Cuando juegan Los Pumas suenan Los Redonditos de Ricota con “Ji Ji Ji”, Bersuit Vergarabat con “La argentinidad al palo” y Pier con “La ilusión que me condena”. Son las tres bandas argentinas de rock que por diversos motivos o textualidad de los estribillos les dan color a los partidos. Para el de mañana ante Inglaterra en el Stade de France, debería sonar un tema de La Renga: “El final es en dónde partí”. Es que Argentina irá por el tercer puesto contra el primer rival en este Mundial de Francia 2023.
Tan estudiado tiene el asunto Michael Cheika que además de la ausencia de Pablo Matera por lesión, el equipo tendrá más variantes. La primera línea será la misma, pero la segunda cambia completamente. Y entre los backs habrá otras dos modificaciones.
El australiano quiere colgarse la medalla. Para lograrlo, deberá evitar repetir los errores cometidos en el primer partido. “Me gustaría saber cuáles fueron, porque la verdad es que no pudimos hacer nada de lo que habíamos planeado”, resumió Felipe Contepomi en una de las tantas conferencias de prensa a lo largo de los últimos 50 días.
Cheika planteó tres cambios respecto del último partido y justificó la inclusión del jugador más joven del plantel: Pedro Rubiolo, de apenas 20 años, será el reemplazante de Tomás Lavanini. “Está más fresco para un partido que espero tendrá mucho movimiento de pelota”, indicó el australiano.
Los Pumas no mostrarán la misma cara que en Marsella. Inglaterra tampoco: habrá ocho cambios respecto al XV que perdió ante Sudáfrica. Cheika lee una propuesta distinta por parte de La Rosa. No cree que repitan el libreto de la patada recurrente -aunque sí la esperay cree que abrirán más la cancha por la inclusión de Marcus Smith como fullback y la capacidad de Theo Dan para el juego con la pelota en mano.
Inglaterra mostró lo mismo en los seis partidos que jugó en esta Copa del Mundo: no arriesgó, pateó la pelota lo más cerca del ingoal contrario posible y optó cada vez que pudo con el tiro a los palos. De a tres puntos construyó la mayoría de las victorias que lo encumbraron en el Grupo D. El drop fue su gran recurso y lo empleó con una facilidad notable.
Inglaterra no se complicó nunca y si tuvo que dejar de lado la posibilidad de hacer tries, no dudó. La máxima podría resumirse con un “más vale tres puntos a los palos que cinco improbables”.
Sin embargo, Cheika piensa que La Rosa presentará otro planteo. Por eso incluyó a Tomás Cubelli para formar la pareja de medios con Santiago Carreras, igual que en el partido ante Gales. “Es un buen partido para él, sobre todo al lado del ruck que pensamos que, por el clima y por ser Inglaterra, será su punto fuerte. Venía recuperándose de lesiones y le faltaba ritmo de entrenamiento y de partido. Juega distinto que (Gonzalo) Bertranou, que venía con mayor competencia. La conexión de Bertranou o Cubelli con Carreras y Sánchez es muy buena”, explicó Cheika.
En todo caso, de los tres cambios que dispuso el australiano, el que menos justificativos técnicos encontró fue el de Jerónimo De la Fuente, quien será titular por segunda vez tras el partido ante Chile, cuando también fue capitán del equipo.
“De la Fuente está bien físicamente y en el juego. Fue difícil para él no jugar más partidos. Se lo merece”, explicó Cheika casi de manera paternal. Infaltables como en todas las alineaciones del Mundial, Marcos Kremer y Juan Martín González también fueron confirmados en el último XV para Los Pumas en esta competencia.
Será un partido en el que se enfrentarán las dos selecciones con jugadores con más minutos. Por los Pumas están Kremer (450), González (432), Juan Cruz Mallía (423) y Guido Petti (421), seguidos de los ingleses Ben Earl (413) y Joe Marchant (409).
Tanto Argentina como Inglaterra se reconfiguraron. No era el duelo que querían jugar. Ambos habían planteado a la final como objetivo y ahora se deben conformar con la medalla de bronce, que cobra más valor que durante el fin de semana que pasó.
“Creo que se ve un cambio en ambos equipos, que se han desarrollado a lo largo de varias semanas. Argentina en particular ha desarrollado un juego de patadas muy largo. Lo ha utilizado con gran efecto, particularmente en los cuartos de final, cuando patearon la pelota de un extremo del campo al otro para forzar a los rivales a cometer errores. Han desarrollado un juego de ataque en fases. Ambos equipos han jugado más partidos desde que comenzó el Mundial, pero creo que será uno totalmente diferente al primero”, analizó el entrenador principal de La Rosa, Steve Borthwick.
Del lado de la Argentina, el análisis no es distinto. Cheika también advierte un cambio de Inglaterra. No el obvio de los ocho nombres nuevos, sino también de planteo. El australiano se reconoce en estado de alerta.
“Esta semana queremos estar listos para ser uno más en el tackle y en la preparación del ataque. En estos partidos finales que son más importantes, las ganas son claves. En semifinales, el nivel del partido es más importante porque los dos quieren ganar. Queremos tener más jugadores aportando su contacto físico en varias fases y queremos mejorar las formaciones fijas. Necesitamos estar listos para todo, porque se va a correr mucho. También el análisis que hicimos está en la estrategia y más no puedo adelantar”, se disculpó Cheika.
Luego de la derrota ante Sudáfrica, los jugadores ingleses hicieron esfuerzos por no desmerecer el partido por el tercer puesto. Estaban devastados y apenas podían cumplir con formulaciones amables sobre el partido que se avecinaba. Ahora, cuando se cuentan las horas para el partido que definirá al tercero del Mundial, el discurso es otro.
“Esto es muy sencillo: queremos ganarle el viernes a un muy buen equipo como Argentina. Este equipo se ha construido y ha progresado a lo largo del torneo y queremos continuar con ese progreso con una victoria. Lo que sucedió en semifinales ya quedó atrás”, remarcó Borthwick.
La calesita está por dar su giro final. Aunque reste una sortija para Inglaterra o Los Pumas, quien la consiga no tendrá otra vuelta pero se subirá al podio. Quedará en la foto junto al campeón y al segundo, nada menos que con su medalla colgada.
Luciano Bottesi/Enviado Especial de Clarín