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Potente show de La Renga ante 50.000 personas en el Cilindro de Avellaneda

La banda de Mataderos dio un gran recital y va por tres más.

“Y morir queriendo ser libre/ Encontrar mi lado salvaje/ Ponerle alas a mi destino/ Romper los dientes de este engranaje”, canta Gustavo «Chizzo» Nápoli en el estribillo de “Hablando de la libertad”. Es la última canción de la lista de temas –como en cada “banquete”- y ese “morir queriendo ser libre” suena con un perfume más humano y natural, porque refiere al “lado salvaje” y propone romper los “dientes de este engranaje”. La libertad de La Renga va por otro lado: tiene sentido de comunidad y responde a los códigos de la autogestión, la solidaridad y la independencia. En el estadio de Racing nadie canta “¡Viva la libertad!”, pero se escuchan otros cánticos antes y durante el show: “¡La Patria no se vende, la Patria no se vende!”, suena una y otra vez en la primera de las cuatro noches.

El Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) es un territorio esquivo para el grupo de Mataderos. La última vez que se habían presentado en Buenos Aires fue en abril de 2022 en el Estadio Ciudad de La Plata. Ese mismo año la Municipalidad de Vicente López les puso un sinfín de trabas administrativas para tocar en el predio de Tecnópolis y finalmente suspendieron las fechas. Después de una extensa gira por todo el país que los llevó incluso hasta Tierra del Fuego, la banda inauguró ayer una serie de cuatro conciertos en Racing Club de Avellaneda, una localidad amigable para el trío. En las afueras del estadio, desde muy temprano, rengueras y rengueros de todos los rincones del país copaban las calles y las veredas. En un clima festivo y armónico, los fanáticos se sacaban fotos con las banderas, se abrazaban con algún amigo o bailaban al ritmo de los clásicos que sonaban desde los autos y las casas.

«Hace mucho no estábamos tan cerca del barrio. Qué lindo que es sentirse cerca», dijo el Chizzo frente a más de cincuenta mil personas antes de tocar “A la carga mi rocanrol”, de Despedazado por mil partes (1996). El concierto comenzó pasadas las 22 –una hora demorado- con “Buena pipa”, “A tu lado” y “Tripa y corazón”. A fuerza de una sonoridad que combina elementos de hard rock, rock and roll, blues y heavy metal, el trío integrado por Chizzo, Tete y Tanque se dedicó a tocar una batería de hits de las primeras épocas y no le dio tanto lugar a las canciones más nuevas. Esta seguidilla de conciertos también tiene como fin despedir el último disco, Alejado de la red (2022), que contiene canciones que empezaron a publicar como sencillos desde 2019. De ese disco, hicieron “Parece un caso perdido”, un tema que no pierde actualidad: “Y el mundo está enloquecido/ ¿No ves?/ Parece un caso perdido/ Ya sé”.

Hay algo en las canciones de La Renga que las vuelve atemporales: una crudeza mundana que siempre está ahí, a la vuelta de la esquina. Con un lenguaje terrenal y una sonoridad simple y directa –una estética de la desprolijidad-, La Renga logra conectar con un público popular que se identifica con el imaginario y la filosofía de las canciones. “Estamos en tiempos difíciles como tantas otras veces. Algunos temas vuelven a resurgir. Este es uno de ellos”, dijo Chizzo antes de “Hielasangre”, una canción de Detonador de sueños (2002) inspirada en la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001. “Un paso atrás, no me toques”, dice la letra. Luego, como varias veces en la noche, el público canta: “El que no salta es un inglés/ El que no salta votó a Milei”.

Sin embargo, no hubo una bajada de línea política reiterada desde el escenario –más allá del contenido de las canciones-. Eso fue lo único que dijo Chizzo sobre la coyuntura social y política. De hecho, casi no habló. Durante dos horas y media, el trío de Mataderos se dedicó a tocar canciones de su vasto repertorio. Muchas de ellas ya son hits –sobre todo las de la tríada Despedazado por mil partes (1995), La Renga (1998) y La esquina del infinito (2000)-: “Al que he sangrado”, «Motoralmaisangre», “El twist del pibe”, “Bien alto”, “Cuándo vendrán”, “En el baldío”, “El rey de la triste felicidad”, “Desnudo para siempre”, “Arte infernal” y “El final es en donde partí”.

Después del clásico «El juicio del ganso» y el rock “Oportunidad oportuna”, hubo tiempo para un breve remanso. Entonces, sonó “El viento que todo empuja”, que arranca con un aire de reggae. “La razón que te demora”, de Detonador de sueños, también le dio un poco de aire al frenesí a la lista. La única balada que tienen no la tocaron. Pero la gran ausente, en verdad, fue “Panic Show”. ¿La estarán dejando descansar un tiempo o la habrán guardado para las últimas noches en Racing? Las canciones en la voz de sus intérpretes siempre tienen un sentido especial.

Sergio Sánchez/Página 12-Espectáculos

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