Hay una foto algo amarillenta. Una sonrisa pícara asoma en los dos. Ella tiene 5; él, 3. Y, pese a esa edad, ambos saben que lo que hicieron no está bien. La ropa de esgrimista de Rafael Di Tella ya no está en el placard. “Me acuerdo que Isabel me puso la ropa de papá una vez. Me quedaba todo enorme y no sabíamos cómo se ponía porque nunca lo habíamos visto. Me puse todo mal, la chaqueta eléctrica de calzón…”, cuenta envuelto en una carcajada Pascual Di Tella, el menor de los hermanos esgrimistas que fueron medallistas -él de plata y ella de bronce- en los Juegos Panamericanos.
La anécdota se formó en Estados Unidos, tierra que abandonaron para mudarse a Argentina cuando Pascual di Tella tenía 8 y su hermana Isabel dos años más. El deporte siempre estuvo en sus vidas: él probó con el basquetbol y ella con el voleibol aunque ambos ya habían tenido un contacto con el florete siguiendo los pasos de su papá. Es que Rafael Matías Di Tella, hijo del ex canciller Guido Di Tella, fue uno de los esgrimistas argentinos más destacados y olímpico con la espada en 1988 y 1992.
“En Argentina la esgrima es un deporte que tiene mucha tradición. Se practica desde hace 100 años y es re lindo poder tener esa continuidad en nuestra historia. Es cierto que venimos con más dificultad en los últimos años pero en la última década logramos levantar el nivel”, cuenta ella, que nació en Inglaterra hace 26 años y en Lima disputó sus terceros Panamericanos.
Justamente allí logró por primera vez una medalla luego de un cuarto puesto por equipos en Guadalajara 2011 y un sexto lugar en Toronto 2015 en espada, el arma que eligió para siempre. “Fue una alegría muy linda porque ganar una medalla era mi objetivo. Quedan sensaciones amargas después de perder, pero pasó el tiempo y estoy tranquila, contenta y satisfecha”, dice sobre aquel 15-12 en las semifinales con la venezolana Patrizia Piovesan.
“Para mí -comparte él- empezó bastante mal el día. Por eso fue una sorpresa muy linda la medalla en mis primeros Juegos. Sabía que lo podía hacer, pero no estaba seguro; casi me quedo afuera en la ronda”. En la final de sable el porteño perdió con el estadounidense Homer.
El festejo fue doble para Pascual Di Tella. “Finalmente saqué un puesto por encima de Isabel. Estoy gritando hurras. Hace muchos años que me viene matando en los torneos, que ella termina arriba. Estoy muy contento con este resultado especialmente para refregárselo en la cara a Isabel”, confiesa con una sonrisa.
Las miradas cómplices aparecen como en aquella foto. Y concuerdan en que sus medallas pueden impactar favorablemente en la esgrima al tiempo que se ponen al hombro la misión de derribar el mito de que sea un deporte costoso. “Hay muchos lugares para hacer esgrima en Argentina. No es muy popular porque estamos obsesionados con el fútbol y es lo único que se ve pero hay muchos deportes. El que quiera, que vaya y busque un club. Que los chicos nos vean en la tele y digan ‘¿qué es eso con las espadas? Lo quiero practicar’, es buenísimo. Es muy natural en los chicos levantar un palito y pelearse con el amigo. En nuestro caso le pusimos un poco de estructura y algunas reglas”, cuentan.
En sus vidas, sin embargo, no todo es esgrima. Ella se graduó en matemática en Harvard y apenas terminó su participación en Lima se fue a Boston para cursar un doctorado en Economía.
“Yo estuve en Buenos Aires unos días y volví a Estados Unidos a seguir entrenando camino a Tokio. Y a hacer un poco de música. ¿De qué estilo? Es trap para chicos buenos”, agrega él que se graduó en Filosofía en ese país pero ahora, con 24 años, le dedica tiempo a la música con Apartment X, la banda que formó con unos amigos y que en abril subió a Spotify su primer tema, “El hombre hormiga”, y ya lanzó otros dos: “X una cabeza” y “El sublime economista”.
Esperan que dentro de poco el camino los vuelva a cruzar. El sueño es que la experiencia de Lima se repita en Tokio 2020 para seguir los pasos del papá.
Sabrina Faija/Clarín