
En dramático final, por penales, eliminó al último campeón, Flamengo. River también pasó a cuartos. Hoy juega Boca.
Sufriendo, transpirando, al borde del colapso. Lo ganó en los penales Racing, ese triunfo que no pudo ser en los noventa minutos porque Willian Arão cabeceó al gol la única pelota que no pudo detener un magnífico Arias. Tuvo revancha en la definición desde los doce pasos el arquero, gran figura de la noche. Y le tapó el cuarto tiro al propio Arão. Después, clavó el gol Fabricio Domínguez. Flamengo, el campeón de América, quedó eliminado. Y celebró media Avellaneda porque la Academia avanzó a los cuartos de final de la Libertadores a la espera de Inter o Boca. Fue un Maracanazo celeste y blanco.
Los primeros minutos fueron un testimonio de lo que podía esperar Racing en el Maracaná. De Arrascaeta, Bruno Henrique y Rodrigo Caio tuvieron el primero en las narices del arquero, pero definieron mal.
Fue más Flamengo porque tiene mayores recursos ofensivos. Desde la salida de Gerson, un volante con mucha categoría que tiene una visión muy clara con la cancha de frente. Desde la calidad de Bruno Henrique,
volcado hacia a la izquierda, aprovechando las debilidades de Fabricio Domínguez, un volante que se veía obligado a retroceder y sufría.
Racing aguantó atrás y empezó a salir de a poco, pero no pesó en el campo rival. Fundamentalmente, porque el mediocampo era un sector en el que la pelota casi nunca estuvo en poder de Miranda y Rojas. Con dos volantes más dispuestos para jugar, pero sin intervención en la elaboración, el equipo argentino perdió poder de recuperación.
Y Flamengo aprovechaba para jugar a partir del mencionado Gerson y el despegue de Bruno Henrique, Everton Ribeiro y De Arrascaeta. Sin Gabigol, lesionado, Vitinho fue la punta de lanza brasileña, pero no tuvo puntería. Alexis Soto quiso meter un pelotazo y se la clavó en el pecho a Vitinho. Gabriel Arias estuvo rápido para achicar y tapar. En el final del primer tiempo, Rojas perdió la pelota en 3/4 y el contragolpe no terminó en gol de Vitinho porque definió mal. Su tiro, entre las piernas del arquero se perdió muy cerquita del poste izquierdo de Arias.
No estaba conforme Beccacece. Entonces, sacó a un delantero, Reniero, y apostó a Carlos Alcaraz, un rapidito. Creyó el técnico que no necesitaba dos referencias en el área, que con Lisandro López alcanzaba. La línea de 3-5 que plantó había sufrido por el sector de Fabricio Domínguez, quien casi ni pudo escalar en ataque porque tuvo que preocuparse mucho más por contener su andarivel.
En el segundo tiempo, Arias volvió a salvar a Racing con un manotazo salvador. De nuevo, frente al impreciso Vitinho, quien remató a la entrada del área y se encontró con los reflejos del número visitante.
Beccacece movió el banco. Ingresó Walter Montoya por Fértoli. Y Racing mejoró parcialmente.
Entonces, llegó ese minuto dorado. La falta de Rodrigo Caio, que ya estaba amonestado, sobre Lisandro. La expulsión del zaguero central y el tiro libre de Leonel Miranda. Fue un centro frontal al que no llegó López, Gustavo Henrique la dejó servida y Sigali empujó al gol de arremetida.
Flamengo con diez, Racing con once pero muy metido atrás, entregando la pelota. Entró Lucas Orban por Nery Domínguez para reforzar el juego aéreo. No se notó la superioridad numérica. En lo más mínimo. Y Arias volvió a mostrar su categoría. Le tapó dos cabezazos a quemarropa a Bruno Henrique y Willian Arão.
Era insostenible la presión de Flamengo. Y llegó el gol de Arão. Después, los penales. Los goles de Lisandro, Rojas, Sigali, Alcaraz y Domínguez, sí dos pibes, como alguna vez hizo Carlos Bianchi con Ledesma y Alvarez. Los goles de Filipe Luis, Gerson y Pedro. Y la atajada de Arias, el superhéroe que necesitaba Racing para seguir con vida en la arena internacional.
Daniel Avellaneda/Clarín

La Copa Libertadores debe ser uno de los torneos más difíciles del mundo. Sea en el contexto que sea. Sin pandemia o en medio de ella. El espíritu combativo del futbolista sudamericano siempre está presente. Si no, no se podría explicar cómo un plantel con 15 bajas, 11 de ellas por contagios de coronavirus, como Athletico Paranaense presentó una dura batalla. Aunque terminó resistiendo solo con Bento el vendaval de llegadas de River en el segundo tiempo. Por la actuación del arquero brasileño, el equipo de Marcelo Gallardo apenas ganó por la mínima diferencia. Suficiente, de todos modos, para meterse en los cuartos de final del torneo más importante del continente.
La otra explicación de por qué le costó tanto a River tiene que ver con el propio River, que todavía está en modo intermitente. Tiene ráfagas de buen fútbol y busca el arco rival constantemente pero no genera las mismas garantías que hace un tiempo.
Le cuesta generar juego colectivo. Extraña la mejor versión de Nacho Fernández, que aún está lejos de su mejor versión. Y ni siquiera el pase profundo que metió para dejar a Matías Suárez mano a mano lo salvó de una floja actuación.
Ante la falta de juego en la primera mitad, River recurrió sistemáticamente a los remates desde Suárez y Borré, quienes al recibir buscaban el arco directamente para exigir a Bento. Lo mismo De La Cruz. Pero el arquero respondió muy bien en todas. Incluso en el penal que le pateó De La Cruz a pocos minutos del final se tiró bien. Pero la pelota dio dos veces en el palo y una en su espalda y el uruguayo aprovechó el rebote. Recién en el final de la primera parte y en el segundo tiempo, cuando Paranaense, desgastado por el intenso trabajo de los primeros 45 minutos, se replegó River pudo soltar a sus laterales para generar amplitud y poder triangular mejor. Así se sucedieron varias llegadas al arco rival.
En ese momento, el equipo brasileño ya no atacaba y solo resistía para ver si podía tener su chance sobre el final. Mientras, River se intranquilizaba porque el gol no llegaba. Gallardo movió el banco de suplentes y mandó a la cancha a Jorge Carrascal y a Julián Alvarez, los que armaron la jugada que terminó en el penal que le hicieron a Borré.
Ahí, a Paranaense se le terminó la ilusión. Y ya no tuvo fuerzas como las que había mostrado en el inicio del partido cuando salió decidido a buscar el gol que necesitaba.
Robert Rojas fue titular para jugar con tres centrales. En la decisión del Muñeco tal vez haya algo de la inseguridad que viene teniendo el equipo a la hora de defender. Eso sí, River siguió con algunos problemas en la última línea,
En el segundo tiempo fue River el que salió decidido a cerrar la serie rápidamente. Y mejoró su producción. Pero, como en Curitiba, falló en la definición. Y también chocó con Bento. Hasta que pudo vencerlo cuando el juvenil guardameta quedó tirado en el penal. Recién ahí River pudo asegurar su pasaje a los cuartos de final de uno de los torneos más difíciles que tiene el fútbol.
Maximiliano Benozzi/Clarín