
David Haggerty, el presidente de la Federación Internacional de Tenis, caminaba con una sonrisa de alivio por los pasillos subterráneos de la Caja Mágica tras la final de la Copa Davis que España ganó en un clima de fiesta en Madrid. La apuesta de entregar uno de sus productos más tradicionales -pero también devaluados- a la empresa de Gerard Piqué había rendido sus frutos. Con todas las fallas y aspectos a modificar que ya están en carpeta, la nueva Copa Davis es una realidad de la que ya no habrá marcha atrás.
En las oficinas de Kosmos Tennis, la rama tenística del holding de Piqué, las sensaciones fueron similares. Muchos volvieron a respirar tras una semana que amenazó con irse de las manos cuando la serie entre Estados Unidos e Italia finalizó más allá de las 4 de la madrugada y con las tribunas vacías, pero que acabó a toda orquesta gracias a un Rafael Nadal que jugó como pocas veces se le recuerda en su carrera.
“Fue una semana en la que aprendimos mucho. Seguro que habrá cambios en los próximos años”, le afirmó a Clarín en Madrid un alto ejecutivo de Rakuten, el gigante japonés del comercio electrónico que inyectó los fondos frescos que hicieron posible la revolución en el formato (unos 3.000 millones de dólares por los próximos 25 años). “Esto es un cambio total y lleva tiempo. Es importante que todos tengamos paciencia para ver cómo evoluciona. Pero estamos muy contentos de haber lanzado esto”, agregó.
Tras una semana maratónica, la Davis puede presumir de haber contado con momentos de gran emoción y estrellas muy comprometidas. A Novak Djokovic se lo vio frustrado como pocas veces tras la eliminación de Serbia -“Esta derrota duele mucho”, dijo- y Nadal lució híper motivado de la primera a la última jornada. No estuvo Roger Federer, pero participaron nueve de los 15 primeros jugadores del ranking después de que en los últimos años casi todas las figuras optaran por dejar a un lado el torneo.
También se destacan los suculentos premios para las federaciones y los tenistas: España se llevó 3.160.000 euros por el título y Argentina, 1.615.000 por su pasaje a los cuartos de final (1.100.000 euros a repartir entre los jugadores y 515.000 para la Asociación Argentina de Tenis).
Entre las deudas, el problema de los horarios se encuentra a la cabeza. Las jornadas finalizaron casi sin excepción pasadas la 1, lo que motivó múltiples quejas. Los tres estadios resultaron insuficientes para albergar hasta seis series de tres partidos por jornada, por lo que ya se baraja para el año próximo la incorporación del palacio de los Deportes (WiZink Center) como sede adicional.
Sin embargo, con un formato de seis grupos de tres equipos se necesitarían hasta seis estadios diferentes para que dos series no se disputen en el mismo recinto en una misma jornada. “Vamos a trabajar en el tema de los horarios para mejorarlo. Tenemos que ser más creativos”, reconoció Piqué. En 2020 la Davis volverá a jugarse en Madrid y para 2021 se evalúan ofertas en América, Asia y Europa.
La falta de ambiente en algunas jornadas también fue uno de los puntos débiles del nuevo formato. A lo largo de los siete días asistieron más de 130 mil personas al evento, aunque el estadio principal sólo estuvo lleno en algunos partidos de España. Centenares de fans de países como Argentina, Gran Bretaña o Canadá pusieron color, pero tampoco acudieron en forma masiva. Y esa falta de calor se notó mucho.
Tomás Rudich/Especial para Clarín