preinauguración al criticar el título y el lema de la Bienal afirmando que la muestra, titulada Extranjeros en todas partes y curada por el brasileño Adriano Pedrosa, hace el juego al gobierno derechista de Italia.
En declaraciones a The Art Newspaper, señaló: “En un contexto en el que el gobierno de derechas italiano se ha hecho con el control de los museos y de todas las instituciones culturales, y en el que el nuevo presidente de la Bienal, Pietrangelo Buttafuoco, se ha autoproclamado de derechas, este peligroso eslogan encaja con su postura y la de su gobierno contra los inmigrantes y los extranjeros. La repugnancia de la derecha se extiende por todo el mundo, desde Oriente Próximo a Rusia, pasando por India y Estados Unidos”.
En tanto, el pabellón israelí que debía inaugurarse ayer, permanecerá cerrado “hasta que se acuerde un alto el fuego y se liberen los rehenes” en poder de Hamas. La decisión de la curadora y artista, Ruth Patir, no es cancelar la exposición, “pero es una opción de solidaridad con las familias de los rehenes y con la gran comunidad de Israel que pide un cambio”.
Su decisión, elogiada como valiente por el principal curador de la bienal, se anunció en un cartel colocado en la ventana del pabellón nacional israelí.
Matilde Sánchez/Enviada especial de Clarín