La leyenda jamaiquina del reggae Bunny Wailer murió ayer, a los 73 años, en el Andrew’s Memorial Hospital en Kingston, según informó la ministra de Cultura de Jamaica, Olivia Grange en un comunicado.
La ministra no especificó la causa del fallecimiento del percusionista y cantante, que junto a Bob Marley y Peter Tosh fundó The Wailers, banda que hizo del reggae un fenómeno global.
La noticia también fue confirmada por su mánager, Maxine Stowe. Periódicos locales habían reportado que entró y salió del hospital tras haber sufrido un derrame cerebral hace casi un año.
El artista, un cantante barítono cuyo verdadero nombre era Neville Livingston, formó The Wailers en 1963 con Marley y Tosh. Juntos alcanzaron la fama internacional con el álbum Catch a Fire. Además de su música, los Wailers y otros músicos ras
ta popularizaron la cultura rastafari entre los jamaiquinos acomodados en la década de 1970. La muerte de Wailer se hizo sentir de inmediato alrededor del mundo. Figuras públicas y fans compartieron fotografías, música y recuerdos del renombrado artista en redes sociales.
“La muerte de Bunny Wailer, el último de los Wailers originales, pone fin al período más vibrante de la experiencia musical de Jamaica’’, escribió el político local Peter Phillips en Facebook. “Bunny fue un hermano jamaiquino bueno y consciente”.
Entre otros reconocimientos, Wailer fue galardonado con tres premios Grammy. El primer ministro de aquel país, Andrew Holness, también rindió homenaje a Wailer, a quien llamó “un respetado personaje ilustre de la escena musical jamaiquina’’ en una serie de tuits.
“Esta es una gran pérdida para Jamaica y para el reggae. Indudablemente Bunny Wailer siempre será recordado por su destacada contribución a la industria musical y nuestra cultura en particular’’, escribió Holness. Aunque recorrió el mundo con su música, Wailer se sentía más a gusto en las montañas de su isla natal y disfrutaba cultivar la tierra mientras escribía y grababa canciones bajo su sello, Solomonic.
“Creo que me gusta el campo de hecho un poco más que la ciudad”, le había dicho a la agencia AP en 1989. “Tiene más que ver con la vida, la salud y la fuerza. La ciudad te quita eso a veces. El campo es bueno para la meditación. Tiene comida fresca y una atmósfera fresca. Eso te mantiene en marcha”. Un año antes, en 1988, alquiló un avión y llevó comida para los afectados por el huracán Gilbert en su país. “La gente les presta menos atención a esas cosas (comida), pero resulta que son lo más importante”, dijo entonces el músico. “Yo soy un agricultor”.
Clarín/Espectáculos