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Leonel Maciel, arquero de Los Gladiadores, palpita Tokio 2020

Maciel, tras el Juego Olímpico, se incorporará al Barcelona.

Leonel Maciel es una espiga de 32 años y 1,91 de altura. Arquero de la selección nacional de handball y nuevo jugador del Barcelona -el mejor equipo del mundo- tiene estadísticas que dejan pasmado a cualquiera. El 36 por ciento de atajadas en el último Mundial de Egipto, por ejemplo. Las tapadas en este deporte se cuentan, así como está probado que la pelota puede superar los 100 kilómetros por hora. La trayectoria del Pulpo, como los medios lo llaman en España, se sintetiza en una palabra: tenacidad. Si estuvo casi diez temporadas con pocas o nulas chances de ser convocado a los Gladiadores y esperó con paciencia su oportunidad, es por su fortaleza mental. A un par de semanas de los Juegos Olímpicos, habla con realismo de las escasas chances argentinas en la zona que cayó – con cuatro potencias europeas y Brasil -, del significado de haber llegado a la elite, del biotipo que comparte su disciplina con el básquetbol y el voleibol y de tres de sus pasiones extradeportivas: la literatura, el dibujo y la pintura.

-¿Cómo está el plantel para los JJ.OO?

– Creo que llegamos con mucha ilusión, con buen rodaje de equipo y habiendo hecho un muy buen Mundial. Sin embargo, lo lógico sería quedar afuera. Porque Japón como anfitrión eligió el otro grupo, más accesible y a nosotros nos tocó uno muy difícil con Alemania, Francia, Noruega, España y Brasil. En ese sentido, sería lógico a priori que los brasileños y nosotros quedemos afuera, con un partido para saber quién sale quinto o sexto. Pero Brasil como Argentina en los últimos años dimos un batacazo. En nuestro caso ganándole a Croacia y Brasil cuando empató con España en el último Mundial. Una de las formas que encontramos para competir es ir muy de puntos.

-¿Cómo explicarías tu actualidad, que incluye la llegada al campeón europeo y mundial a nivel de clubes?

– Tiene que ver con seguir intentando. Yo confío mucho en mis metas. Me pasó de quedar afuera de la Selección casi diez años por el entrenador anterior. Estábamos en otro ciclo y bueno, como era más joven y el arco es distinto… Aunque mi forma de reaccionar siempre fue otra. Hay gente que por ahí se va a jugar afuera y dice: yo me bajo de la Selección y recién cuando sabe que tiene alguna posibilidad vuelve. Yo venía acá y esperaba la lista. Me iba llorando porque quedaba afuera y volvía al otro día a entrenar y veía a los demás que se iban para Ezeiza.

– ¿Te referías al técnico Eduardo «Dady» Gallardo?

– Sí.

– ¿Cómo se dio tu llegada al Barcelona desde el Cuenca, donde durante cuatro temporadas fuiste elegido como el mejor arquero de la Liga Asobal?

– Ellos se pusieron en contacto conmigo para hacer un fichaje de un año y que no saliera muy caro. Para mí es un cambio abismal, pero para Barcelona es un fichaje normal. Le preguntaron al representante más importante de la Liga si él me tenía a mí. El dijo que no, pero bueno, consiguió mi teléfono y entonces desde Barcelona dijeron que en caso de hacerse el pase lo teníamos que hacer con él, porque es un representante de confianza. Yo arreglé con el mío, obviamente me entendió y se hizo.

– ¿Qué significa para vos la posibilidad de jugar en el Barcelona?

– Es un top mundial, y de hecho, entre los mejores del mundo debería sacar diferencias. Obviamente es uno de los que tiene más copas de Europa, más Champions. Este año ganaron toda la temporada sin perder ningún partido, todas las ligas de España y la Eurocopa. Entonces obviamente que el salto es cuántico, inclusive en España hace como seis u ocho años que no pierde.

– Vos pasaste del handball amateur argentino al profesionalismo español. Con idas y vueltas viajaste, volviste y ahora estás hace tiempo en un país que es parte de la élite. ¿Nos explicás las diferencias?

-Es verdad que el handball crece en popularidad, en la magnitud de chicos que van a jugarlo que es un poco el objetivo. Todos soñamos eso, con hacer el caldo de cultivo de futuros deportistas. El handball tiene todavía algo que sigue siendo muy familiar. Sigue pasando inclusive en el profesionalismo de España, porque de repente son campeones del mundo, de Europa y sin embargo en la tele pasan todo el día tenis porque juega Nadal. El handball es un deporte que también la pelea de abajo, más allá de que para nosotros, que venimos de Argentina, lo que encontramos en España es una locura por el profesionalismo.

– ¿Por qué la pelea de abajo?

– Es complicado porque sus jugadores tienen un biotipo que suele competir mucho con el básquetbol y con el vóley en la Argentina. Los deportistas de ese biotipo es difícil que no terminen cayendo en esos deportes, aunque igual va creciendo. Además, el handball no se ha enseñado bien en las escuelas. Cuando se instaló en la currícula para hacer el deporte y promoverlo, fue una buena iniciativa. Pero después del golpe del ’76 entiendo que los profesorados lo daban muy por encima y es un deporte que sin las reglas, sin saber jugar, al final es complicado divertirse. Eso es lo que hacía que no se jugara o se promoviera de la mejor manera.

– Ahora vas a vivir y jugar en una ciudad con mucha historia y una cultura admirada en varios sentidos. ¿Cuáles son tus sensaciones sobre Barcelona?

– El club es referente y tiene también una especie de aura alrededor. Por eso dicen que es, más que un club. Me gustaría también poder vivenciar y entender lo que creo que a nivel histórico es Cataluña. Con mucha presencia en la política de España. A mí me gusta leer e interiorizarme y tener esa posibilidad de vivir en Barcelona y encima jugar en el club, creo que va a permitirme saciar mis demandas históricas y artísticas. Me voy a llenar de Gaudí, estoy a una hora de Cadaqués, que es un lugar impresionante (por ahí pasaron Picasso, Dalí y Miró, entre otros célebres artistas).

– ¿El dibujo y la pintura son dos actividades que te interesan y a las que te dedicás en los ratos libres?

– Sí, en mi casa chorizo en Haedo, que es una casa grande, tenemos espacio para hacerlo. Ahora en España estoy en un departamento, pero bueno, mi novia María Pía, que es la hija de Pedro Troglio, terminó Bellas Artes y lo mío tiene que ver un poquito más con el dibujo. Voy buscando la técnica que surja en el momento. Ella ahora me enseñó también el tema del grabado. Hice algunas cositas cuando estaba en Cuenca.

– En concentraciones largas como la que ya transitás hacia los JJ.OO, ¿cuál es tu cable a tierra cuando no estás absorbido por el handball?

-Con Juancito (Bar, el otro arquero del plantel) estamos los dos con el Kindle prendido, porque nos gusta mucho leer. La tableta de Kindle me cambió mucho la forma de lectura porque la puedo tener abierta con algo de ficción y después pasar a algo más pesado como Foucault o los ensayos de Borges, como uno de literatura anglosajona. Sobre Borges hice un curso con el periodista Daniel Molina.

– ¿Cómo llevás la pandemia?

– Angustiado al igual que todos, con un montón de cosas relacionadas con la incertidumbre. Me parece que tuvimos que gestionarla todos mejor y tengo ese miedo de que nada vuelva ser como antes. Como los estadios muy llenos con eventos, esas cosas que requieren de la magia de la multitud. Y también con tristeza por algunas cuestiones de política internacional, de que no se hable de consumo animal o que no se pueda avanzar sobre el cambio climático.

Gustavo Veiga/Página 12

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